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presidente Nariño, por el cual doy mi dimision al Congreso. Al General Nariño le escribo una larga carta, digale Ud. que se la comunique. Mi opinion es que el Presidente debe ser militar de Cundinamarca, y el Vicepresidente paisano de Venezuela. Tome Ud. interes en que esto se haga así, si es de su aprobacion, mas interésese Ud. aunque sea contra su conciencia, eu que se me admita la dimision. Esté Ud. bien cierto que jamas seré Presidente aunque se me nombre una y mil veces, terminando al fin por desertar. Estoy can sado de mandar esta República de ingratos: estoy cansado de que me llamen usurpador, tirano, déspota: y más cansado aún de ellos; funciones tan contrarias á mi natural. Por otra parte, yo creo que para ejercer la administracion de un Estado se requieren ciertos conocimientos que no tengo, y á los que tengo un odio mortal. Sepa Ud. que yo no he visto nunca una cuenta ni quiero saber lo que se gasta en mi casa; tampoco sirvo para la diplomacia, porque soy excesivamente ingénuo, muchas veces violento y de ella no conozco más que el nombre. En nada sé nada, pero como gusto por inclinacion de la libertad y de las buenas leyes, pelearé con el mismo gusto por mi. patria; defenderé en un congreso las leyes que en mi opinion crea mejores. Yo no sirvo ni aún para Vicepresidente de un Departamento y quizás serviré para pacificarle, · cuando la necesidad lo exija. Ud. no se engañe en su concepto con respecto á mí, porque será Ud. burlato por mí mismo, y entonces mis enemigos lo aborrecerán á Ud. más, porque estoy muy bien resuelto á no mandar y que todo se perderá en la ausencia del Gobierno.

Yo creo firmemente que entre los Generales Nariño y Santander se puede sacar el Presidente. Ud. puede ser el Vicepresidente y si no quiere serlo, á Gual no le pueden faltar algunos votos, ó algun otro de tan

.tos que estarán desesperados por serlo. En una palabra, Ud. forme la resolucion de no volverme á ver mandando quiera volverme á ver aunque sea de General.

No se olvide Ud. de que el único modo de pre servar la Union de Colombia, es el de nombrar un General de Cundinamarca para Presidente; y entienda Ud. que con más gusto verán á este que á mí mismo en el Poder Ejecutivo, aunque creo que los Diputados de Cundinamarca tendrán para mí mucha deferencia. Mas los Diputados no son el pueblo y ya Ud. sabe que nuestra gente no es querida en el reino; considerando Ud. tambien que ni Ud. ni yo veremos en el curso de nuestra vejez, aquella armonía cordial que debe reinar en la gran familia del Estado. Así, cuantos pasos demos para conseguir este fin deseado, nunca estarán demás.

Escribí á La Torre que si nos daba el Occidente de Carácas, el resto de Barinas y Cumaná, haciendo á la vez una igual disminucion de tropas, tendríamos nuevo armisticio; y me ha contestado que no, porque no tiene facultades. Abriremos pues las hostilidades el 28 de este mes con un número igual de tropas á ellos porque este ejército es como un saco roto.

Tendré mucha prudencia para no arriesgar la suerte de la Patria. No podemos quedar en inaccion porque moriríamos de hambre y de peste. Piense que Bermúdez y Urdaneta por los flancos les hagan daño. Yo y Páez completaremos el suceso pues que hemos ganado la opinion y los enemigos la tienen perdida.

Adios, amigo querido,

BOLIVAR.

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A don Guillermo White.

Barinas, Mayo 6 de 1821.

Mi estimado amigo:

Mucho tiempo ha que estoy privado del placer de escribir á Ud. y ni aún he podido contestar á las frecuentes cartas con que me ha favorecido.

Yo espero sin embargo, que Ud. me dispensará en la seguridad de que desearía hacerlo todos los dias si me fuera posible. Mientras los señores Roscio .y Revenga han residido en Angostura, me han descargado en parte con lo que ellos debieron haber dicho á Ud.:. pero ahora que la República ha perdido al primero, y el segundo se ha alejado en una comision á Europa, robo un momento á mis atenciones para dedicarlo á mi amigo White, al amigo de la causa de mi Patria.

