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lacio, era preciso atravesar las dos calles de Plateros, que son las principales de Méjico. Los balcones estaban literalmente llenos de señoras de la alta aristocracia. El batallon Victoria, compuesto, como hemos dicho, de comerciantes y propietarios, precedido de una selecta banda de música, emprendió su marcha entre un inmenso gentío que le victoreaba y que apenas le dejaba andar. Al entrar en las calles de Plateros, una lluvia incesante de flores, arrojadas por las bellas que ocupaban los balcones y agitaban sus pañuelos, cayó sobre aquellos voluntarios que se habian opuesto á la realizacion de un decreto que en aquel momento recibia una nueva prueba de la reprobacion general. Estas mismas manifestaciones de parte de todas las clases de la sociedad, y esta misma lluvia de flores enviada por las señoras mas distinguidas, se repitieron el dia en que el batallon Hidalgo, compuesto de empleados, relevó al de Victoria, así como cuando el batallon Independencia, formado de honrados artesanos, médicos, escritores y abogados, fué á relevar al de Hidalgo.

La llegada de Santa-Anna á la capital fué un bien de inapreciable precio. Con su presencia se puso término á las discordias, para no pensar mas que en la defensa de la patria. Con aplauso de todo Méjico hizo que se pusiera inmediatamente en libertad á todas las personas que se habian reducido á prision por causas políticas durante la asonada, y la ciudad le fué deudora en esos dias de su tranquilidad y de su reposo. Santa-Anna, con efecto, tuvo el talento de no ofender á ninguno de los dos partidos, fué el salvador de la sociedad.

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Con la terminacion de las disensiones políticas, el entusiasmo patriótico se habia reanimado, y nadie pensó ya en otra cosa que en combatir contra los invasores norteamericanos que se presentaban por el puerto de Veracruz, bajo el mando del general de los Estados-Unidos Scott. El gobierno de Washington, convencido de que plan de operaciones presentaria mas ventajas para sus fines desembarcando un ejército en Veracruz, que el abrazado al principio y puesto en planta por el general Taylor, se resolvió á tomar el puerto principal de la república mejicana, y marchar desde allí sobre la capital, que dista noventa y tres leguas y media. Aceptado el nuevo plan, fué nombrado el general Winfield Scott, á fines de Noviembre de 1846, general en jefe del ejército de los Estados-Unidos en Méjico, para que llevase á efecto la empresa. Winfield Scott trabajó con actividad en disponer cuanto era necesario para la campaña antes de salir de los Estados-Unidos, y reunió las mejores tropas con que contaba su nacion. Arreglado todo, se embarcó para Tampico, donde tenia que recoger algunas fuerzas y dictar algunas disposiciones militares para la campaña. La isla de Lobos situada al Sur de Tampico, á cosa de ciento veinte millas de Veracruz, fué el punto de reunion que señaló á todas las fuerzas que debian extenderse por la costa, á la menor distancia posible de la capital. En los primeros dias del mes de Marzo de 1847 se hallaban ya en la expresada islita de Lobos, doce mil hombres de tropas norte-americanas y ciento sesenta y tres buques para transportarlos con todo el tren de campaña necesario. Embarcado el ejército el 7 de Marzo, se hizo inmediata

mente á la vela la flota, y el 9 saltaron todas las tropas á tierra por la playa de Collado, sin que los mejicanos pudiesen impedir aquel desembarco por falta de un cuerpo de ejército que maniobrase fuera de Veracruz, ocupando á la vez la isla de Sacrificios, que es la mas próxima á la expresada ciudad. El dia 13 ocuparon Vergara, y el asedio de la ciudad fué ya completo por mar y tierra. Hecho el reconocimiento de la plaza y desechada por el general mejicano Morales que mandaba en jefe, la rendicion de la ciudad que le intimó, Scott señaló un breve espacio para que saliesen de ella las mujeres, los niños y los ancianos así como los cónsules extranjeros, pues manifestó que iba á romper los fuegos sobre la plaza.

