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El 12 de Septiembre se celebraron con gran pompa las fiestas de la inauguración de la estatua con asistencia de S. M. la Reina, y se le concedió al señor Alcalde D. Joaquín Lizasoain, la gran cruz del mérito naval.

En sesión de 18 de Septiembre se acordó entregar á cuenta, al señor Masriera, 3.300 pesetas.

Previo aviso de dicho señor, en sesión de 16 de Octubre acordó el Ayuntamiento que el señor Aguirre pasase á Barcelona á ver é inspec cionar si estaba la estatua bien montada en cera para poder vaciarla en bronce.

Así lo hizo, y después de ordenar unas pequeñas reparaciones y colocarle la cruz de Santiago, se cubrió y reforzó la figura para que no se repitiera el accidente anterior, y á las nueve y cuarto de la mañana del 16 de Noviembre se encendió el horno para que al mismo tiempo que se cocían los moldes se derritiera la cera, quedando en disposición de recibir el bronce.

El día 10 de Diciembre telegrafió el señor Masriera: «Fundídose estatua sin novedad y empiezan trabajos para descubrirla. >>

En su vista, el Ayuntamiento nombró una comisión compuesta de los señores don J. Pellicer, D. Antonio Satrústegui y don Pedro Larrañaga, residentes en Barcelona, para que exa minasen la estatua é informasen si estaba en estado de ser recibida.

En cumplimiento de su encargo informaron

con fecha 7 de Marzo de 1895, manifestando que resultó la obra muy homogénea y conservando con toda fidelidad los menores detalles del modelo original, hallándose por lo tanto, según su opinión, en disposición de ser recibida. En su vista se facturó en Barcelona el II de Marzo á las ocho de la noche, y llegó á ésta el día 18, víspera de San José, siendo trasladada en un camión al pié del pedestal. El 20 se probó la resistencia del andamio, y el 21 á las nueve y media de la mañana, quedó colocada sobre el pedestal y asegurada con dos grandes tornillos.

Tiene la estatua metros 3,50 hasta la cabeza, y 4,80 hasta la punta de la bandera. Pesa 2.700 kilogramos, y tiene 2 centímetros de espesor el bronce.

Ha costado 115.000 pesetas próximamente, contando gastos de peonaje, andamiaje, etc.

La I.a suscripción produjo,

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28,191,09 pesetas.

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Hé ahí explicadas á grandes rasgos las vici. situdes porque ha pasado la hermosa estatua de la Zurriola, que honra tanto á sus autores como á la ciudad que ha llevado á feliz término la obra.

PRIMEROS ARBITRIOS DE SAN SEBASTIAN

Eran tan pequeñas en tiempos pasados las necesidades de los Municipios en Guipúzcoa y tan importantes los bienes Propios que los mismos poseían, que con sus productos tenían bastante para atender á los gastos, sin echar mano de los Arbitrios, que, por otra parte, no les hubieran sacado de grandes apuros, dada la escasez de dinero que entonces existía y el poco consumo que se hacía de todos los artículos que no fueran de la propia cosecha. San Sebastián, y también en parte los demás pueblos del litoral, se separaba de esta regla y aunque tenía bienes Propios en el Valle del Urumea y otros puntos de su jurisdicción, al menos en los tiempos á que nos vamos á referir, sus ingresos estaban fundados casi exclusivamente según parece, en el trato y comercio, y con eso, no sólo tenía bastante para cumplir con sus obligaciones desahogadamente, sino que todos los años le sobraban muchos duca dos. Pero vino la peste los años 1597 y 1598 á cebarse en el vecindario tan cruelmente co

mo se deja ver por las medidas que quedan señaladas en la página 204 del tomo I." y hubo que recurrir á medios extremos para contener el mal, ascendiendo los gastos hechos con tal motivo á cantidades muy subidas, que des pues de agotar los sobrantes de años anterio res, puso al Ayuntamiento en la necesidad de sacar á censo seis mil ducados de plata: 4.000 del convento de San Francisco de Tolosa y 2.000 del convento de San Agustín de Hernani, los cuales se subrogaron en otro que el año 1621 se fundó de la misma cantidad á favor de Martin Gómez de Berastegui y D.a Magdalena de Oquendo, que prestaron la cantidad necesaria para la redención de aquellos.

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Así bien el año 1615 con motivo de la es tancia de tres días que hicieron el Rey Felipe III y su hija D.a Ana, tuvo el Municipio nuevos gastos que le obligaron á fundar sobre. sus Propios, otro censo de 4.000 ducados á favor de Martín de Jáuregui, que unidos á los dos censos anteriores, sumaban la cantidad de 10.000 ducados, 6 sean 27.500 pesetas. Estos fueron los primeros empeños de San Sebastián, que hubieran sido cubiertos sin grandes sacri ficios á haber sucedido una era de paz y sosiego, pero vinieron en su lugar acontecimientos extraordinarios como las guerras de Holanda, Francia, Portugal, pleitos con Fuenterrabía, servicios á S. M. con gente y donativos, traba

jos en defensa propia, etc., y la deuda en vez de bajar, fué en aumento, hasta pasar de 30.000 ducados, (82,500 pesetas,) diez mil en los censos referidos y veinte mil en cantidades sueltas.

La falta de pago del capital é intereses, dió lugar á diversas reclamaciones de los acreedores, que originaron muchos gastos al Municipio, á los cuales había que sumar las nuevas cargas que desde el año 1636 se impusieron al mismo con la asistencia del Capitán General y la creación del cargo de Gobernador, Sargento Mayor y Ayudante, á quienes, así como á sus criados, había que darles habitación y camas.

Todo esto unido á la rebaja de la tercera parte que sufrían sus rentas, fundadas, como hemos dicho, en el trato y comercio, á conse. cuencia de las continuas guerras que venía sos. teniendo la nación, vino á crear en 1646 la si tuación siguiente:

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Este resultado alarmó á los que se ocupaban de la cosa pública en San Sebastián, al ver que no bastaban para hacer frente á las obligaciones de la entonces villa, ni las rentas de la Lonja, que eran las más importantes, ni los productos de la leña que de sus montes se ven

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