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1847. Creyendo el gobierno realizado el bello ideal de proporcionarse recursos abundantes con la publicacion de aquella ley, citó á muchos propietarios á palacio, halagado por la esperanza de que sobrarian compradores pa

ra los bienes de manos muertas. Pero se equivocó. La mayor parte de las personas citadas, no asistieron, y las pocas que concurrieron, pusieron varios impedimentos para comprar, no dando, por lo mismo, la ley otro resultado que el ódio que el gobierno se habia echado con ella. Disgustado de este inesperado desenlace, ó bien por otros

Por la que tiene en San Luis.

Por la que tiene en Veracruz..

OBISPADO De Puebla.

10,000

40,000

Por los bienes que tiene en el Estado de Puebla y territorio de Tlaxcala....

Por los que tiene en el Estado de Veracruz..

1.250,000

750,000

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motivos, salió del ministerio de relaciones el abogado Don Fernando Ramirez, y entró á desempeñar la cartera Don Manuel Crescencio Rejon, amigo íntimo de Santa-Anna, y ministro tambien en la pasada administracion de éste. Pero si en la capital de Méjico fué mal recibida la ley, en Querétaro causó un disgusto que muy pronto se dejó ver, llegando las pruebas á las vias de hecho. Al publicarse en aquella ciudad el bando respectivo de manos muertas, el pueblo, para estorbarlo, se reunió en considerable número, y se arrojó sobre la tropa. Hubo balazos; y aunque llegó el gobernador, otras autoridades y algunos vecinos muy respetables, la alarma cundió por toda la ciudad. Por fin se logró calmarla, y la ley se publicó en medio del descontento general.

Estas demostraciones del pueblo tenian al gobierno en continua alarma, y para evitar el ser derrocado, acudia á providencias arbitrarias que no lograban otra cosa que irritar mas y mas los ánimos. Una de las providencias que fué criticada por toda la prensa, fué la de mandar catear el convento del Cármen y otros, para ver si habia armas en ellos. El cateo se verficó escrupulosamente; pero nada se encontró; y los periódicos mas liberales criticaron aquel acto, como contrario á las garantías; pues era un allanamiento al hogar, contrario á la constitucion, dando por resultado el aumento del disgusto de los ciudadanos У el desprestigio de los gobernantes.

Como nadie se presentaba á comprar los bienes del clero, la ley quedó de hecho nulificada, y el gobierno imposibilitado de enviar á Santa-Anna los recursos indispensables. El país entero, viendo que las fuerzas de Tay

lor se aumentaban diariamente, y que las tropas mejicanas permanecian quietas en San Luis en número de diez y ocho mil hombres, clamaba porque el general en jefe saliese en busca de los invasores, pues creia que no era difícil alcanzar una victoria decisiva sobre Taylor que contaba con nueve mil. A este deseo laudable, se agregaba que la tropa habia gastado hasta mediados de Enero mas de un millon y medio de duros. Sin embargo, la permanencia de Santa-Anna en San Luis Potosí reconocia una causa justa. Era indispensable para marchar á buscar al

1847. enemigo en sus posiciones, instruir perfectamente al soldado; y como la mayor parte del ejército se componia de gente colectada por medio de la leva, se hacia indispensable aleccionarlo en el manejo de las armas. Nadie como Santa-Anna anhelaba el momento de salir al encuentro de Taylor; pero preciso es confesar que aun no tenia los elementos ni los recursos necesarios para emprender una marcha por medio del desierto, en lo mas riguroso del invierno.

Viendo que á pesar de las reiteradas comunicaciones pidiendo dinero, el gobierno nada le enviaba, SantaAnna mandó que se echase mano de noventa y ocho barras de plata que se hallaban en la casa de moneda de San Luis Potosí, pertenecientes á españoles. El consul español reclamó, manifestando á Santa-Anna que los españoles de San Luis, así como todos los habitantes de la ciudad, habian proporcionado al ejército muchos recursos: <<no es justo,» añadia en la nota, «que despues de tantos sacrificios, y en recompensa de tanta y tan buena voluntad, se ocupen las propiedades particulares, y con ello se

falte á las garantías de los individuos.» Santa-Anna contestó á esta nota, diciendo que la escasez le habia obligado á tomar aquella providencia; pero que del primer dinero que recibiese del gobierno, se pagaria el valor de las expresadas barras que ascendia á 112,000 duros. Mucho se criticó por la prensa este acto de Santa-Anna que, á la vez que atacaba la propiedad, ponia de manifiesto ante el gobierno de Washington, la falta de recursos para sostener la guerra. Empeñado Farias en querer hacer triunfar sus ideas políticas, y ocupado exclusivamente en sacar de los bienes del clero todos los recursos, no se cuidó de procurarlos de otras fuentes, y en consecuencia, el erario llegó á verse completamente exhausto. El ministro de hacienda D. Pedro Zubieta, viendo las dificultades de crear recursos, dejó la cartera, que entró á desempeñarla el 25 de Enero D. Francisco Suarez Iriarte. A la falta de recursos, á los amagos de una próxima revolucion, y á la falta de prudencia y tacto del gobierno, se unia la inseguridad en los caminos, donde eran frecuentes los robos, y las excursiones de los indios bárbaros por los Estados de la frontera.

Méjico, á quien la providencia favoreció con inagotables y abundantes minas de oro y plata, con un terreno vastísimo y exuberante; Méjico, que pudiera considerarse como el país mas favorecido por el Sér Supremo, se encontraba, en aquellos momentos, falto de recursos. Las revoluciones promovidas por ambiciosos generales por espacio de veintiseis años; los cambios continuos de gobierno; los continuos empréstitos, las multiplicadas contribuciones y gabelas impuestas por cada nuevo gobernante;

la falta de órden en la administracion; el infinito número de empleados para cada oficina; la arbitrariedad de cada jefe de pronunciamiento para apoderarse de las semillas y

1847. ganado de las haciendas por donde pasaba, arbitrariedad que cometia á su vez el jefe del gobierno que marchaba á batirlo, sin que ni el uno ni el otro indemnizara al dueño; el despilfarro continuo en la hacienda pública y la precaria y corta existencia de los gobierhabian conducido á la nacion al aflictivo estado en que se encontraba, paralizado el comercio, sin vida la agricultura, y muertas las artes Ꭹ la industria.

nos,

El vice-presidente D. Valentin Gomez Farias, obcecado por sus ideas, nombró el 26 de Enero una nueva junta para que procediese á la venta de los bienes del clero, con la pena de privacion de empleo á los que rehusasen tal cargo; y en esta, lo mismo que en la primera, la mayor parte prefirió perder su empleo, á servir en una cosa que repugnaba á su creencia. Para que la poblacion no pudiese burlar las providencias del gobierno, previno éste á todos los escribanos, notificasen á los inquilinos que ocupaban fincas del clero, que no entregasen la renta á los mayordomos y demás administradores de los bienes de manos muertas, sino que los reconociesen en favor del gobierno. Una gran parte de los escribanos se negó á servir en lo que se les pedia, y al escribano Cuevas se le multó con una cantidad fuerte. Por causa igual fué tambien multado el Sr. Mendez, agregando á esta pena la de suspension de ejercer las funciones de escribano. Esto era atacar la conciencia de las personas; y el público, así como la prensa, levantó el gritò contra aquellos actos, di

TOMO XII.

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