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convento de Churubusco y que hacian sobre los invasores un fuego mortífero, pidieron que les enviasen municiones: el general Santa-Anna les envió un carro cargado de ellas, y de refuerzo las compañías de San Patricio Ꭹ las de Tlapa.

1847. Los invasores dispusieron entonces una nueva columna que se interpuso entre el puente de Churubusco y el convento del mismo nombre, amagando envolver ambas posiciones. Al notar este movimiento, y con el fin de evitar el avance de los flanqueadores, Santa-Anna se dirigió con el 4.° ligero y el 11 de línea, á la hacienda de los Portales, á un cuarto de legua á retaguardia: colocó una parte de la infantería en la azotea de una casa situada junto á la calzada, dispuso que el resto de la fuerza permaneciese al pié, y poco despues comenzó desde este punto un fuego vivísimo. El ataque del puente cesó por aquellos momentos, por haberse dirigido los norte-americanos bácia la derecha. En los mismos instantes llegaba el general mejicano D. Nicolás Bravo por los potreros con una ligera fuerza, restos de los salvados de San Antonio: el general Perez le hizo saber que no tenian ni un solo cartucho y que estaban cortados; los soldados se alarmaron con esta noticia y se desbandaron en todas direcciones: los invasores se apoderaron entonces, sin resistencia, del puente de Churubusco, y dispararon, con los cañones abandonados por los mejicanos, sobre las tropas fugitivas.

Entre tanto el ataque sobre la hacienda de Portales se empeñó con doble ardor: las tropas de los Estados-Unidos se derramaban en tiradores en la llanura y avanzaban. El general Quijano, á la cabeza de los Húsares, Veracruz

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y restos de la caballería de la division del Norte, se presentó en aquel punto; dispuso una carga, se tocó á degüello; pero al acometer, se encontraron los escuadrones con una zapa, y acribillados por las balas enemigas, se vieron obligados á retirarse, y poco despues hicieron lo mismo el general Santa-Anna y todas las fuerzas con direccion à la capital, perseguidas por los invasores hasta la puerta de San Antonio, quedando solos, batiéndose en su puesto, los defensores del convento de Churubusco. Al llegar á la garita ó puerta de San Antonio, Santa - Anna mandó hacer fuego sobre una fuerza de caballería norteamericana: los cañones dispararon sobre ella á metralla, y el oficial que iba á su cabeza y que habia penetrado á caballo, dando mandobles por un lado de la muralla, cayó herido sobre la esplanada y fué hecho prisionero. El combate habia empezado á las once de la mañana en el puente de Churubusco y eran las cuatro de la tarde cuando las tropas mejicanas se encontraban en su segunda línea, situada en las puertas de la capital. Una hora despues se escuchaba aun hácia el rumbo del convento de Churubusco el ruido lejano de la artillería.

He dejado exprofeso para el último hablar de la defensa hecha en este punto, por creerla digna de llamar la atencion del lector. Voy, pues, á ocuparme de ella. Churubusco es una aldeita que se presenta á dos leguas de la capital de Méjico, situada en un lugar pantanoso, pero exuberante, en que se produce con sorprendente abundancia el maíz. Sus laboriosos habitantes viven en humildes chozas hechas de tierra ó de adobe, y su ocupacion es el cultivo de las milpas que se extienden hasta la iglesia del

pueblo que se conoce con el nombre de convento de Churubusco. Esta aldeita de poca importancia, pero cuyo nombre

por

1847. se ha hecho inmortal desde los acontecimientos que voy á narrar, se encuentra colocada en la confluencia de los dos caminos de Coyoacan y Tlalpam, viniendo á formar, por decirlo así, el vértice del ángulo que ambas calzadas presentan. El convento, aunque de construccion sólida, no podia considerarse como una fortaleza para resistir mucho tiempo los ataques de la artillería, sino mas bien como un punto para contener, de pronto, los avances de los invasores. Cierto es que se habian construido para hacerle defendible, algunas fortificaciones á veinte pasos de la puerta, y que se le rodeó de anchos fosos llenos de agua que manaba del mismo terreno; pero aquellas fortificaciones se habian hecho tan á prisa y eran tan débiles é incompletas, que el parapeto solamente se levantaba en el frente y el costado izquierdo, y esto sin concluir en muchas partes, no habiéndose llegado á extenderlo ni por el flanco derecho de la posicion, ni por la azotea del con

vento.

En los momentos en que los norte-americanos atacaban á Valencia en su posicion de Padierna, no habia en Churubusco mas que un cañoncito de á cuatro; pero al llegar el general Santa-Anna al puente de Churubusco, mandó que se llevasen cinco cañones de los de las divisiones que, como dije, se retiraban, excepto la brigada del general Perez que quedó en el puente, lácia las puertas de la ciudad en que se levantaba la segunda línea. Al tener noticia de que los norte-americanos se aproximaban, los defensores del convento de Churubusco se dispusieron

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