Elementary Spanish-American Reader

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Frederick Bliss Luquiens
Macmillan, 1917 - 224 páginas

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Página 38 - Acostumbrado al uso constante de la fuerza y de los artificios para defender su existencia contra todo linaje de peligros, es por necesidad astuto y cauteloso; pero injustamente se le ha comparado en todo a los beduinos.
Página 38 - A ellas se acostumbraba fácilmente el habitador de las montañas ; pero fuera de ellas sus hijos hallan estrecha la tierra, el agua desabrida, triste el cielo. A semejanza de los árabes beduinos, un amor ardiente por la libertad y por la vida errante les hace mirar...
Página 95 - Se levanta a la faz de la tierra Una nueva y gloriosa nación, Coronada su sien de laureles, Y a sus plantas rendido un león.
Página 96 - De los nuevos campeones los rostros Marte mismo parece animar; La grandeza se anida en sus pechos; A su marcha todo hacen temblar. Se conmueven del Inca las tumbas Y en sus huesos revive el ardor, Lo que ve renovando a sus hijos De la Patria el antiguo esplendor.
Página 96 - Pero sierras y muros se sienten retumbar con horrible fragor: todo el país se conturba por gritos de venganza, de guerra y furor. En los fieros tiranos la envidia escupió su pestífera hiel; su estandarte sangriento levantan provocando a la lid más cruel.
Página 97 - ¡El valiente argentino a las armas corre ardiendo con brío y valor! El clarín de la guerra, cual trueno, en los campos del sud resonó. Buenos Aires se pone a la frente de los pueblos de la ínclita unión y con brazos robustos desgarran al ibérico altivo león.
Página 97 - A vosotros se atreve, Argentinos, el orgullo del vil invasor; vuestros campos ya pisa contando tantas glorias hollar vencedor. Mas los bravos que unidos juraron su feliz libertad sostener, a estos tigres sedientos de sangre fuertes pechos sabrán oponer.
Página 95 - Oíd, mortales, el grito sagrado: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad! Oíd el ruido de rotas cadenas, ved en trono a la noble igualdad.
Página 38 - El llanero jamás hace traición al que en él se confía ni carece de fe y honor como aquellos bandidos del desierto ; debajo de su techo recibe hospitalidad el viajero, y ordinariamente se le ve rechazar con noble orgullo el precio de un servicio.

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