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CAPÍTULO IX.

SUMARIO.

guer.

Eleccion de puerto.-Salida de Colon para el de Palos de Mo

- Dificultades que se le ofrecen para encontrar buques y tripulacion que le acompañen. - Órdenes Reales de coaccion. - -Su ineficacia. Pavoroso terror de los marineros. Auxilios de Fr. Juan Perez.- Feliz hallazgo de los Pinzones. Su condicion, su fortuna y su resolucion. — Con ellos y por ellos se disponen y equipan las tres carabelas. — Buques, equipajes, tripulacion.-Disposicion de los ánimos.-Despedida.-3 de Agosto

de 1492.

Los Reyes Católicos proveyeron á Colon de despachos, títulos y honores, de conformidad con las capitulaciones. Y en esta parte hay que notar que todo se hacía por la sola resolucion de Isabel I y por cuenta del Tesoro de Castilla, áun cuando las órdecomo las capitulaciones, fuesen firmadas por ambos, Rey y Reina, en virtud del arreglo hecho en 1474 por el Cardenal de España y el Arzobispo de Toledo entre los dos monarcas esposos.

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Es tambien de notar que un aragonés fué quien arrancó la última resolucion de Isabel, y quien adelantó el cuento de maravedises para el equipo de las tres naves. Porque eran sólo tres pequeñas embarcaciones las que Colon pedia para acometer su

empresa.

Así autorizado y provisto de órdenes y mandamientos el futuro Almirante, salió de Granada para el puerto de Palos el doce de Mayo, como nos lo dice él mismo, en el exordio con que encabeza el relato de su primer viaje.

મૈં

¿Por qué se eligió el pequeño puerto de Palos para el equipo de la fabulosa expedicion? Hase dicho que ese puerto estaba condenado, por no sé sabe qué falta ó delito cometido, á tener dos naves aparejadas á disposicion de los Reyes. No nos parece esa sola causa bastante para la designacion. Cádiz, Barcelona, Bilbao, muchos otros puertos ofrecian entónces facilidades mayores que las de Palos para el equipo de cualquier expedicion marítima.

Tampoco la especial predileccion del genoves por aquel puerto debió ser el motivo de la eleccion. Pronto vamos á ver que Colon no contaba en él con más elementos que los que le deparó la casualidad, y los que hubiera podido hallar en otro punto de más tráfago y nombradía. Pero esto era cabalmente lo que se queria evitar; el ruido, la publicidad y la fama de la expedicion. El secreto ha sido siempre, y muy especialmente en España, el sello característico de las empresas Reales. ¡ No ha influido poco ese sistema en el oscurecimiento de nuestras glorias, y tambien en que se regalase á Américo Vespucio la que correspondia á Colon!

Nuevas y no pequeñas dificultades esperaban á éste en el puerto de Palos. Tan luégo como en él se divulgaron el destino de las naves y el objeto de la expedicion, el terror embargó los ánimos; las preocupaciones despertaron terroríficos cuentos y tradiciones, y la imaginacion abultó los peligros. Y en verdad que no eran del todo imaginarios. Lanzarse en aquel tiempo al tenebroso mar, y lanzarse en barcos de pescadores, como si dijéramos; barcos de remo y vela de ochenta ó cien toneladas á lo

sumo (1); buscar al Occidente, por las inexploradas inmensidades del Océano..... «por donde hasta hoy no sabemos, decia Colon, por cierta fe que haya pasado nadie.....» nada menos que los confines del extremo Oriente..... era empresa para poner espanto hasta en el ánimo de los más avezados á las borrascas y á los peligros del mar. Y lo puso en efecto.

Los armadores y marineros de Palos, de Moguer y de Huelva, aunque nada extraños en aquel tiempo á largas expediciones por las costas de África y por el Mediterráneo, trataron de eludir las órdenes y mandamientos Reales, y se hicieron sordos á las excitaciones y á las promesas de Colon. Y tal fué la oposicion y tan grande la resistencia pasiva de los hombres de mar en

(1) La carabela — navigii minoris genus, como dice Ferraris: Carabus en latin, Karabos en griego- -era un buque pequeño de dos mástiles; uno de ellos extremadamente chico con vela latina, y el palo mayor con una grande vela cuadrada ; la proa y popa altas, con cubierta al rededor, y abierto en el centro. Algunos tienen bancos de remos. Y todos son bajeles de poco porte y ligera construccion. (IRVING, Vida y viajes de Crist. Colon, apénd. xv.)

