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cundan las tropas de la capital. -Disolucion del congreso general.—Se exige á los propietarios y comerciantes una gruesa cantidad.-Disposiciones duras que se toman contra ellos por resistir á dar la suma.-Instalacion de la junta de notables.-Las bases orgánicas.-Santa-Anna, presidente.-Envia Méjico una comision á Yucatan.-Hace un tratado.-Se manda derribar el Parian.— Varias invasiones filibusteras.-Reclamaciones del gobierno mejicano al de Washington.-Victoria alcanzada por las tropas del gobierno en Tabasco contra Sentmanat.-Es fusilado éste.

De 1841 á 1843 inclusive.

1841.

Empezaba el año de 1841. Abiertas las cámaras el dia 1.o de Enero, se presentó el presidente de la república D. Anastasio Bustamante á manifestar, en un razonado discurso, el estado en que se hallaba el país y las dificultades con que habia luchado el gobierno para desarrollar sus proyectos en beneficio de la nacion que le habia honrado elevándole al primer puesto de la república. El cuadro, por suave que fuese el colorido con que se procurase presentar los puntos de mayor interés, siempre tendria que aparecer que aparecer sombrío y triste. Las conspiraciones continuaban; Yucatan, triunfando de las tropas del gobierno, como queda referido, se habia separado, imitándole Tabasco; se carecia de recursos para enviar una expedicion que los volviese al órden; el erario se hallaba exhausto, paralizado el comercio, abatida la industria, arruinada la agricultura, y Tejas continuaba independiente.

Pronto á estos males se agregó otro no menos terrible. Los indios bárbaros que hacen una vida errante en los inmensos terrenos próximos á la frontera de la república de

Méjico, penetraron en los territorios de Durango, Chihuahua, Coahuila Ꭹ Nuevo-Leon, incendiando los campos, robando el ganado, matando á cuantos encontraban y reduciendo á cenizas hasta las mas miserables chozas de los campesinos. Durante el gobierno español, los presidios, distribuidos en puntos convenientes, habian sido la barrera insuperable que les llegó á impedir que hicieran irrupcion alguna; pero habiendo quedado abandonados esos presidios desde que las luchas civiles impidieron á los gobiernos de la república mejicana atender á todas las necesidades de la sociedad, las feroces tribus apaches penetraron destruyendo cuanto no podian llevarse, y conduciendo cautivos á centenares de niños y mujeres. Las hordas salvajes se presentaron haciendo los mismos estragos en las inmediaciones del Saltillo, y por todos los puntos de la frontera se dejaban ver, llevando el incendio, el robo, la muerte y el cautiverio. Una carta, escrita en Moclova el 20 de Epero de 1841, pintaba las escenas horrorosas verificadas por los indios bárbaros que por aquel rumbo se habian lanzado como un torrente desbordado. «Los indios,» se dice en ella, <«<llegaron hasta las haciendas del Salado, departamento de San Luis Potosí, á Bonanza, al de Zacatecas, volviéndose por el Saltillo, y en su tránsito mataron como trescientas personas, llevándose como cien cautivos..... Del Saltillo al Salado incendiaron casas y cargamentos que venian en camino, y temo haya yo tenido esa desgracia con lo que se me remitia de esa ciudad y de San Luis, pues no he tenido la mas leve noticia de su paradero.» En el periódico «El Cosmopolita» del 27 del mismo Enero, tomando la noticia de una carta que habian recibido sus

TOMO XII.

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redactores, decia: «Que una partida de indios, distinta de la que llegó al punto del Tanque, distante cinco leguas del Real de Catorce, hizo ochocientas víctimas, y se llevó doscientas mujeres prisioneras.» Estas mismas funestas noticias se presentó á darlas á conocer el ministro de la guerra D. Juan Nepomuceno Almonte á la cámara de diputados en la sesion del dia 3 de Febrero.