En El Correo del Orinoco habrá visto Ud. que el armisticio ha terminado desde el 28 de Abril en que hemos renovado las hostilidades, porque no es posible permanecer mas tiempo en la inacción, mientras no se nos dé como recompensa segura de los sacrificios que ella nos cuesta, el reconocimiento de la Independencia. He tentado todos los medios imaginables por saber si los comisionados españoles estaban autorizados para ofrecerla, y al fin he visto con dolor que la España, siempre mesquina, no los ha autorizado como era de esperar. No creo que tengamos mucho qué temer de España en el estado de combustion y alarma en que se halla. así por la falta de subsistencia en sus nuevas instituciónes como por la mala recepcion que han hecho de sus novedades los soberanos de Europa; pero tampoco ereo prudente completar la ruina de mi Patria, difiriendo la decision de la contienda. Jamás se me ha

presentado una campaña bajo un aspecto tan favorable como la presente. Todo conspira contra el enemigo y todo nos favorece. Sus tropas, aunque no son débiles en número, no tienen la fuerza moral que es la verdadera fuerza de un ejército.

Sus pueblos desengañados los detestan y nos esperan con ansia; mientras que nuestros soldados se creeninvencibles y nuestros pueblos, con la esperanza de completar de una vez el suceso, manifiestan cada día mas entusiasmo por la libertad. En tales circunstancias será una temeridad despreciar la ocasion de acelerar el término de nuestros males, por que yo estoy seguro de que el medio único de que la España nos reconozca, es destruirle sus esperanzas en el Ejército pacificador.

El armisticio nos ha servido muy bien para prepararnos con tranquilidad y disponernos del modo más ventajoso. Nuestras divisiones se han reforzado y disciplinado, se han provisto de todo y se han colocado de manera que no le queda al enemigo otro partido que el de presentar una batalla que podemos nosotros aceptar o despreciar segun nos convenga. Yo le aseguro á U. que solo un Angel puede salir del laberinto en que está el General La Torre. Amenazado por todas partes y en todas direcciones por fuerzas superiores, reducido á un círculo estrechísimo de operaciones, sin subsistencias ni cooperacion de nadie, es preciso hacer milagros para no desmayar y sobreponerse á todo. Yo dudo que el Ejército español tenga tal firmeza; pero ánn cuando así sea, no hallo nada que le prometa mejorar su condicion.-El plan que ha concebido el General. La Torre de concentrar todas sus fuerzas en San Carlos, es el único que puede prolongar algo más su existencia en Venezuela, mas no es el que puede destruirnos y conservar el pais. Al romper las hostilidades ha abandonado á nuestro poder el Occidente de

Carácas y aún se dice que los Llanos de Calabozo tambien, de modo que no cuenta sino con el pais que pisa. Cree Ud. que no sea ésta la más desesperada situacion?

Al abrir la campaña no temo sino las mentiras de los españoles en la Europa, por la influencia que ellas pueden tener en el ánimo de nuestros Enviados y particularmente en el de Revenga y Echeverría. La consideracion de que puedan ser sorprendidos con noticias falsas me atormenta demasiado, y me obliga á ocurrir á Ud. para que sea el órgano del desengaño. Ud. es bien conocido de todos ellos, y solo las relaciones de Ud. pueden desvanecer las imposturas españolas.-Recomiendo pues, y suplico encarecidamente á Ud. que por Gibraltar ó por cualquiera otra via, y por todas ocasiones, le escriba á Revenga y al señor José Echeverría, á Madrid, informándole cuanto sepa, y remitiéndole nuestros papeles periódicos que he mandado le envien á Ud. por duplicado para que los tenga abundantes y con seguridad. Ud. puede contradecir y negar abiertamente todas las victorias que los enemigos se atribuyan, en la confianza de que yo mismo participaré á Ud. los reveses que suframos para que los trasmita tambien en su verdadero valor.-Solo Ud. pudiera tranquilizarme de las inquietudes que me causa causa el temor de un comprometimiento del señor Zea y de los señores Revenga y Echeverría, en circunstancias en que somos nosotros y no la España los que debemos dictar el Tratado de Paz y reconocimiento. Añada Ud. este nuevo servicio á los muchos que ya le debe Colombia.

Ya sabrá Ud. la muerte de nuestro buen amigo el Dr. Roscio. Este desgraciado accidente ha retardado la instalacion del Congreso general, que se habrá instalado en los primeros dias de este mes, si llega á tiempo el

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