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ha sido, mas como referencia incidental por no
pasaren silendio esa fecha memorable, que por in-
tencion de aclarar la oscuridad que entre nosotros
aun conserva. Sin embargo de que yo acaso no ade-
lante gran cosa sobre ese enigma, tengo voluntad
de agregarle algunos perfiles y glosar aun lo mismo
ya escrito, en el interès de preparar alguna solucion
ó por lo menos, abrir un nuevo camino que guie á
la claridad, para que á su turno hagan otro tanto
los que asomen mas tarde-Y sobre todo, si la me-
sura y la verdad pueden hermanarse con la minu-
ciosidad de la narracion, mucho mas cuando van á
verse entremezclados los excelsos nombres de San
Martin
Ꭹ de Bolivar, nombres que venero y respeto
como el que mas; serán condiciones de que procu-
raré no apartarme, para que mis reminiscencias no
scan desdeñadas en su ocasion.

Ademas de ello, habiendo encontrado una perfecta coincidencia entre este pensamiento y el del señor Larrazabal, que en la "Vida de Bolivar" tomo 1° páj. 139, dice:" Mal de mi grado debo ser prolijo en la narracionde los hechos, porque vienen en

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gran parte á formar este capítulo, pues he obser"vado que en ninguna obra se refieren: de mo"do que, si dejara pasar esta ocasion de recordarlos

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acaso para siempre habian de quedar en el olvido. "Y fuera lástima, porque los menores accidentes "interesan en la historia de los hombres grandes y "" se leen con avidez. Ya lo observó Gibbon en sus

"memorias cuando dijo: el público es siempre avaro

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"de detalles y de particularidad: quiere conocer bien,

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en la intimidad á los hombres que dejaron imágen de su “alma. Los pormenores mas minuciosos concernientes á “ellos, se recojen con cuidado y se leen con placer y gran "deseo"-Aceptando la idea del historiador de Bolivar vo á esforzarme en cuanto me sea posible para imitarla. Y en este concepto, perdóneseme si me excediese en algo al referir los pequeños accidentes de ese período histórico.

La ciudad de Guayaquil está situada en la ribera norte del rio Guayas, á 60 leguas sudoeste poco mas ó menos de la de Quito, colindando por el sur con la provincia de Piura, última del Perú. En 1820, ella contaba veinte mil habitantes. Dicho rio es navegable hasta por fragatas de guerra, no solo en las 36 leguas que dista la ciudad de la embocadura del golfo, sino por seis ó mas rio arriba; haliandose establecido en el arrabal del norte el principal ó único astillero de la costa del mar Pacífico. Desde la época de la conquista de Pizarro, fué Guayaquil provincia integrante del vireinato de Lima, y por circunstancias accidentales quedó interrumpida esta dependencia por unos pocos años á fines del siglo pasado, por haberla agregodo el Monarca al de Santa-Fé; mas por real órden del 7 de julio de 1803, volvió á reincorporarla al del Perú, como puede verse por el siguiente oficio del Virei al gobernador intendente de la provincia, documento quizá poco conocido en nuestros puc

blos. Dice así:

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"El Exmo. señor Virey de Santa-Fé con fecha "6 de Diciembre último, me ha comunicado la real "órden de 7 de Julio del año próximo pasado, en 66 que manda S. M. que el gobierno de esta plaza y

su provincia, sea dependiente en lo sucesivo del "vireinato del Perú, del mismo modo que lo ha "sido hasta ahora de el de Santa-Fé: y habiéndose "dado por mi el debido cumplimiento á la sobera"na determinacion, lo aviso á V. para su inteli"gencia-Dios guarde á V. muchos años-Guaya

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quil y Enero 17 de 1804-Bartolomé Cucalon y "Villamayor-Señor Administrador de Aduana. 4 Y leyendo otra ocasion las crónicas de Lima, encontré confirmando este hecho, en las "Tres Epocas del Perú" páj. 146 pues se dice "Año de 1804. "Siendo virey el señor don Gabriel de Avilés y del "Fierro, marques de Avilés, presidente que fué de "Chile, teniente general, y virey do Buenos Aires, "pasó de virey al Perú por la carrera de Potosí, "á consecuencia de haber muerto en Lima D. Am"brosio O'Higgins marques de Osorno-Llegó nue"vamente la declaratoria de guerra contra Ingla"terra. Con este motivo se reincorporó á este "vireinato el gobierno de Guayaquil.

