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Gamboa acusaba á Santa-Anna de traidor á la patria. Estas acriminaciones mútuas, venian á interrumpir la armonía, á romper el lazo de union y á introducir la desconfianza en todas las clases de la sociedad. Lo que en tiempos de calma y paz no hubiera pasado de una cuestion personal, era en aquellos momentos de grande trascendencia, y por lo mismo, altamente imprudente el tocarla. Parecia que la fatalidad se habia propuesto desde el principio de aquella guerra, impedir la union de los mejicanos en la contienda mas vital para la nacion.

El dia 6 de Setiembre pasó el general norte-americano Scott una nota al gobierno mejicano en que en lenguaje altanero decia que el armisticio quedaba roto por haberlo violado Méjico; que en tal virtud se hallaba su ejército con el derecho de romper las hostilidades sin anunciarlas; pero que no obstante lo expuesto, concedia al gobierno mejicano el tiempo necesario para una explicacion, una satisfaccion, y si era posible una reparacion: <«<de lo contrario,» añadia en su altiva nota, «declaro >>ahora mismo formalmente, que si no recibo una satis>>faccion completa de todos estos cargos antes de las doce »del dia de mañana, consideraré el expresado armisticio >>como terminado despues de aquella hora.» El lenguaje duro del general Scott indignó justamente al general Santa-Anna, quien no queriendo que el país sufriese en silencio aquel insulto, contestó en el mismo dia, diciendo que no habia sido Méjico, sino el ejército de los EstadosUnidos, el que habia violado el armisticio. «Silencio he >> guardado hasta ahora,» añadia en su contestacion el general Santa-Anna, «por no entorpecer una negociacion

1847.

se dió

>>que prestaba esperanzas de terminar una guerra escan>>dalosa, y que V. E. ha caracterizado con el nombre de »>desnaturalizada, tan justamente. Mas no insistiré en >>ofrecer apologías, porque no se me oculta que la verda»dera, la indisimulable causa de las amenazas de rompi>>miento de hostilidades, que contiene la nota de V. E. es >>que no me he prestado á suscribir un tratado que me>>noscabaria considerablemente, no solo el territorio de la >>República, sino tambien esa dignidad y decoro que las >>naciones defienden á todo trance. Y si estas considera>>ciones no tienen igual peso en el ánimo de V. E., suya >> será la responsabilidad ante el mundo, que bien pene>>tra de parte de quien está la moderacion y la justicia.» Al enviar esta contestacion al general Scott, por terminado el armisticio y comenzaron de nuevo en la ciudad los preparativos de guerra. La campana mayor de la catedral que era la destinada á dar la señal de alarma, sonó imponente, y por todas partes no se veia mas que hombres, empuñando el fusil que acudian al puesto tenian señalado. La lucha iba á empezar que de nuevo. A las batallas de Padierna y Churubusco iban á seguir otras igualmente sangrientas y terribles. Sin embargo, la verdad histórica exige que digamos que la nota pasada por el general Scott á Santa-Anna no envolvia una acusacion justa. La conducta observada por los mejicanos durante el armisticio, se habia ceñido completamente á los artículos firmados. En el parte oficial que el general Scott envió al gobierno de Washington poniendo las causales que originaron el rompimiento del armisticio, manifiesta que este fué violado por los mejicanos, levantando

obras de fortificacion tanto en la ciudad como en las inmediaciones. Pero el que hiciesen algunas mejoras, y aun que levantasen nuevas fortificaciones en la línea que ocupaban, no era contravenir á los convenios celebrados. En uno de los artículos del armisticio se decia que no se podrian levantar obras de fortificacion ofensivas ó defensivas entre los límites de uno y otro campo; pero no en los limites que tenia cada ejército; y los mejicanos no hicieron ninguna obra entre los límites, pero ni aun en los límites en que tenian su línea. «Es falso,» decia el general Santa-Anna, contestando al general Scott, «que alguna obra nueva de fortificacion se haya emprendido, porque uno ú otro reparo ha servido para restablecerlas en el estado tenian el dia del armisticio, porque que casualidades ó conveniencias del momento, habian hecho destruir las obras preexistentes. » En seguida el general mejicano acusaba á Scott de haber sido él quien no habia respetado lo convenido. «Muy anticipadas noticias habia adquirido,» le decia, «del establecimiento de una batería cubierta con la tapia de la casa llamada de Garay, en esa villa, y no habia reclamado, porque la paz de dos grandes repúblicas no podia hacerse depender de cosas, graves en sí mismas, pero que valen poco respecto del resultado en que se interesan todos los amigos de la humanidad de la felicidad del continente americano.» (1)

y

(1) El apreciable historiador norte-americano Greeley, que sin duda no tuvo oportunidad de ver la nota en que Santa-Anna contestó al general Scott, dice que «parece que el general Santa-Anna se habia ocupado con la mayor actividad durante el armisticio, en aumentar sus fortificaciones á pesar de ha

1847. No hubo, pues, de parte de Santa-Anna, falta ninguna en el cumplimiento de lo pactado en el armisticio. Lo que hay de cierto es que, mal informado el general norte-americano Scott, creyó que en el Molino del Rey, donde estaba establecida una fundicion de cañones, se encontraba un material de guerra considerable, y deseando tener un pretesto para destruirlo, se valió que indicado dejo.

que,

del

Rotas las negociaciones, el general Scott eligió para dar el combate el punto del Molino del Rey, del que una vez retiradas las fuerzas mejicanas, le dejaba abierto el paso para la capital. Como el hecho de armas de que voy á ocuparme fué uno de los mas notables que se dieron en el valle de Méjico, quiero dedicarle el siguiente capítulo, á fin de dar á conocer el terreno que sirvió de teatro á hechos memorables, y á varios de los hombres que dejaron con su valor y con su muerte, un nombre imperecedero en las páginas de la historia.

ber estipulado no hacerlo así, y además se supo que se habian fundido varias campanas de las iglesias para hacer cañones.» Que ha sufrido un error en lo primero, está manifestado por la contestacion de Santa-Anna. Respecto de lo segundo puedo asegurar firmemente que no se hizo uso de campana ninguna para construir artillería.

CAPITULO X.

Batalla en el punto llamado Molino del Rey.-Son rechazados varias veces los norte-americanos.-Ataque al castillo de Chapultepec.-Abandona SantaAnna con su ejército la ciudad de Méjico.-Entra en ella el ejército norteamericano.-Lucha en las calles de Méjico.-Se hace ver que no es cierto que Santa-Anna pusiese en libertad á los presos de las cárceles.-Proclama del ayuntamiento, calmando los ánimos.-Se acerca Santa-Anna por dos veces á la ciudad, pero vuelve á alejarse.-Pasa una circular á los gobernadores de los Estados, manifestando que está resuelto á continuar la guerra.Santa-Anna da un decreto facultando al gobierno para que eligiese por residencia el punto que gustase.-Renuncia Santa-Anna á la presidencia.-Se dirige hacia el rumbo de Puebla.

1847.

1847.

Con el nombre de Molino del Rey, es cono

cido un edificio situado al Occidente del cerro de Chapul

TOMO XII.

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