Imágenes de páginas
PDF
EPUB

REPÚBLICA DE COLOMBIA.

SIMON BOLIVAR, LIBERTADOR PRESIDENTE DE COLOMBIA &. &. &.

A todos los que las presentes vieren, salud:

Por cuanto:-Estamos animados de un deseo sincero de poner término á la guerra en que bien á pesar nuestro se ha visto empeñada la República de Colombia con la del Perú, y por cuanto en virtud del convenio concluido y firmado en Piura á los diez dias del mes de Julio del corriente año, para la suspension de hostilidades, debe reunirse una comision diplomática con el cargo de ajustar y concluir á la mayor brevedad posible las negociaciones de paz, hemos resuelto cooperar por nuestra parte á una obra tan conforme á nuestros sentimientos pacíficos, nombrando al efecto un Ministro Plenipotenciario: por tanto, teniendo especial confianza en la experiencia y capacidad de Pedro Gual, ciudadano de la República de Colombia, lo nombramos nuestro Ministro Plenipotenciario; y como tal le damos y conferimos pleno y absoluto poder, para que conferencie, trate y firme con la persona ó personas debidamente autorizadas por el Gobierno de la República Peruana, un tratado definitivo de paz, y generalmente todas aquellas convenciones, declaraciones, sesiones, accesiones y demás actos que crea necesarios para el restablecimiento de la mejor armonía y buena inteligencia entre ambas naciones. Con este motivo empeñamos nuestra palabra y el honor de la Nacion Colombiana de tener por rato y grato cuanto hiciere nuestro referido Ministro Pedro Gual, obligándonos á expedir las letras de ratificacion dentro del término que conviene.

En fé de lo cual damos y firmamos las presentes selladas con el sello de la República de Colombia, refrendadas por el Ministro de Estado nuestro Secretario General, en este Cuartel General de Guayaquil, á los treinta y un dias del mes de Agosto del año del Señor de mil ochocientos veintinueve.Décimo-nono de la independencia de la República de Colombia.-Simon Bolivar.-L. S.-Por el Libertador PresidenteEl Secretario General-José de Espinar.

Certifico que habiendo visto y comparado esta cópia con el original, la he hallado en todo conforme; en cuya virtud he verificado en esta fecha el cange con el señor Ministro Penipotenciario de esta República. En fé de lo cual firmé la presente en Guayaquil, Setiembre 16 de 1829.-.José de Larrea y Loredo.

Legacion Peruana.-Guayaquil, Setiembre 17 de 1829.

Señor Ministro de Estado del Despacho de Gobierno y Relacioncs Exteriores.

Señor Ministro:

Tengo la satisfaccion de acompañar á US., en cópias legalizadas, el acuerdo que hemos celebrado con el señor Ministro Plenipotenciario de esta República, relativo á la próroga del armisticio estipulado entre ambos Estados en 19 de Julio último por sesenta dias mas, y el acto de ascenso y ratificacion expedido en su consecuencia, para que US. se sirva someterlos al conocimiento de S. E. el Presidente de la nuestra, con el objeto de recabar lo que corresponda de nuestra parte.

Con esta fecha informo este suceso al señor General en Gefe del Ejército de operaciones del Norte, para su inteligencia y fines convenientes; con la prevencion de que se digne pasar á la mayor brevedad á manos de US. el pliego que contiene los expresados documentos, debiendo referir entre tanto su conducta militar al resultado de lo que tenga á bien resolver S. E. á este respecto.

Renuevo á US. los sentimientos de la mayor consideracion y respeto con que soy su atento obediente servidor-José de Larrea y Loredo.

Los infrascritos Ministros Plenipotenciarios de las repúblicas del Perú y de Colombia, despues de haber cangeado sus plenos poderes respectivos, habiendo tomado en consideracion que el armisticio celebrado en Piura el dia diez de Julio del corriente año, ha terminado hoy, y que no habiendo podido por varias circunstancias reunirse hasta ahora la comision diplomática á que se refiere el artículo 5o, es necesario continuarlo por algun tiempo mas, á fin de poder ocuparse de la negociacion de paz de que se halla encargada, han convenido, como por las presentes convienen, en su próroga por el término de sesenta dias mas, contados desde la fecha; debiendo entre tanto observarse el dicho armisticio en todos sus artículos y cláusulas, como si estuviese aquí inserto palabra por palabra.

En fé de lo cual, nosotros los infrascritos Ministros Plenipotenciarios hemos firmado y sellado las presentes en esta ciudad de Guayaquil, á los diez y seis dias del mes de Setiembre del año del Señor 1829.- Un sello.-José de Larrea y Loredo. Otro sello.-Pedro Gual.

Guayaquil, Setiembre 16 de 1829.

Señor:

Tengo la honra de informar á US., que S. E. el Libertador Presidente acaba de aprobar el acto que firmamos hoy para la continuacion del armisticio de Piura por sesenta dias mas. En consecuencia se han trasmitido inmediatamente las órdenes correspondientes á las autoridades de estos departamentos, y al señor General Comandante en Gefe del Ejército del Sur, y lo serán igualmente al Istmo de Panamá y fuerzas marítimas de Colombia en el Pacífico. Yo espero que US. tendrá la bondad de tomar medidas análogas segun me lo ha ofrecido.

Renuevo á US. con mucho placer las seguridades de mi muy distinguida consideracion y respeto con que tengo la honra de quedar de US. muy obediente servidor-P. Gual.

