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San Martin acababa de servir en el ejército español, contra los franceses, cuyo valor habia desafiado varias veces lanzándose sable en mano entre los escuadrones de Murat.

Su mente, venia sin duda impresionada con el recuerdo de los famosos coraceros franceses, cuyo nombre se hizo tan terrible en la Península, que Palafox prohibió se le pronunciara, bajo severísimas penas.

Mas adelante se verá si aquellos coraceros alcanzaron ó nó merecidamente su fama.

San Martin fundó, pues, los Granaderos á caballo.

La historia de este regimiento es una epopeya.

Su nombre está ligado á los mas clásicos recuerdos de la guerra de la independencia.

ERAN CUATRO ESCUADRONES

Los soldados usaban casaca azul, con vivos enncarnados: y granadas en los faldones y cuellos del mismo color: pantalon azul, bota granadera, y un casco muy comun con penacho, que fué reemplazado sucesivamente por la gerra de manga y el morrion.

Sable largo y carabina eran sus armas.

Del sable enviado por las fábricas europeas no se servian sinó despues de haberlo afilado de nuevo aguzándole la punta. Montaban hermosos caballos, cuyo arnés era el recado del pais, con chabrac azul adornado de borlas punzoes.

Los gefes y oficiales usaban silla y una larga casaca azul.

San Martin, Zapiola y Melian los mandaban.

El primero era el coronel, el segundo el teniente coronel, el tercero el sargento mayor.

Los Granaderos á cabalio han sido un verdadero almácigo de valientes.

Diez y nueve generales y mas de cien oficiales de todas graduaciones salieron de sus filas.

Lavalle y Pringles, Brandsen y Olavarria, Necochea y Suarez, Medina y Pedernera, Frias y Quesada, fueron granaderos.

El 5 de febrero de 1814, los Grananderos á caballo emboscados tras el convento de San Lorenzo, recibieron el bautismo de la pólvora española, rechazando á sablazos una columna de infanteria, que tuvo que reembarcarse.

Los españoles eran trescientes y los granaderos ciento cincuenta.

San Martin fué herido.

Y la espada ó sable largo patentizó su superioridad sobre la carabina ó pistola.

El 12 de Febrero de 1817 en Chacabuco, los batallones 7. y 8°. son rechazados. Obsérvalo San Martin, y en el acto lanzándose personalmente sobre el enemigo, á la cabeza de dos escuadrones de Granaderos á caballo, hace que dichos batallones se rehagan.

Mientras tanto, aparece Soler con su columna, y su caballeria tiene tiempo de cargar tambien, alcanzando asi los Patriotas una bellísima victoria, cuyos laureles aumentó Necochea con su brillante carga en la Viña, donde el enemigo intentó rehacerse por última vez, sin mas éxito que añadir algunos cadáveres mas á los seiscientos que dejó tendidos en el campo de batalla.

Despues del contraste de Cancha Rayada, los Granaderos á caballo midieron sus sables con los Lanceros del Rey el 5 de abril de 1818 en los campos de Maipo.

Conmoviendo con sus cargas impetuosas la izquierda de la infanteria enemiga, contribuyeron al éxito de aquella espléndida jornada, que libertó á Chile, costando á los españoles mil hombres fuera de combate, entre muertos y heridos, y cuyos trofeos aumentaron el capitan don Juan Apóstol Martinez y el teniente Olavarria operando activamente sobre la retaguardia de los vencidos.

El 12 de octubre de 1820 en Nasca, Lavalle, Brandsen y Suarez con 80 granaderos destrozan á 400 españoles, matándoles 60, tomándoles 81 prisioneros y 300 fusiles.

El 17 de noviembre en Chancay, Brandsen con 40 granaderos persigue y sablea á 200 realistas.

Finalmente el 6 de diciembre del mismo año Lavalle y Suarez derrotan al enemigo al pié del cerro de Pasco.

Suarez persigue personalmente al general español O'Reilly (1) y le toma prisionero.

Lavalle en cambio se apodera de Santa Cruz, que se le rinde, sirviendo desde entonces con lealtad á la causa de la independencia americana.

El 21 de abril de 1822 en Rio Bamba un escuadron de granaderos se lanza fogoso sobre 400 españoles, mas, es rechazado y dá vuelta caras. A poco andar Lavalle,-ese leon que era menester soltarlo en el momento de la peiea,-lo hace hacer alto. Allí apostrofa feamente á todo el mundo; ni oficiales, ni soldados tienen dignidad, han manchado su honor, él se avergüenza de mandarlos. El escuadron se retempla ante aquella horrible reprimenda, dá media vuelta y con su gefe á la cabeza, carga de nuevo al enemigo y súbito y destructor como el rayo le arroya y le derrota. (2)

Poco despues, el 24 de mayo de 1822, Lavalle vuelve á ostentar en Pichincha el valor insuperable de sus granaderos, que venciendo en Rio Bamba, prepararon esta victoria harto cara para los españoles.

