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cualquiera otra analojía de colores, por cuanto basta saberse que la insignia adoptada entonces por Guayaquil fué, sobre un cuadrilongo blanco, un cuadro azul en la parte superior en forma de escudo y encima de este una estrella blanca de cinco picos al centro. Asi pues, la bandera y la cucarda vinieron á ser la azul y blanca.

Fué otra de las medidas del nuevo gobierno, organízar inmediatamente una division de tropas de línea de las tres amas, hasta el número de 1400 hombres, sobre la base de las que dieron el grito de libertad el 9 de octubre. Mandó acuartelar ademas, como 2000. milicianos de infanteria y caballeria, bien armados, y municionados; con sus correspondientes Jefes y oficiales para contener cualquier tentativa reaccionaria que pretendiese su vecino el presidente de Quito.

Los Sres. Letamendi y Villamil instruyeron al jeneral San Martin de todos los pormenores, apoyandose en ellos para hacerle el pedido que su gobierno les habia encargado con encarecimiento, en particular si fueren necesarias operaciones de guerra.

En esta virtud, persuadido el jeneral de la necesidad y conveniencia de atender esa demanda, el 9 de noviembre de 1820, hizo marchar desde el puerto de Ancón y en la misma goleta "Alcance", al primer edecan suyo coronel D. Tomas Guido, en calidad de Ajente diplomático ó confidencial cerca del nuevo gobierno, á cumplimentarlo como dijo y que verificase algunos arreglos tendentes á la causa

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americana (5); como asimismo, al jeneral D. Toribio Luzuriaga, para que tomase el mando de las

tropas,

Algunos años despues en que ya empezé á ocuparme de mis trabajos históricos, necesité una vez ocurrir al diccionario jeográfico de Malte-Brun, y despues de satisfacer mi deseo, pasé á hojear la palabra Guayaquil. Saqué provecho de tan indeliberada ocurrencia-Vi que se fija la posicion de esta ciudad, en 2° 11' de latitud sur y 82° de longitud oeste del meridiano de Paris; y por sucesion de ideas, busqué en seguida á Pasto, hallando que coloca su coloca su distrito en 1° 15' de latitud norte y 79° 6' de longitud oeste..

Hasta entonces no habia detenido mi consideracion en estos datos, pero refleccionando un poco sobre ellos y los que recoji durante mi mansion, en Guayaquil, me dieron motivo para preguntarme ¿cual sería la razon por que la autoridad que surjió del pronunciamiento de 9 de octubre, solicitó la proteccion del jeneral San Martin que ocupaba á Pisco, y no la del jeneral Bolivar que operaba sobre Pasto?-Por que á la verdad, no encontraba cohesion entre este procedimiento y aquellas palabras del último Guayaquileños: vosotros sois

(5) En'la "Gazeta Extraordinaria de Buenos Aires” del jueves 21 de i diciembre de 1820, puede verse un oficio del jeneral San · Martin al gobierno de Chile dandole cuenta de estos asuntos acompañandole esas comunicaciones de las nuevas autoridades ‘de Guayaquil,

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"colombianos de corazon, por que vuestros votos y vues"tros clamores han sido por Colombia"-que estampó en su proclama de 13 de julio de 1822, y la que mas adelante se leerá integra. Por entonces fué este un arcano inesplicable para mi, y el que aun no se ha revelado á la jeneracion presente: que á serlo de algun modo, por vago que fuese, ya habrian aclaradose muchas dudas y vacilaciones, y las mias entre ellas, que me oo actualmente de esos acontecimientos de que fuí mudo espectador.

Empero, abandonemos ya este punto, por que pienso haber acopiado en él los antecedentes bastantes para apreciar la situacion; mas no dejaré de añadir algunos sobre el estado social, por cuanto el claroscuro de su conjunto puede contribuir al juicio del drama.

Mi marcha la verifiqué de Lima en compañía del Sr. D. Pedro Roca (Ajente diplomático del gobierno de Guayaquil en el Perú, y hermano de uno de los Vocales de la Junta), que regresaba en la corbeta inglesa que llegó á dicho puerto en los últimos dias de febrero. El Sr. Roca tuvo la bondad de alojarme en su casa y no consintió saliese á otra parte, por cuya relacion y la de algunas familias de parientes mios que encontré, vecinos antiguos de la ciu-dad, adquiri en breve muchas y buenas, que en el trato confidencial me pusieron al cabo de diversas cosas que de otro modo quiza no habria conocido. Acto contínuo de mi arribo me presenté al Sr. Ministro Peruano y al Gobierno del Estado, quienes de acuerdo me ordenaron que el dinero que llevaba lo

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entregase en la tesoreria. Asi lo verifiqué. Pocos dias despues llegaron en otro buque siete ú ocho oficiales arjentinos (entre ellos los capitanes D. Gregorio Sanchez, D. Ventura Alegre y D. Hilarion Guerrero), mandados tambien de Lima á pedimento del gobierno de Guayaquil.

La Junta habia hecho este pedido, pára encargarlos de la instruccion y disciplina de la fuerza que precaucionalmente organ aba, como para reforzar en caso necesario al jeneral Sucre que ya habia emprendido su campaña que terminó con la batalla de Pichincha, ó como para defensa del Estado en cualquiera emerjencia estraordinaria. Debiendo advertir, que á todos los oficiales que en Lima eramos nombrados para marchar en comision á Guayaquil, se nos ordenaba presentarnos al jeneral en jefe á recibir sus órdenes é instrucciones. Comparecíamos pues á llenar ese deber, y las primeras se reducian á encargarnos, tal vez por acuerdo anticipado con el jeneral San Martin, la subordinacion, la disciplina y el respeto a las autoridades locales, los superiores y las costumbres de los pueblos; añadiendo, que se tenia noticia de que la poblacion de Guayaquil estaba dividida en partidos, y por ello se nos recomendaba la conducta mas moderada y circunspecta, á efecto de no comprometer la reputacion del ejército y el lustre de nuestro pabellon. Y era esta una verdad tan positiva y latente, que asi que llegábamos nos la confirmaban los compañeros que nos habian precedido y sin esfuerzo lo palpába

mos á los pocos dias de haber tratado algunas familias.

Los partidos políticos en que Guayaquil estaba dividido, eran tres-El primero, liberal á la moderna, que formaba la mayoría, tenia por bandera su independencia como estado soberano; pero á condición de que, en caso que ella peligrase por alguna circunstancia imprevista, se agregaria al Perú, de quien habian dependido en acto de su pronunciamiento de octubre. El último intendente realista que tuvo la provincia, fué el jeneral Vivero, puesto por el virei de Lima-El segundo partido, era lejitimista conservador: estaba por la dependencia del Perú, como punto de derecho; siendo menos numeroso que el anterior-Y el tercero, que era de nna minoría bastante escasa, pero ultra-exaltada por Colombia, llevaba de bandera su agregacion á esta á todo trance.

Pero para los neutrales como nosotros, lo singular de los partidos no estaba en los debates ó cuestiones que los hombres agitasen entre sí, sinó él calor y exaltacion con que hasta el bello secso participaba de esa division; pues las señoras que se decian pertenecer al partido primero, siempre se presentaban con trajes, cinturones, lazos ó algun adorno celeste ó azul-Las del segundo con algo punzó ó rosado cuando menos.-Y las del tercero, con alguna cosa amarilla, verde y encarnada que denotase el iris Y en este órden había llegado la pasion á tal grado, que en una casa de altura que visitábamos con bas

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