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estrechar en el suelo de Colombia al primer amigo de mi corazon y de mi patria.—¿Cómo es posible que Ud. venga de tan léjos para dejarnos sin la posesion positiva en Guayaquil del hombre singular que todos anhelan cono cer, y si es posible tratar?

No es posible, respetable amigo: yo espero á Ud. y tambien iré á encontrarle donde quiera que Ud. tenga la bondad de esperarme; pero sin desistir de que Ud. nos honre en esta ciudad. Pocas horas, como Ud. dice, son bastantes para tratar entre militares; pero no serán bastantes esas mismas pocas horas para satisfacer la pasion de la amistad que va á empezar á disfrutar de la dicha de conocer el objeto caro que se amaba sólo por la opinion, sólo por la fama.

Reitero á Ud. mis sentimientos más francos con que soy de Ud. su más afectuoso apasionado servidor y amigo,

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Permítame V. E. que ocupe por primera vez la bondad del Gobierno de Colombia en un pretension que me es personal.

Cuando el año de doce la traicion del Comandante de La Guaira, Coronel Manuel María Casas, puso en posesion del General Monteverde aquella plaza con todos los Jefes y oficiales que pretendían evacuarla, no pude evitar la infausta suerte de ser presentado á un tirano, porque mis compañeros de armas no se atrevieron á acompañarme à castigar aquel traidor, ó vender caramente nuestras vidas. Yo fuí presentado á Monteverde por un hombre tan generoso, como yo era desgraciado. Con este discurso me presentó Don Francisco Iturbe al vencedor: "Aquí está el Comandante de Puerto Cabello, Don Simon Bolívar, por quien he "ofrecido mi garantía; si á él le toca alguna pena yo "la sufro; mi vida está por la suya." A un hombre tan magnánimo puedo yo olvidar? Y sin ingratitud podrá Colombia castigarlo?

Don Francisco Iturbe ha emigrado por punto de honor, no por enemigo de la República, y aún cuando lo fuera, él ha contribuido á libertarla de sus opresores sirviendo á la humanidad, y cumpliendo con sus propios sentimientos no de otro modo. Colombia, en prohijar hombres como Iturbe, llena su seno de hombres singulares.

Si los bienes de Don Francisco Iturbe se han de confiscar, yo ofrezco los míos como él ofreció su vida por la mía; y si el Congreco Soberano quiere hacerle gracia, son mis bienes los que la reciben, soy yo el agradecido.

Suplico á V. E. se sirva elevar esta representacion al Congreso General de Colombia, para que se digne resolver lo que tenga por conveniente.

Excmo. señor.

BOLIVAR.

Trujillo, Agosto 23 de 1821.

Eremo, señor Director de Chile.

Desde el momento en que la providencia concedió la victoria á nuestras armas en los campos de Carabobo, mis primeras miradas se dirigieron al Sur, al Ejército de Chile. Lleno de los más ardientes deseos de participar de las glorias del Ejército Libertador del Perú; el de Colombia marcha á quebrantar cuantas cadenas encuentre en los pueblos esclavos que gimen en la América Meridional..

En marcha para tan santa misión, dirijo á mi Edecan, el Coronel Ibarra cerca de S. E. el General San Martin para que se sirva tener la bondad de facilitar los medios de reunir los ejércitos de Colombia, on los de Chile. Donde quiera que estos hermanos de armas reciban los primeros ósculos, allí nacerá una fuente de Libertad para todos los ángulos de América.

Dignese V. E. prestar su proteccion á esta empre sa bienhechora, y todos. nuestros hermanos seran para siempre libres.

Tengo el honor de ofrecer á V. E. el afectuoso homenaje de la profunda consideracion con que soy de V. E. su más obediente y atento servidor,

BOLIVAR.

Al General San Martin.

Exmo. señor:

Trujillo, Agosto 23 de 1821.

Mi primer pensamiento en el campo de Carabobo, cuando ví mi Patria libre, fué, V. E., el Perú, y su ejército libertador. Al contemplar que ya ningun obstáculo se oponia á que yo volase á extender mis brazos al Libertador de la América del Sur, el gozo colmó mis sentimientos. V. E. debe creerme: despues del bien de Colombia, nada me ocupa tanto como el éxito de las armas de V. E., tan dignas de llevar sus estandartes, gloriosos, donde quiera que haya esclavos que se abriguen á su sombra.

Quiera el cielo que los servicios del ejército colombiano no sean necesarios á los pueblos del Perú !: pero él marcha penetrado de la confianza de que unido con San Martin, todos los tiranos de la América no se atreverán ni aún á mirarlo.

Suplico á V. E. que se digne acoger con indulgencia los testimonios sinceros de mi admiracion, que mi primer edecan el Coronel Ibarra tendrá la honra de tributar á V. E. El será ademas el órgano de comunicaciones altamente interesantes á la libertad del Nuevo Mundo.

Acepte V. E. el homenaje de la consideracion y respeto con que tengo el honor de ser de V. E. su mas atento obediente servidor,

BOLIVAR.

Al Almirante Cochrand.

Milord.

Trujillo, Agosto 23 de 1821.

La mayor satisfaccion que mi corazon va á sentir al acercarme á los antiguos Imperios de los Incas y á las Repúblicas nacientes del hemisferio austral, será el tributo de admiracion que voy á ofrecer á uno de los más ilustres defensores de la libertad del mundo.-Sí Milord, yo voy á tener la dicha de conocer á V. E. en el reciente teatro de sus glorias, en las aguas del Pacífico.

Yo convido á V. E, para que con su victoriosa cooperacion venga á las extremidades de Colombia, sobre las costas de Panamá, á dar su bordo á los soldados colombianos, que dejando ya la bandera del trinnfo sobre todos los muros de la República, quieren volar á los Andes del Sur á abrazar á sus intrépidos y esclarecidos hermanos de armas, para marchar juntos á despedazar cuantos hierros opriman á los hijos de la América. La escuadra de Chile, la escuadra de Lord Cocran hará pasear sobre los mares, que ella ha librado de los enemigos del comercio, al Ejército Colombiano auxiliar del Perú.

No dudo, Milord, que los magnánimos sentimientos de V. E. le hagan apresurar, cuanto esté de su parte, los pasos que sean necesarios para aniquilar para siempre el imperio del mal en el Nuevo Mundo.

Mi edecan el Coronel Ibarra, que tendrá la honra de presentar á V. E. la expresion de mis más cordiales sentimientos de consideracion y respeto por V. E., será el

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