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Tal era el estado civil y político en que se hallaba esa ciudad, cuando dió el grito de libertad é

[4] Este oficio que orijinal existia en el areh vo de 'a Aduana de Guayaquil, lo of leer entonces muchas veces, y puede verse ɛdemas en las Memorias de D. José de la Riva-Agüe ́o [a] Pruvonena, tomo 1° páj. 235.

independencia el 9 de octubre de 1820, asi que tuvo noticia que la espedicion libertadora del Perú habia desembarcado en Pisco, pues esa era la consig na que el jeneral San Martin diera á los pue blos en sus proclamas. Y si este grito pudo ser consecuencia de las chispas mal apagadas de las convulsiones de Quito en 1809 y 810, y de la confiagracion que el almirante Brown produjo en el Pacifico á princípios de 1816, cuando con su escuadrilla paseó el pabellon arjentino pór sus costas dilatadas, es cuestion que no se ha establecido ni ventilado todavia.

Pero lo que se puede asegurar es, que Guayaquil como pueblo del Perú, inflamado por el entusiasmo que las proclamàs de San Martin habian difundido, declaró su emancipacion, y los magistrados que de ella surjieran, se colocaron bajo la ejida del Jefe que se los inspiraba.

Y es un hecho que nadie se atreverá á poner én duda, que el nuevo gobierno despacho de propósito una comision de los señores teniente coronel don Miguel de Letamendi y capitan D. José Villamil, solicitando la proteccion del jeneral San Martin, y ofreciéndole como primicias de su pronunciamiento varios trofeos militares como ser, un jeneral prisio nero, (el brigadier D. Pascual Vivero, Intendente de la provincia), once entre gefes y oficiales, y la bandera del batallon de Granaderos de Reserva; trofeos que se recibieron en el puerto de Ancon el 4 de no viembre del mismo año 20, cuyos pormenores ya he descrito en otra vez,

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Tambien aqui es el lugar, en mi concepto, de hacer notar una circunstancia que no dejará de llamar la atencion, cuando menos, de los que no han tenido oportunidad ó motivo de conocer esos acaecimientos como ocurridos en rejiones tan lejanas y tan sin contacto con nuestros pueblos.

El 9 de octubre de 1820, erijióse en Guayaquil, á imitacion de lo que hizo Buenos Aires el 25 de Mayo de 1810, una Junta Gubernativa que la compusieron los señores Dr. D. José Joaquin de Olmedo, como presidente y como vocales, el ciudadano D. Francisco Roca y coronel D. Rafael Jimena, todos naturales del pais y de las familias mas principales.

Esta Junta en su programa de medidas de preferengia, tuvo el señalamiento de la bandera con que debiera darse á conocer como ciudad marítima, en el nuevo rol de Estado independiente con que asomaba al mundo. Puesto el asunto á resolucion, no elijieron los colores de la española que acababan de arriar, ni los de la holandesa ó inglesa que alguha vez pudieron ver en buques piratas ó de viageros que visitaran sus costas.

el

Tampoco recordaron los de la chilena que lord Cochrane hizo conocer en noviembre de 1819, y mucho menos los del iris de Colombia, su colindante por el norte; sino que se llevaron la preferencia e azul y blanco por razones que ni entonces ni despues he oído esplicar; pero quiza no falte quien atribuya alguna coincidencia con la que Brown desplegó en el Guayas en !816! Poco importa, empero, esta ó

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