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algunas onzas, ya las he mandado repartir entre algunos menesterosos de mis amigos y compañeros de armas: y despues dirán que tengo depósito; ¡ ojalá lo tuviera para mandar á Ud., siquiera mil pesos para que pagara

sus cuentas!

Adios, mi querido amigo Peñalver.

Soy de Ud. siempre su mejor amigo,

BOLIVAR.

Señor Juan Rodríguez de Toro.

Sabana Larga, Noviembre 21 de 1820.

Mi querido Juan.

Hoy he tenido una emocion tiernamente agradable, al recibir tus letras. Ellas reunieron en un momento muchos recuerdos y sentimientos de mil especies. Al saberte al alcance de mi vista, he olvidado que vienes empleado por el enemigo; y sólo he sentido que eres el antiguo, bueno y compasivo Juan Toro. Si el pobre Marques y Fernando estuvieran aquí con nosotros, qué agradable momento habrian experimentado.

La cosa del Teniente Coronel Pita, me produjo una irritacion de que no puedes formar idea: todavia estoy malo de ella. Yo no pude menos que pensar que nuestra moderacion habria animado á nuestros enemigos á ultrajarnos; y como Udes. venian empleados por ellos, era su deber cumplir con las instrucciones que hubiesen recibido. Por consiguiente, teniendo yo la mayor consideracion y respeto por Udes., me pareció pru

dente evitar una escena de dolor con personas que me tienen arrebatado el corazon.

Mañana en todo el dia podré ir á Trujillo, si acaso mejoro del cólico que he padecido de ayer á hoy: mientras tanto puedes ofrecer á los señores Correa y Linares, los sentimientos más puros de mi aprecio y consideracion.

Adios mi querido Juan: recibe un abrazo de tu tierno amigo,

BOLIVAR.

Exmo. señor General Pablo Morillo.

Trujillo, 30 de Noviembre de 1820.

Con mucha satisfaccion he recibido, mi estimado amigo, las primeras letras confidenciales y amistosas que Ud. se ha servido dirigirme con el amable Teniente Arjona. Iguales recuerdos, iguales sentimientos hemos experimentado por acá todos los que hemos tenido la ventura de conocer á Ud. y á sus dignos compañeros de

Parece que una mutacion universal se ha hecho en nuestras sensaciones para verlo todo bajo el aspecto más lisonjero. Por mi parte confieso que mi corazon se ha mudado con respecto á mis nuevos amigos. No hay momento que no recuerde algunas ideas, alguna sensacion agradable, originada de nuestra entrevista. Yo me doy la enhorabuena por haber conocido á hombres tan acreedores á mi justo aprecio, y que al traves de los peligros de la guerra, no podiamos ver sino cubiertos de las sombras del horror. Nuestro Teniente Arjona ha tocado las dificultades que existen para elevar el mo

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numento consagrado á nuestra reconciliacion à la tregua y el derecho comun de los hombres. Bien merecia este monumento ser tallado sobre una mole de diamantes, y esmaltado de jacintos y rubíes; pero está construido de nuestros corazones. El teniente Arjona dirá á Ud. sus ideas sobre este particular. Yo me refiero á él. He recorrido ligeramente el manifiesto que Ud: ha dado y lo he visto con placer, porque hace la apología de un hombre benemérito de su patria. No me he ofendido porque el lenguaja de la guerra es de etiqueta, y está recibido como un lenguaje de convencion para dañar al contrario. Nada sino las malas acciones, debe molestar á los hombres sensatos. Todos nuestros amigos comunes han, agradecido sobremanera las expresiones de aprecio con que 'd. les ha honrado y las retornan con la más fina voluntad. Haremos, sin embargo, mencion muy particular de nuestro General La Torre, que nos ha agradado infinito; del elegante Coronel Tello; y del precioso amigo Caparros, que tanto nos ha enamorado por su bellísima índole, como por su expresiva fisonomía.

Acepte Ud., mi querido General y amigo, los testimonios de mi alta consideracion y aprecio.

B. L. M. de Ud.,

BOLÍVAR.

Al Teniente Coronel Gómez, el viejo.

Cúcuta, 24 de diciembre de 1820.

Mi estimado Gómez.

Tenga Ud. la bondad de suplir por mi cuenta al Coronel Plaza quinientos pesos, que con su recibo yo

los pagaré cuando mejore de suerte. Lo mismo le pido haga con cuatrocientos, que he mandado entregar aquí de la baja de la Guardia. Así, ésta suma la entregará Ud. al General Urdaneta.

Siento no verlo y me alegro que esté bueno ya.

BOLIVAR.

P. D.-Véala el Coronel Plaza, y mándela para recibir el dinero.

BOLIVAR.

AÑO DE 1821.

Al señor General Páez.

Mi querido General:

Enero 18 en Bogotá.

He recibido ayer con el mayor gusto y sentimiento sus cartas de Ud. sobre caballos y ganados. Sobre este particular ya he contestado que prefiero el que perezcan las tropas, á que se gasten los caballos mansos del Ejército. Así, mande Ud. el ganado que se pueda coger, y si no se puede hacer la campaña por falta de ganados, no la haremos, y llevaré á Quito las tropas que no se puedan mantener en Venezuela.

Sobre vestidos he mandado que le lleven á Ud. cuatro mil, y poco más necesitará el Ejército de Ud. para que tenga dos vestidos cada hombre en el año.

Sobre dinero, hay tanto que decir, que no acaba ría nunca. Daré á Ud. una idea. El Ejército del Sur se ha destruido porque no ha habia con qué mantenerlo ni vestirlo; y lo mismo le sucederá á la Guardia si no le mandamos mensualmente 10.000 pepesos. Estamos manteniendo una marina en Cartagena, un Ejército allí, otro en Santa Marta contra Maracaibo. En el Sur hemos comprado un gran parque que vale más de 300.000 pesos á pagar de contado y á plazo de algunos meses: tenemos que mantener el Congreso que vale más de 100.000 duros, y aunque ningun soldado tiene sueldo, estos señores no quieren perdonar los suyos, sin que yo pueda con ellos. Ud. se queja

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