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los Estados Unidos llevaban la guerra para combatirlo, equivalia á decir que la expedicion se habia enviado para luchar contra una fantasma. El objeto de la proclama no fué otro, que el de mantener vivos los ódios entre los partidos para alcanzar sus fines. No logró, sin embargo, su deseo, pues los mejicanos comprendiendo la falsa política de la república vecina, se propusieron combatir sin descanso contra los invasores.

1847. Los españoles radicados en Méjico, llevados de su afecto natural hácia los mejicanos, se manifestaron, desde el principio de la guerra, enemigos de los norte-americanos. El gobernador del Estado de Veracruz D. Juan Soto, valiente y patriota mejicano, conociendo ese afecto íntimo que los españoles establecidos en el país consagraban al suelo en que vivian, en que tenian familia y numerosos amigos, en una circular que expidió invitando á todos los habitantes del Estado á tomar las armas en defensa de la patria, hacia la misma invitacion á los españoles, no dudando que tomarian parte en la contienda. Con efecto, pronto se presentaron varios, ofreciendo sus servicios, y entre ellos, D. José María Cobos, que despues llegó á figurar en el partido conservador, y que entonces era un jóven de veinte y dos años, establecido en la villa de San Juan Coscomatepec. Cobos habia ido á Méjico en 1839, de edad de catorce años, y todos sus mas tiernos afectos de amistad pertenecian, por lo mismo, al país en que vivia y en que habia pasado los mas bellos años de la vida. Mirando el suelo mejicano con un cariño casi igual al de su patria, y guiado por la justicia de la guerra que sostenia Méjico, se presentó á combatir contra

TOMO XII.

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los invasores, y sostuvo, á sus espensas, durante la guerra, dos dragones equipados completamente, dió algunas cantidades en numerario para facilitar la marcha de la guardia nacional de San Juan Coscomatepec, y se alistó voluntariamente en un escuadron que mandaba el valiente mejicano D. Francisco Vargas Camaron. (1) Otros varios españoles se pusieron al frente de algunas guerrillas, figurando entre ellos de una manera notable, por los buenos servicios que prestaron á la causa mejicana, Martinez y el padre Jarauta. Tambien llamó la atencion un hecho de un rico propietario español, D. Gregorio Mier y Teran, hombre instruido, amante del país en que habia hecho una gran fortuna, y muy apreciable en Méjico por su desprendimiento en las aflicciones del gobierno. Avisándole el administrador de unas notables fincas rústicas que poseia al Norte de la república, presa entonces de los invasores, de que solamente podria librarlas de las depredaciones de las tropas de los Estados-Unidos acogiéndose al pabellon español, contestó que, «aunque español, >> apreciaba en mas el carácter de ciudadano mejicano, que >> todos sus bienes.» Palabras que expresan el cariño que los españoles, con muy raras excepciones, consagran á Méjico, y que la prensa mejicana elogió como correspondia elogiar una conducta tan noble y tan hidalga. Desde el momento que la plaza de Veracruz cayó en poder de los norte-americanos, se formaron varias guerrillas mejicanas que se propusieron molestar á las tropas invasoras tan pronto como emprendiesen su marcha hácia Méjico.

(1) Manifiesto de D. José María Cobos, publicado en 1857, en Zacatecas.

Entre esas guerrillas se distinguieron por los muchos convoyes quitados á las tropas de los Estados-Unidos, la mandada por D. Climaco Rebolledo y la que estaba á las órdenes de D. Vicente Rosas.

1847.

neral.

El deseo de combatir por la patria era ge

El entusiasmo era grande y en todas partes se aprestaban para la lucha. La disposicion del país entero para defender la patria no podia ser mejor.

El éxito, pues, de aquella guerra dependia, en gran parte, del acierto en las disposiciones del general que se hallaba encargado de dirigir la campaña, y de la eleccion de jefes á quienes confiase el mando de puntos impor

tantes.

Habia muchos generales y jefes que habian llegado á esos elevados grados por las continuas revoluciones en que tomaron parte y no por su mérito y saber, mientras existian otros de verdadero mérito que habian ascendido menos por ser leales siempre á los gobiernos establecidos, y era de temerse que muchos de los segundos fueran pospuestos á varios de los primeros.

En las batallas, la pérdida de un punto mal defendido por la falta de valor ó de pericia de un jefe, puede decidir la accion, por entendidos y valientes que sean los jefes de los demás puntos.

De la eleccion de ellos de parte del general en jefe, así como de las disposiciones de éste y de su atencion á la opinion de ingenieros de mérito que le acompañaban, dependia la suerte de las armas. Desgraciadamente, para los mejicanos, los hechos habian venido á demostrar que

al denuedo y actividad del general en jefe, no correspondian su ciencia en el arte de la guerra ni sus combinaciones militares, ni aun la acertada eleccion en los hombres encargados de ejecutarlas, y esto hacia que en medio del entusiasmo general por la defensa de la patria, apareciesen en algunos Estados varios gobernantes partidarios de

la paz.

Sobraba, pues, el valor personal á los habitantes de todos los Estados; pero faltaba la fuerza moral en varios de sus gobernadores, y esto hacia que no acudiesen en auxilio del gobierno general con todos los recursos de que podian disponer.

CAPITULO IX.

Presidencia de D. Pedro María Anaya.-El gobierno dirige comunicaciones enérgicas á los gobernantes de los Estados para que ayuden al gobierno.Varios auxilian eficazmente, pero otros se mantuvieron frios espectadores de los acontecimientos.-Toma posiciones Santa-Anna en Cerro-Gordo.-Atacan los norte-americanos las posiciones para reconocerlas, y son rechazados. -Batalla de Cerro-Gordo ganada por Scott.-Proyecto del gobierno mejicano para hacer desertar tres mil irlandeses del ejército invasor.-Se levantan fortificaciones para la defensa de Méjico.-Quita Jarauta un convoy á los norte-americanos.-Accion en el punto llamado el Calabozo, ganada por los mejicanos.-Scott admite al servicio de su ejército veintidos criminales de la cárcel de Puebla y forma con ellos una contra-guerrilla.- Scott ofrece igual libertad á los demás presos, pero la rechazan.-Se anuncia con un cañonazo, la aproximacion de los invasores á la capital.-Entusiasmo del ejército y la guardia nacional.-El fuerte del Peñon.-Es visitado por las señoras principales de Méjico.-Accion de Padierna en que es derrotado Valencia. -Accion en el Puente de Churubusco y hacienda de los Portales.-Toma del convento de Churubusco.-Se celebra un armisticio.-Proposiciones de paz.-No se celebra esta.-Entran por víveres á la capital algunos norteamericanos, con carros.-Son apedreados por el populacho.-Vuelven á romperse las hostilidades.

1847.

1847.

Al siguiente dia de haber tomado Don Pedro María Anaya posesion de la silla presidencial, convo

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