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Ademas, quedaron prisioneros de guerra en virtud de una capitulacion,-el virey La Serna, los generales Canterac, Valdez. Carratalá, Monet, Villalobos, Fenas, Bedoya, Somocursio, Cacho, Atero, Landozuri, Garcia Camba, Pardo, Vigil y Tur; 16 coroneles, 68 tenientes coroneles, 484 oficiales y 3.200 individuos de tropa.

No hay un hecho de armas mas espléndido en toda la guerra de la independencia.

Victor Hugo ha dicho: "El hombre que ha ganado la "batalla de Waterloo no es Napoleon en derrota, ni Wellin"ton replegándose á las cuatro, desesperado á las cinco, ni "Blúcher que no se batió, el hombre que ha ganado la bata"lla de Warteloo, es Cambronne".

De Ayacucho puede decirse tambien. No fueron Canterac ni los dos mil cien españoles que quedaron tendidos en el campo de batalla quienes la perdieron, fué un dicho quien la ganó.

Quién lo dijo?

Un hombre cuya edad era apenas la de la revolucion.
Un general de veinte y cinco años.

Córdoba, que en lo mas crítico de la accion bajóse de su caballo, é hiriéndole de muerte en el corazon, levantó su sombrero elástico en la punta de su ensangrentada espada esclamando al frente de la division de la derecha:

Adelante, con paso de vencedores!!

LUCIO V. MANSILLA.

Rojas, Mayo de 1863.

(Concluirá).

DON JOSE SALCEDO

(Crónica de la época del Virey del Perú, conde de Lemos)

1667.

I.

Lima, la antigua ciudad de los reyes, hoy capital del Perú, está situada en el hermoso valle del Rimac, á dos leguas de las playas del Pacífico: su clima es lo mas bello del mundo y ha sido descripto por el poeta Peralta en 1732. en el canto siguiente:

En su horizonte el Sol todo es aurora
Eterna, el tiempo todo es Primavera;

Solo es risa del Cielo cada hora,

Cada mes solo es cuenta de la Esfera.

Son cada aliento un hálito de Flora,

Cada arroyo una musa lisongera

Y los vergeles que el confin le debe

Nubes fragantes con que el Cielo llueve.

"Lima fundada".

Mandaba en esta capital por los años de 1667 el Exmo. Conde de Lemos, que fué recibido como virey el 21 de noviembre de aquel año. Dos fueron los acontecimientos mas notables que tuvieron lugar durante su gobierno, y que llamaban particularmente la atencion pública: la celebracion de la beatificacion de Santa Rosa, y la ejecucion del español don José Salcedo. La ejecucion de este fué injusta y cruel,

y consternó profundamente los habitantes de Lima, que sabian que las causas que lo llevaron al cadalzo eran las fabulosas riquezas de sus minas (1) y su grande influencia entre indios y cholos por su mucha generosidad.

Antes de narrar los hechos que la crónica ha trasmitido á la posteridad, vamos á dar una idea del teatro de su desgracia, y un lijero bosquejo de su vida.

II

El valle de Puno es muy estrecho, y su poblacion asciende á diez mil almas, cuya mayoria se empleaba, en la época de nuestra historia, en el trabajo de las minas. En este valle está situada la villa de Puno, que fué mas tarde distinguida por Carlos IV con el título de ciudad, por real órden de 14 de octubre de 1805.

Los cerros en sus inmediaciones son muy elevados, y forman el límite oeste de la laguna de Titicaca, que abraza una estension de 70 leguas y cuya elevacion es de 12,761 piés. Fué en esta laguna, segun Garcilaso de la Vega, que los indios en el tiempo de la conquista, arrojaron muchas riquezas de oro y plata, para salvarlas de las manos de los españoles; y entre ellas, una cadena de oro de fabulosa magnitud, hecha por órden del Inca Huayna-Capac para celebrar el natalicio de su hijo primojénito.