1847. Mientras el ejército norte-americano, con todos los elementos necesarios para la lucha, preparaba su escuadra y situaba su gruesa artillería por la parte de tierra para batir á un tiempo los débiles muros de la poblacion Ꭹ el castillo de San Juan de Ulua, veamos los recursos y gente con que contaban los que se disponian á resistir su ataque y defender la ciudad. Es sensible tener que referir el abandono en que el gobierno mejicano habia dejado ese punto que debia haber sido atendido con preferencia á todos, no solo porque era el puerto principal de la república, sino porque apoderados de él los invasores, tenian un camino mas llano y fácil para llegar á la capital, marchando por poblaciones abundantes donde podrian abastecerse de víveres y de cuanto les fuese necesario. Lejos de haber destinado una respetable fuerza que pudiera oponerse á verificar un desembarco en la costa á robustecer la defensa de la plaza, se habia hecho que

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fuesen de ella á la capital, cuando Santa-Anna volvió de su destierro, algunas tropas que estaban ya aclimatadas á fuerza de sacrificios y de pérdida de gente. La guarnicion que tenia Veracruz, no ascendia mas que á tres mil trescientos sesenta hombres de todas armas. La del castillo de San Juan de Ulua se componia de mil treinta hombres. (1) Corta era ciertamente la fuerza que contaba la

(1) Se componian esas fuerzas de los siguientes cuerpos:

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Artillería de guardia nacional, teniente D. Antonio Sosa.

80

Zapadores, comandante D. José María Parra..

100

Regimiento número 8, coronel D. José Félix Lopez.

140

Un piquete del número 11, capitan D. Miguel Camargo.

41

3.o Ligero, capitan D. Juan J. Sanchez. .

150

Idem de Coatepec, Veracruz..

Libres de Puebla, de guardia nacional, coronel D. Pedro M. Herrera..
Guardia nacional de Orizaba, coronel D. José Gutierrez Villanueva.
Idem de Veracruz, coronel D. José Luelmo.

Batallon activo de Oajaca, coronel D. Juan Aguayo.

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Idem, idem de Tehuantepec, comandante D. Manuel Prieto..

60

Total de la guarnicion de la plaza.

.

3360

GUARNICION DEL CASTILLO DE ULUA.

Artilleros, coronel D. Mariano Aguado..

Batallon activo de Puebla, comandante D. Fernando Urriza.

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450

180

150

Compañías de los batallones de activos de Tuxpan, Tampico y Alvarado, capitanes D. Miguel Argumedo y D. Eligio Perez.

Total de la guarnicion del castillo.

250

1030

plaza para poder oponer una defensa larga y vigorosa contra un enemigo cuya escuadra numerosa, provista de artillería de poderoso alcance, iba á atacar sus muros por la parte de la mar, mientras un respetable ejército debia acometer con cañones de no menos alcance, por tierra. No ignoraban los defensores de Veracruz que los ingenieros habian declarado mucho antes de que el caso en que se encontraban llegase, que para poder hacer una defensa con esperanzas de buen éxito, era preciso que se contara con un cuerpo de ejército de cinco mil hombres. que operasen fuera de la plaza, protegido por los fuegos de esta. Y sin embargo de que no contaban con ese auxilio ni con otro alguno, puesto que en esa fecha el gobierno de Farias ocupaba sus tropas en batir á los sublevados en la capital y Santa Anna no llegaba á ésta, los defen

1847. sores de Veracruz se resolvieron á morir defendiendo la ciudad, haciendo ese heróico y noble sacrificio por la patria. Las baterías de los sitiadores, compuestas de piezas de artillería de á treinta y dos y de bomberos de á sesenta y ocho, estaban situadas en los puntos desde donde mas daño pudieran causar á la ciudad. Hecha la intimacion por segunda vez á la plaza á las dos de la tarde del 22, dando á su guarnicion dos horas de plazo para entregarla, y vuelta á desechar por el general Morales, los sitiadores rompieron inmediatamente las hostilidades. El fuego de cañon sobre el castillo y la ciudad fué horroroso. Mil quinientas bombas arrojaron en cuarenta y ocho horas los morteros de los sitiadores sobre aquella reducida poblacion de 9,647 habitantes. Los buques de guerra, en combinacion con las fuerzas de tierra estuvieron lanzando,

TOMO XII.

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