Imágenes de páginas
PDF
EPUB

409

funcionasen de secretarios, tambien interinamente, á los generales D. Juan Nepomuceno Almonte y D. Bernardo Guimbarda. (1) Reunidos cuarenta y tres individuos, se procedió á la eleccion de presidente y secretarios de la junta. Hecha la eleccion, el señor arzobispo hizo mocion para que la eleccion de presidente interino de la república se hiciera por departamentos, nominalmente. Aprobada sin discusion, se procedió á la expresada eleccion, y fué nombrado, por unanimidad, presidente interino de la república, D. Mariano Paredes y Arrillaga. Prestado el juramento ante la junta que se reunió al siguiente dia en el salon de la cámara de diputados, el nuevo presidente manifestó sus nobles deseos de hacer la felicidad de la patria. «Designado por vosotros para regir interinamente

(1) Los individuos citados fueron los siguientes:

Aguascalientes.-D. N. Romero, y coronel D. N. Arteaga.-Californias.D. Manuel Castañares y D. Francisco Castañares.-Chiapas.-D. Ignacio Loperena y D. Manuel Larrainzar.-Chihuahua.-Generales D. José Ignacio Gutierrez y D. José María Irigoyen.-Coahuila.-D. Matías Royuela y Don Juan Mioqui.-Durango.-D. N. Guimiochipi, y D. N. N.-Guanajuato.-Don Lúcas Alaman y D. Luis Parres.-Jalisco.-D. Miguel Pacheco y D. Crispiniano del Castillo.-Méjico.-El Sr. arzobispo y el general D. Nicolás Bravo.-Michoacan.-Don Juan N. Almonte y Don Ignacio Anzorena.-Nuevo-Leon.-D. Bernardo Guimbarda y D. Francisco Lazo Estrada.-Nuevo-Méjico.-Don Diego Archuleta y D. N. Otero.-Oajaca.-D. Cárlos María Bustamante y D. Manuel Regules.-Puebla.-D. Manuel Diez de Bonilla y Don Miguel Arroyo.-Querétaro.-D. Miguel Barreiro y D. Cayetano Montoya.-San Luis Potosí.-Don Manuel Gordoa y D. Ignacio Sepúlveda.-Sonora.-Don Enrique Grimaret y D. N. N.-Sinaloa.-D. Pedro Verdugo.-Tamaulipas.-General Don Pedro de Ampudia y D. Ramon Garza y Flores.-Veracruz.-General D. José M. Tornel y D. Francisco Lerdo.-Yucatan.-Ilmo. Sr. D. Manuel Pardío, y teniente coronel D. Juan Cano.-Zacatecas.-D. Luis G. Gordoa y D. Luis del Hoyo.

TOMO XII.

los destinos de la nacion,» dijo á los individuos de la junta, «he prestado un juramento en que, poniendo al Sér Supremo por testigo de mis intenciones, estoy muy distante de engañar á mis conciudadanos con una de esas promesas que el pueblo escucha con indiferencia, porque rara vez son cumplidas. Lo que he jurado será siempre una verdad en San Luis Potosí me resolví á sacar á la nacion del fango de la ignominia, á levantarla al grado de poder y de gloria que fueron la inspiracion de Hidalgo y de Iturbide, cuya obra estuvo para menoscabarse ó perderse; y hoy, para cumplir con este santo propósito, me disteis los medios, y ellos serán empleados en bien y . utilidad de nuestra patria, agobiada de males y frustrada en todas sus esperanzas. No es la ambicion la que me conduce à una silla en que los riesgos y á las amarguras tanto abundan; y como no desconozco la dificultad de las circunstancias, mi conducta es un acto de resignacion, porque todo se debe á la patria que honra á sus hijos, y porque habiendo expuesto la vida en su defensa y prodigado mi sangre en los campos de batalla, el sacrificio de la quietud, y hasta el de la reputacion, es muy pequeño, cuando es preciso comprometerlo todo para salvarlo todo. Mi gloria será abrir para la nacion una era de felicidad; y cuando la haya conducido á este mismo sólio, á que disponga libre y soberanamente de su suerte, yo me retiraré al hogar doméstico, dando el primer ejem

1846. plo de sumision y respeto á la augusta voluntad.» Que las palabras pronunciadas en esta alocucion eran sinceras, hay motivo para creerlo. Paredes no era hombre ambicioso de mando; su probidad en el manejo

de caudales podia servir de modelo; y si como tenia cualidades excelentes para buen gobernante, hubiera sido, como general, menos inquieto y amante á promover cambios de gobierno, su nombre figuraria entre los primeros de su nacion.

