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ADMINISTRACIÓN MUNICIPAL ANTIGUA

DE

SAN SEBASTIÁN

PROCESIÓN DE SAN SEBASTIÁN

El año 1597 la peste tomó tal incremento en la villa, que, cortadas las comunicaciones con los pueblos circunvecinos, estuvo á punto de perecer toda ella.

Para asistir á los atacados se trajo el mes de Octubre un cirujano de Jaca llamado Maese Juan de Lortia, con quien se concertó que por su asistencia facultativa hasta Navidad, se le darían diez ducados al día para él, su hijo y criado; casa con tres camas, criada y un ducado para el sustento. Si moría se le entregarían á su mujer 600 ducados puestos en Pamplona.

El se comprometía, en cambio, á asistir con su hijo y criado á los enfermos contagiados, en las casas destinadas á hospitales y desinfectar las casas y ropa de los mismos.

El siguiente año proseguía todavía causando estragos la epidemia y pudo combatírsela con

alguna energía, gracias á los socorros remitidos por el Obispo de Pamplona D. Antonio Zapata, la ciudad misma, Salvatierra de Alaba y otros pueblos.

También el Rey mandó 4.000 ducados además de los 3.000 que dió á tributo el Corregidor de la provincia, Licenciado Fernández de Arteaga.

A consecuencia de la mortandad que causaba tan terrible azote, hizo la villa en 1597 voto solemne de ayunar la víspera de San Sebas tián, su patrono y protector, é ir en procesión general á la parroquia del Antiguo el día de su festividad, obteniendo, como era del caso, la licencia consiguiente del Obispo de Pamplona.

A partir de esta fecha iban en procesión ambos Cabildos secular y eclesiástico, llevando la reliquia del Santo y seguidos de numeroso séquito por las orillas del mar, y para mayor lucimiento y pompa de la función, se hacían, desde la batería avanzada del muelle, varios disparos de cañón, así á la ida y vuelta, como á la entrada y salida de la procesión. Al llegar al medio del arenal, deteníase ésta para ver la destreza de los artilleros que disparaban con bala los dos cañones sobre una barrica con bandera que flotaba en medio de la Concha, y el Ayuntamiento daba una gratificación al que hacía blanco.

En sesión de 19 de Enero de 1818 se acordó que para en adelante se estableciera la costumbre de invitar á que llevasen el Santo en la procesión á cuatro vecinos Concejantes, y que otros dos le acompañasen con hachas.

Al penetrar el ejército aliado el año 1813 en esta plaza, rompió y quemó el retablo del altar mayor de la parroquia de Santa María con la efigie del santo titular de la ciudad, por cuya razón la Corporación municipal, atenta siempre á conservar y fomentar los sentimientos religiosos de sus administrados, acordó en se sión de 18 de Febrero de 1818 encargar al Regidor Sagasti que mandase hacer otro Santo para colocarlo en el mismo sitio que ocupaba el anterior, y que gestionase la adquisición de la Santa reliquia saqueada por la soldadesca, cuya comisión fué cumplida con tal acierto y actividad por el Regidor mencionado, que el día 14 de Abril fué puesta la reliquia original de San Sebastián en poder del correo gabinete en Roma, tal como se obtuvo del Vice-regente de Su Santidad, abonando los gastos que hasta ese punto ascendían á 50 pesetas.

En sesión de 13 de Junio del mismo año el Regidor Síndico, en desempeño de la comisión que se le confirió, expuso haber traído la reliquia de San Sebastián con la auténtica del señor Vicario de Su Santidad, y proponía que para excitar la devoción de todos los fieles,

fuese recibida procesionalmente por los dos Cabildos en la puerta de tierra y conducida por el párroco á Santa María, cuya proposición fué aprobada por el Ayuntamiento, acordando que se hiciera así el día inmediato, 14, domingo.

Por R. O. de 29 de Diciembre de 1819 se confirmó la práctica seguida desde tiempos remotos, de saludar á la procesión con salvas de artillería desde la muralla, pagando el Ayuntamiento la pólvora consumida que se calculaba, en dicha fecha, en 120 libras por 30 disparos, á 8 reales libra.

No en todas las épocas costaban lo mismo estas salvas. En 1621 se pagaron 200 reales al mayordomo de Santa Bárbara de los artilleros, En 1760 se bajaron los dos quintales que daba el Ayuntamiento á uno y medio, cuyo importe era 495 reales. Por su conducción al Castillo, tacos, mechas y papel, 12 reales. A los artilleros por su ocupación se les daba 60 reales que dicho año se bajaron á 45. En 1821 costaron 1191 reales, en 1823, 988 reales, en 1828, 600 reales, y en 1829, 744 reales.

Siendo el mes de Enero la estación más rigurosa del año, ocurría muchas veces que se desbarataba la procesión por no poder atravesar la considerable distancia que había entre la ciudad y la citada parroquia de San Sebastián, á causa de aguas y nieves, y el siglo XVII se solicitó por la ciudad en la Sagrada Congrega

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