Son cópias de los originales que quedan archivados en el de la Legacion á que me remito. Guayaquil, Setiembre 16 de 1829.-José de Larrea y Loredo.

EDITORIAL DE "LA PRENSA PERUANA" NÚM. 28, DĖL MIÉRCOLES 7 DE OCTUBRE DE 1829.

Todas las obras de los hombres se resienten mas ó menos del vicio de su orígen tan mudable por esencia. Todas salen marcadas de sus manos con el sello do la instabilidad. Todas lievan en sí mismas aquel gérmen fatal de corrupcion que al fin las aniquila, si acaso no se ocurre con oportunidad á su reparo; sin que de esta regla general estén exceptuadas, siquiera, las mas sábias y santas instituciones. ¡Quién ignora por ventura lo respetables que fueron al principio las órdenes, religiosas, y los grandes servicios que prestaron á la iglesia de Jesu-Cristo! ¡Ni quién ignora tampoco lo muy perjudiciales que le fueron despues, cuando, decayendo insensiblemente de su primitiva santidad, hicieron suceder las tinieblas á la luz, y á la edificacion el escándalo! Cuantos autores han escrito sobre comunidades religiosas, tantos lamentan la relajacion de la disciplina monástica. La pésima costumbre de andar los regulares sin un compañero fué una de las primeras y de las mas perniciosas consecuencias de aquesta relajaciou. San Gregorio Magno escribió á Juan sub-diácono de Ravena una carta gravísima en la que se muestra escandalizado de que los monges de San Claudio pidieron por abad á un monge llamado Constancio. Y ¿cuál era el crímen taù grave que ese monge habia cometido, para que el Papa se escandalizara tanto de que se le hubieran pedido por superior de un monasterio? Ñada mas que haber una vez viajado solo. Oigámoslos de boca del mismo Pontífice: Cognovi quod ad monasterium quod in Piceni provincia situm est solus peryeret sine aliquo fratrum suorum praesumptione: ex qua ejus actione cognovimus quod qui sine teste ambulat, recte non vivat. Ha llegado á mi noticia que fué, sin ninguno de sus hermanos, al monasterio que está en la provincia del Piceno; de cuya accion inferimos que no vive muy bien quien anda sin testigo. Habló contra esta accion tan severamente el Santo Papa, porque él jamás la ejecutó. Cuando fué á Constantinopla de Legado Apostólico, no solo llevó un compañero, sino que quiso le acompañasen otros muchos religiosos de su mismo hábito; para llevar consigo el monasterio, ya que no podia quedarse en él. Se cuenta de San Carlos Borromeo que, siendo tan cortesano que hasta á un lacayo le quitaba el capelo, no se

le quitó jamás al encontrar un religioso si este iba sin otro religioso. Y en efecto: un regular cualquiera solo por las calles ofende verdaderamente los ojos de las gentes sensatas que le miran.

Mas ¡para qué detenerse en señalar los efectos que desgraciadamente ha producido la corrupcion fatal de las costumbres monacales! Las causas de esta corrupcion son las que interesa conocer á los que deben reformar los monasterios y conventos. La primera y principal de estas causas es la propiedad con la cual no pueden asociarse la caridad y la concordia. Y ¡qué serán las casas religiosas sin concordia ni caridad! Una confusa Babilonia: un teatro de desórdenes y vicios. Con razon encargaba tanto San Gregorio que esta peste se desterrara de los claustros: y con razon los padres de la iglesia prohibieron á los regulares, tan extrictamente, el uso del dinero. De esta raiz venenosa emanan, segun Dionisio Carthusiano, innumerables pecados, como la soberbia, la avaricia, la vana gloria, la envidia, la disolucion y otros semejantes.

[ocr errors]

Separándose una vez, en el vestido, en la comida y en la fábrica y ornato de las celdas, de aquella santa pobreza que los fundadores recomendaron tanto, fácilmente se declina á las delicias, á los excesos y al lujo; y se pasa, sin sentirlo, de la hospitalidad cristiana á los convites mundanos. Y ¿entóuces? La caridad se extingue, elfervor se acaba, y ya no existe mas aquel espíritu de mortificacion y penitencia que es el alma de las congregaciones religiosas. Ya no buscan entónces los claustros aquellos que, huyendo de las pompas del mundo, desean vivir con Cristo en la humildad y en la pobreza, sino los que, deseando vivir con comodidad, buscan con el pretexto de Jesu-Cristo, lo que no pueden encontrar en el siglo. No es este el único inconveniente de los monasterios ó conventos en que todo abunda. Concurren, á ellos muchos hombres mundanos que, con su conversacion, inspiran á los religiosos el espíritu del siglo; y les quitan aquella tranquilidad de que tanto han menester para desempeñar debidamente las sublimes funciones, de su santo ministerio. De ese modo se resfría el espíritu de meditacion y de ora cion: y resfriado éste, la misma religion se resfría tambien. Por manera que es imposible que se hermanen las riquezas y la abundancia de bienes temporales con la integridad y la pureza de la disciplina monástica.

Para desterrar la sórdida avaricia, que se oculta muchas veces bajo de la jerga y el sayal, San Bruno, institutor de la órden cartuja, solo permitió á los suyos tener un número determinado de animales y cierta porcion de tierra que no

« AnteriorContinuar »