Tambien aquí el conde Rosselly se levanta con tono de maestro á dar una leccion á Irving y á Navarrete; y acudiendo al tecnicismo náutico, intenta probar que las carabelas eran buques mayores. Intento vano por cierto, porque su misma cita de Fernan Mendez Pinto (Peregrinaçoes, cap. XII) le contradice y desautoriza. Pinto habla de otros buques, que coloca entre naos, galeones et carabellas, y por eso los llama de alto bordo. Por consiguiente, las carabelas no eran naos de alto bordo, como pretende Rosselly. Ni sabemos de dónde saca que las carabelas llevaban en popa y proa dos sólidos castillos dispuestos para el ataque y la defensa.

Sobre que Colon mismo dibujó las carabelas, y son harto conocidas como buques ligeros y de poco calado que era tambien lo que el descubridor necesitaba y pedia el conde Rosselly, que tan perito se muestra en arquitectura naval, deberia saber que, en buques de vela y remo, no es la magnitud lo que los hace más seguros ni más andadores. Las tres carabelas de Colon eran pequeñas, y ademas, poco seguros buques. Y esto aumenta la grandeza de su ánimo y lo maravilloso de su empresa.

La Niña, que era la más pequeña de las tres carabelas, era cabalmente la más velera y la que más resistió. Y solamente la Santa María, que mandaba Colon, era la que tenía dos especies de castillos en proa y popa; pero tambien era la de ménos andar.

En los curiosos y eruditísimos trabajos que viene haciendo en Washington

aquellos puertos, que los Reyes se vieron en la necesidad de enviar un comisionado especial, Juan de Peñalosa, oficial de la Real Casa, con órdenes terminantes-20 de Junio del propio año · para que las autoridades de la costa tomasen los buques que creyesen útiles para aquel servicio, perteneciendo á vasallos españoles, y para que obligasen á los patrones y marineros á darse á la vela, bajo el mando de D. Cristóbal Colon, y con el rumbo que él señalase.

Pero áun esas mismas órdenes, tan apremiantes y tan autorizadas, no lograban mover á las tripulaciones ni á los armadores. Ni los auxilios personales y las recomendaciones del fervoroso guardian de la Rábida, Fr. Juan Perez, con servir, como sirvió

la Comision hidrológica, presidida por Carlile P. Patterson, para resolver los problemas relativos á los descubrimientos de Colon, se ha hecho cuanta luz puede hacerse sobre el tamaño, forma y capacidad de las carabelas; y en definitiva resulta justificada la opinion de Irving, que es la de Herrera, Muñoz y Navarrete.

«La característica principal de los buques en la época de Gama, dice CLARK, Maritime Discoveries, t. 1, pág. 27, era la altura de popa y proa, vergas bajas, palos cortos y pequeñas cofas. »

Tomando pié de lo que refiere Las Casas, en el Diario del primer viaje de Colon (27 de Noviembre de 1492), A. Jal, en su obra de Archeologie naval, deduce que la Santa Maria, la mayor de las tres carabelas que montaba * Colon, tenía de quilla 27,77 metros de longitud por 8,12 de mayor anchura. Y esto lo dice en confirmacion de este otro aserto: « Los buques que viajaban á las Canarias, en el siglo XV, eran de 90 á 100 toneladas, lo cual supone una quilla de 70 á 80 piés ingleses de longitud.»>

El mismo Hernando Colon, refiriéndose al tercer viaje de su padre (1498) y á su exploracion de las costas de Paria, dice: «La carabela Almirante no pasaba de ser un barco largo, que no necesitaba más que tres brazas de agua, ni hacía más de 100 toneladas. »

Otro tanto resulta de las noticias suministradas por Bernaldez, con relacion al segundo viaje, cuando Colon recorrió los Jardines de la Reina, al sur de la isla de Cuba, donde las carabelas podian anclar en poco más de dos brazas de agua.

Y con ello convienen los datos que nos ofrece Fincham en su Historia de la Arquitectura naval. El mayor buque de la escuadrilla de Drake en 1576 el Pelicano -no era mayor de 100 toneladas. Y los seis que escogió Cabot para su primera expedicion, en 1498, ninguno llegaba á 200 toneladas.

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