El 18 y 21 de enero de 1823, en Torata y Moquegua, cinco cargas (3) á fondo salvan al ejército patriota, asegurándole una retirada.

Sobreexitado Lavalle el último día, por el soldado Serafin Melvares (4) que, en un momento crítico, esclamó: Ah!

(1) Irlandés de origen, mandaba las tropas españolas en esta acción. Se le concedió regresar á España. Pero la derrota le afectó de tal manera que en cuanto pisó á bordo cayó en un delirio profundo, y á poco andar se arrojó al mar pereciendo ahogado.

(2) Fué tanto mas meritoria esta accion y el éxito de la carga, cuanto que, en aquel entonces, la caballeria española, segun el historiógrafo Garcia Camba, habia conseguido establecer cierta perioridad sobre la de los Patriotas. Loado sea Dios, pues ella no duró.

su

(3) El señor Lacasa ha cajerado el número de estas cargas. (4) El benemérito coronel lon Eustaquio Frias, sargento entonces de Granaderos á caballo', que me ha referido este pasaje, es por quien conozco el nombre del soldado, que murió en la primera

carga.

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un Necochea aqui! hizo hacer alto su columna, que acababa de dar varias cargas sin éxito y contestando: "aqui hay quien tenga tanto corazon como Necochea!" (1) mandó dar media vuelta, y los granaderos cargaron como leones, arrollando cuanto oponerse queria á su indomable valor.

El 6 de agosto de 1824, despues de una marcha penosísima al través de un terreno montuoso los patriotas descubrieron desde una altura á Canterac, marchando en direccion á Junin, que es una planicie dominada al oriente por altas serranias y al occidente por los Andes.

Ver al enemigo y esclamar todo el mundo Viva! fué un movimiento simultáneo como la corriente eléctrica que hiere dos polos opuestos á la vez.

Eran las dos de la tarde.

Los españoles tardaron dos horas en llegar.

"Es imposible, dice un testigo ocular, dar una idea perfecta del efecto que la repentina aparicion del enemigo produjo. El rostro de los patriotas se animó de una espresion salvage de ferocidad, y con ojos de fuego miraban impacientes las columnas contrarias que magestuosamentne se movian á sus piés".

La accion comenzó á las cuatro.

Se peleó sin tregua hasta vencer.

Necochea, Suarez y Pringles lidiaron con su acostumbrada intrepidez.

Aquello fué un pelear cruentísimo.

"Here's the smell of the blood still."

(MACBETH.)

"Tómase todavía olor de la sangre."

Tres cuartos de hora duró la matanza.
Aquel dia no se oyó un solo tiro.

El sable y la lanza hirieron á cual mas.

(1) Las palabras que usó el valeroso Lavalle no fueron precisamente estas; fueron unas mas militares, mas "cambrónicas" que ya adivinará el sagaz y penetrativo lector.

Los españoles dejaron 10 oficiales y 345 soldados tendidos en el campo de batalla, perdiendo ademas 81 prisioneros. Patriotas sucumbieron 3 oficiales y 42 soldados.

Fueron heridos 9 oficiales y 91 soldados.

La derrota fué inminente.

A no ser el invicto Suarez, que pasando por un claro con su escuadron, atacó por su retarguardia al enemigo, que ya sableaba victorioso á los patriotas, la fortuna nos abandona aquel dia, como nos abandonó en Vilcapugio y Cancha Rayada.

Necochea, herido siete veces, cayó prisionero muy al comienzo de la accion.

Debió su vida á un soldado enemigo que le conociera en Chile. Llevábale este en ancas de su caballo cuando apareció el capitan Sandoval que le rescató.

El gentil Necochea bañado en sangre y casi exánime era mas bien un cadáver.

Dios que vela por los fuertes de corazon le salvó.

El 7 de diciembre de 1824 tronó en Ayacucho el último cañonazo de esa heróica y sangrienta guerra en la que, durante quince años, se peleó solo por la libertad. Su estruendo atravesó el ancho Océano, y repercutiendo en Europa, anunció á la Metrópoli y al mundo entero, que las colonias Españolas habian sacudido el yugo ominoso de la opresion; que magníficos puertos, rios navegables hasta sus origenes, y pingües riquezas de todo género, quedaban abiertas á la industria y al comercio de las demás naciones, que una nueva era, en fin, comenzaba para la jóven América; misionero naciente y lleno de fé de la civilizacion del porvenir.

Tambien aqui los Granaderos á caballo tuvieron el honor de dar algunas cargas, distinguiéndose en ellas Olavarria, Medina y Suarez.

Esta batalla duró una hora. Pero que hora! Medio mundo jugó en ella su suerte.

Los patriotas tuvieron : 370 muertos, 609 heridos. Los sepañoles: 1.400 muertos, 700 heridos.

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