El caballero de Casa-Roja: novela

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Mellado, 1848 - 298 páginas
 

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Página 12 - Desfigurada entre los últimos la tradicion de la mujer, no llegó hasta ellos sino una vaga noticia de su primera culpa, y no vieron en ella otra cosa sino la causa de todos los males que afligen al género humano: borrada por otra parte casi de todo punto la...
Página 1 - Libro prodigioso aquel que lo ve todo y que lo sabe todo; que sabe los pensamientos que se levantan en el corazón del hombre y los que están presentes en la mente de Dios...
Página 27 - Dios y sin templo; quieren vivir, ya cada paso tropiezan con la muerte; quieren una sepultura para sus cuerpos, y sus cuerpos yacen en los campos sin sepultura y son pasto de las aves.
Página 26 - ... dado el ser, ¿cómo al darle la muerte no saltó el corazón en mi pecho? " " ¿ Cómo es que no me habló la voz de la sangre? ", esto dijo el rey parricida. Y el pueblo matador de su Dios y el hombre matador de su padre se complacieron en su sagacidad, y escarnecieron a los oráculos y se mofaron de los profetas.
Página 15 - ... constituir la segunda deberes y derechos limitados. La familia gentílica descansa en la servidumbre; la hebrea se funda en la libertad. La primera es el resultado de un olvido; la segunda de un recuerdo: el olvido y el recuerdo de las divinas tradiciones: prueba clara de que el hombre no ignora sino porque olvida, y no sabe sino porque aprende. Ahora se comprenderá fácilmente por qué la mujer hebrea pierde en los poemas bíblicos todo lo que tuvo entre los gentiles...
Página 22 - Señor y sus misericordias, en el ejercicio de su voluntad soberana renuncia a sus misericordias y va delante de sus iras. En Israel no hay más que el pueblo : el pueblo lo llena todo : al pueblo habla Dios : al pueblo habla Moisés : del pueblo hablan los profetas : al pueblo sirven los sacerdotes : al pueblo sirven los reyes : hasta los salmos de David, cuando no son los gemidos de su alma, son cantos populares. Las pompas de la monarquía duraron poco, y se desvanecieron como la espuma. Fueron...
Página 8 - ... evidente que hay una correspondencia admirable entre las vicisitudes de su poesía y las evoluciones de su historia. La primera palabra de su Dios es una promesa : su primer período histórico, el patriarcado ; y los primeros cantos de su musa dicen al pueblo la promesa de su Dios, ya Jehová las esperanzas de su pueblo.

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