1841. Bien comprendia el gobierno la obligacion que tenia de poner un valladar á las irrupciones de los indios bárbaros, estableciendo de nuevo los presidios de la manera que estuvieron en la época vireinal; pero la necesidad de atender à diversos puntos á la vez, cuando las arcas públicas se hallaban sin numerario, le impedia favorecer á los pueblos amenazados. El reconocimiento de la independencia de Tejas por Inglaterra y Francia, hacia indispensable activar la expedicion y proporcionar el dinero necesario para atenderla y recobrar la provincia. Yucatan y Tabasco, que tambien se mantenian separadas, y cuyo ejemplo se temia que siguiera Chiapas, exigian que se enviasen competentes fuerzas para hacerlas volver á la obediencia. En esta aflictiva situacion, el gobierno se vió precisado á imponer nuevas contribuciones y dictar la ley de 11 de Marzo que imponia, durante la guerra con Tejas, el pago del tres al millar sobre fincas rústicas y urbanas. Conociendo la actividad del general D. Antonio Lopez de Santa-Anna y la influencia que tenia entre los habitantes de la costa, le confió la comandancia de Veracruz, con la mira de enviar una fuerte expedicion á someter á Yucatan y Tabasco. Santa-Anna solicitó refuerzo de tropas y oficiales sueltos de la capital, pidiendo

igualmente que fuese el general D. Valentin Canalizo, á quien pensaba confiar la expedicion. En el instante que se hizo cargo de la plaza, empezó á ponerla en buen estado de defensa para librarla de un golpe de mano de la escuadrilla tejana que cruzaba por aquellos mares y tenia asilo en Sisal y pacto de union con la flotilla de Yu

catan.

En medio de los cuidados y penalidades que le proporcionaban al presidente D. Anastasio Bustamante los obstáculos que se le presentaban por todas partes para conducir la nave del Estado, tuvo la satisfaccion de que el congreso le declarase benemérito de la patria, condecorándole con el diploma y la cruz correspondientes. Esta honrosa distincion, recibida de los representantes de la nacion, aumentó su deseo de procurar la felicidad de la patria; pero su noble empeño se encontraba contrariado por el oleage de los movimientos revolucionarios que aparecian en diversas direcciones.

Cuando el gobierno se ocupaba en reunir recursos y tropas para reducir al órden á las provincias disidentes, estalló en Guadalajara una revolucion, acaudillada por su comandante general D. Mariano Paredes y Arrillaga. Su primer acto fué rebajar los derechos que pagaban los efectos. Ya pocos dias antes se habia elevado en la capital de Méjico una representacion al gobierno, firmada por ciento quince personas, pidiendo la derogacion de la ley de 15 por 100 sobre la introduccion de efectos extranjeros; representacion que fué acompañada de otra que hizo el departamento de Jalisco en el mismo sentido. En ello estaban interesados los comerciantes que recibian

mercancías de Europa y varias casas consignatarias extranjeras. El gobierno no juzgó justo obsequiar la peticion, no solo porque le privaba de un gran recurso en las circunstancias aflictivas en que se encontraba, sino tambien porque consideraba que era perjudicial á la industria del país. Habiendo logrado los interesados en la derogacion de la ley, persuadir á D. Mariano Paredes que era conveniente á los intereses de la sociedad la modificacion en los derechos que se pagaban, llamó al gobernador D. Antonio Escobedo y le manifestó que la guarnicion, excitada por los comerciantes, trataba de pronunciarse de un momento á otro, segun los indicios que notaba, hallándose en igual disposición el paisanaje, á juzgar por las alarmantes conversaciones de numerosos grupos de gente del pueblo que se veian en todas las calles; y que, para evitar un conflicto, seria prudente quitar el motivo, moderando los derechos. El gobernador, estrechado de esta manera y temiendo que la ciudad fuese presa de los desmanes de los soldados y de la multitud, de acuerdo con la junta departamental, hizo que se publicase un bando rebajando los derechos. En él se decia, que mientras el congreso nacional se ocupaba de la modificacion ó reforma de las leyes á que se contraia aquella disposicion, solo se cobraria en el departamento de Jalisco, por derecho de consumo, el siete por ciento, en estos términos: el cinco en la capital y en la ciudad de Tepic, y el dos en los demás pueblos del departamento; que los efectos que se introdujesen en la capital del departamento con guias de la aduana terrestre de Tepic y hubiesen satisfecho el cinco por ciento en aquel punto, solo paga

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