Obras completas del excmo. sr. d. Manuel José Quintana

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Hernando y Company, 1898 - 588 páginas
 

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Página 34 - Cid su centelleante espada, y allá sobre los altos Pirineos, del hijo de Jimena animarse los miembros giganteos, en torvo ceño y desdeñosa pena ved cómo cruzan por los aires vanos; y el valor exhalando que se encierra dentro del hueco de sus tumbas frías, en fiera y ronca voz pronuncian: «¡ Guerra!
Página 34 - Bárbaro gozo en su ceñuda frente resplandeció, como en el seno oscuro de nube tormentosa en el estío relámpago fugaz brilla un momento que añade horror con su fulgor sombrío. Sus guerreros feroces con gritos de soberbia el viento llenan; gimen los yunques, los martillos suenan, arden las forjas. ¡Oh vergüenza!
Página 432 - ... en aquella materia, tan ciego estaba por aquel tiempo el buen Padre, como los seglares todos que tenia por hijos...
Página 30 - No hay ya ¡ qué gloria ! esclavos ni tiranos : Que amor y paz el universo llenan , Amor y paz por donde quier respiran , Amor y paz sus ámbitos resuenan. Y el Dios del bien sobre su trono de oro El cetro eterno por los aires tiende ; Y la serenidad y la alegría Al orbe que defiende En raudales benéficos envía.
Página 137 - Todo es gala el africano, su vestido espira olores, el lunado arco suspende, y el corvo alfanje depone. Tórtolas enamoradas son sus roncos alambores, y los volantes de Venus sus bien seguidos pendones.
Página 34 - Ora en el cieno del oprobio hundida, abandonada a la insolencia ajena, como esclava en mercado, ya aguardaba la ruda argolla y la servil cadena.
Página 13 - Zama el cetro rompe con que leyes dio al mar la gran Car[tago? La constancia: ella sola es el escudo donde el cuchillo agudo la adversidad embota; ella convierte en deleite el dolor, la ruina en gloria; ella fija el dudoso torbellino de la fortuna, y manda la victoria; para el pueblo magnánimo no hay suerte.
Página 445 - Y para ratificación de lo que he referido, digo y afirmo que renuncio cualquier merced y galardón temporal que me quiera y pueda hacer, y si en algún tiempo yo ú otro por mí merced alguna quisiere, sea tenido por falso y engañador de mi Rey y señor.
Página 122 - Aun todos estos duelos en gozo se tornarán: "Dios que nos dio las almas, consejo nos dará.
Página 34 - ... los ecos de la gloria y de la guerra. ¡ Guerra, nombre tremendo, ahora sublime, único asilo y sacrosanto escudo al ímpetu sañudo ', \ del fiero Atila que a occidente oprime ! ¡ Guerra, guerra, españoles...

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