La composicion de esta serrania es de rocas pórfidas que reposan sobre una formacion arenosa. En su órden general como en su carácter mineralógico, corresponden segun algunos geólogos, á los pórfidos metalíferos que han producido tantas riquezas en las minas de Méjico. Entre estos cerros se encuentran los llamados Cancharini, Layeaycota y San José que forman una sola cadena.

(1) Ulloa dice que la causa principal que lo condujo al cadalso fué el caudal que sacaba de sus minas.

III

En 1665 llegó á este mineral un español, joven todavia, desconocido y tan pobre que andaba descalzo, el que venia buscando ocupacion para ganar la vida. Al pié del cerro Laycaycota habia varias casitas de indios, una de las cuales habitaba una indígena, que se ocupaba con sus hijos y parientes del trabajo de las minas: esta familia poseia varias, entre las cuales habia una que ella únicamente conocia. A esta casa llegó el español solicitando trabajo, y la india compadecida á su aspecto lo acogió bondadosa, y le proporcionó ocupacion. El huesped correspondió agradecido á la generosidad de la india, consagrándose con ardor á las labores de las minas con el mejor suceso. Así transcurrieron varios meses en la intimidad tranquila de la familia; sin embargo, la madre habia comprendido la pasion que una de sus hijas habia inspirado al huesped, por quien tenia mucho cariño, concibiendo desde entonces la posibilidad de un enlace. Cuando tuvo la certidumbre que su hija lo amaba, abandonando la reserva característica de los indíjenas, le ofreció con franqueza la mano de su hija, y un dote capaz de deslumbrar al desconocido:-era nada menos que una mina de plata pura que se cortaba á cincel. El jóven aceptó la mano de la que amaba, y la boda se efectuó entre la india (que la crónica dice era hermosa) y don José Salcedo, que así se llamaba el desconocido, con toda la pompa de una fiesta indiana.

La india complacida con este matrimonio, le dió la mas rica de sus minas de Laycaycota, que solo ella conocia y cuyo secreto conservaba oculto hasta de su misma familia. Tan fabuloso fué el caudal que Salcedo sacó de la mina que, segun la tradicion, ocasionó su persecucion y muerte.

La noticia de esta riqueza se esparció rápidamente, y á fines del siglo XVII, afluian los aventureros á las minas de Puno, donde hicieron fortunas rápidas, tanto que aquella nueva llegó á la Metrópoli, despertando la codicia de los

desheredados de la fortuna. La tradición cuenta que todo pobre que solicitaba la proteccion de Salcedo, la obtenia ámplia y generosa, pues les señalaba una veta de sus minas para que pudiesen esplotarla por un término que fijaba, donándoles todo lo que sacasen.

La infiuencia que adquirió el opulento minero con tanta generosidad, le atrajo los celos del gobierno de Lima, despertando en este á la vez el deseo de esplotar aquella fabulosa mina. Asi es que, aprovechando la ocasion de una conmocion popular que tuvo lugar en Puno en 1669, entre españoles y americanos, producida únicamente por la codicia de aquellas riquezas, se acusó á Salcedo como principal motor en aquel suceso.

El conde de Lemos en persona marchó á Puno con una escolta, hizo aprehender á Salcedo, el que cargado con grillos fué conducido á la capital, donde permaneció en prision varios meses. Se le acusaba de alta traicion y el proceso terminó por su sentencia de muerte.

Notificada la sentencia al preso, hizo presente á sus jueces una peticion que apelaba al rey. cuya clemencia iba á solicitar, rogando de enviar á la corte el proceso. Para ganar la voluntad del conde de Lemos, le ofreció una barra de plata diaria (4,000 patacones), desde el dia que remitiese su proceso á España, hasta que se supiese la resolucion del rey.

La solicitud fué rechazada apesar de la influencia de amigos poderosos. Pocos dias despues, fué ejecutado en la plaza de Lima en medio de la consternacion y disgusto de todos sus habitantes.

Para formar una idea de su caudal fabuloso, observaremos que un viaje del Callao á España en aquella época era de doce á catorce meses, durante los cuales le ofreció pagar diariamente al conde de Lemos la suma que hemos referido.

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