pa

Para dar una prueba de desinterés y de amor á la tria en las escaseces pecuniarias en que esta se hallaba, renunció á los treinta y seis mil duros anuales que, como presidente le correspondian, y no quiso recibir mas que el sueldo de general que siempre habia tenido. El ministerio se formó de la manera siguiente: de hacienda, Don Luis Parres, militar retirado, y luego empleado por muchos años en aquel ramo, hermano del general del mismo apellido que habia fallecido ya: de relaciones, D. Joaquin de Castillo y Lanzas, que habia estado de encargado de negocios cerca del gobierno de Washington: de justicia, D. Luciano Becerra, obispo de Chiapas, hombre de vastos conocimientos, de instruccion y de talento: de guerra, el general D. Juan Nepomuceno Almonte.

El primer cuidado de Paredes fué el arreglo de la hacienda nacional y el dejar libres los caminos de un número considerable de ladrones que tenian acosados á los viajeros. Lo primero era indispensable para tener recursos propios con que atender á las necesidades del gobierno, sin imponer á los pueblos onerosas contribuciones que los empobreciese: lo segundo no era menos importante. Los caminos son para el cuerpo social, lo artérias para el cuerpo humano. Si aquellos están obstruidos por los malvados, ni el agricultor ni el comerciante envian sus efectos; el comercio y la agricultura se estan

que

las

can sin poder comunicarse de un punto al otro de la nacion; las poblaciones carecen de lo mas preciso, y, faltos de vida comercial, de activas relaciones y de movimiento, mueren para la riqueza y para la prosperidad. Paredes vió ir cobrando vida propia al erario nacional, y logró establecer la seguridad en los caminos, haciendo que se persiguiese sin descanso á los malhechores y que se les castigase pronta y severamente. Respecto de juego no desplegó menos actividad para destruir ese cáncer social que desmoraliza á los hombres, arruina á las familias y causa males sin cuento á las naciones. Otra de las providencias acertadas que tomó y que fué aplaudida aun por la prensa de la oposicion, fué la circular expedida el dia 7 del mismo mes, por el ministerio de hacienda. Esa circular que debia producir resultados importantes, tendia á cerrar la puerta á la multitud de ambiciosos pretendientes, sin mérito ninguno, que invaden, por desgracia, casi en todos los gobiernos, los empleos públicos, con perjuicio de los hombres aptos y honrados, y del buen servicio de la administracion. Otras muchas providencias dictó acertadas y justas que tendian á introducir el órden en los ramos que, hasta entonces, no obstante su vital interés, no habian alcanzado el favor de ser atendidos por otros gobernantes.

1846.

Admirador de la probidad y de la honradez, el nuevo presidente interino, sabiendo la noble conducta que habia observado su antecesor D. José Joaquin Herrera, dejando de cobrar su sueldo como presidente, para poder auxiliar con aquello mas al ejército que al fin vino á derrocarle, mandó que, á cuenta de los sueldos

atrasados que se le debian al expresado Sr. Herrera, se le diesen á éste mil duros, manifestándole que los hombres honrados jamás deben ser desatendidos, por mas que el erario estuviese, como estaba, completamente exhausto. Esta loable disposicion honraba así al que la recibia como al que la habia dictado. Pero á pesar de este y de otros rasgos nobles que indicaban la rectitud de principios del general Paredes, era imposible que se olvidase que su gobierno habia empezado por dar un golpe á la representacion nacional. Al ver disueltas las córtes conforme al primer artículo de sus proposiciones, los diputados de Michoacan y de Coahuila fueron los primeros en publicar en los periódicos, una protesta contra todo lo ocurrido en la revolucion, y especialmente contra la disolucion del congreso constitucional. El ejemplo de estos dos, fué seguido por otros diputados de diversos departamentos, y por último, por todos. En cambio de estas protestas, el gobierno recibió las satisfactorias noticias de haberse adherido al plan proclamado en San Luis Potosí por el general Paredes, las tropas de Querétaro, de Guanajuato, de Oajaca, de Puebla y de todas las demás ciudades y poblaciones de importancia. La revolucion, en consecuencia, habia triunfado definitivamente, y los hombres que se pronunciaron con el fin, segun sus protestas, de regenerar el país, se encontraban libres para emprender una marcha salvadora.

El presidente Paredes, esquivando el fausto, no quiso ocupar las ricas y ámplias habitaciones destinadas á los presidentes en palacio, sino que prefirió vivir con su familia, que era muy virtuosa, en su modesta casa que en

« AnteriorContinuar »