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los Gobiernos Americanos; y Colombia se ha abstenido de la murmuracion influyendo así para impedir el uso de un arma que no es dado á todos manejar con acierto y justicia. Yo espero, mi amigo, que Ud. impedirá este abuso que se está haciendo contra mí, para no verme obligado á mandar órdenes al General H. Castillo, que me serán desagradables, pues no es de razon que la moderacion de Colombia se retribuya con ultrajes.

Tampoco es del caso hablar á Ud. ahora de otros. negocios; pero Ud. me permitirá que le indique que deseo infinito que el Congreso autorice al Poder Ejecutivo para que termine el negocio de Límites de Colombia; ahora que somos amigos de corazon es bueno señalar nuestras jurisdicciones, á fin de impedir un abuso, una mala inteligencia y quizas una guerra en lo futuro. Ud. hará un gran bien al Perú, y á Colombia se le da una base de amistad.

Acepte Ud. los sentimientos de consideracion. con que soy de Ud. atento servidor,

BOLIVAR.

.

Cuenca, Octubre 27 de 1822.

Al ciudadano General Rafael Urdaneta.

Mi querido General.

Con mucha satisfaccion he recibido la única carta. de Ud. en que me participa su mejoría y me pide servicio en el Sur. Ojalá sea cierto que Ud. está bueno para que nos ayude á salvar la Patria de su anarquía:

en estas

mucho necesitamos de los servicios de Ud. circunstancias. La obra es nuestra, y todos debemos conservarla.

en el

No digo á Ud. que venga al Sur porque camino va á perder su salud y por allá nos va Ud. á ser muy útil.

Me voy á Bogotá á pasar la Noche Buena, dejando esto en el mejor estado posible.

Sucre llenará mi puesto en mi ausencia: está adorado de todo el mundo y tiene cualidades admirables para gobernar. Quiera Dios que Ud. pueda hacer otro tanto donde yo lo destine. Ud. tiene todo, menos salud es inútil decir que se la deseo con ansia infinita.

San Martin se ha marchado para Chile y ha dejado el Perú entregado á todos los horrores de la guerra y de la anarquía; yo preferiría que los peruanos se despedazasen vencedores, á que sean subyugados por los españoles, porque aquel caso nos haría ménos daño que el último.

Los cuerpos de la Guardia están en buen pié, y yo me estoy empeñando mucho en que reciban su paga integra, para que reparen su equipo muy perdido en la campaña.

Adios mi querido General. Pronto le abrazaré con la pasion que siempre le he profesado,

BOLIVAR.

Al señor Presidente del Perú.

Cuenca, Octubre 28 de 1822.

Mi querido Presidente y amigo:

No he recibido carta de Ud. con el correo del Perú, y escribo á Ud., sin embargo, para no perder tiempo, sobre lo que he podido concebir por las correspondencias que últimamente he recibido de Lima, venidas por Guayaquil. Estas correspondencias son de nuestros jefes y oficiales colombianos, y ninguna del Gobierno ni de Ud. Empezaré por repetir á Ud. que mucho me inquieta la suerte del Perú, porque es muy posible que los enemigos ataquen á Lima, y probablemente la ocupen con menoscabo de sus intereses y ruina de sus habitantes: ó bien reunan sus fuerzas contra el General Alvarado, y logren al fin vencer aquel bello ejército. De todos modos, yo temo malos sucesos quizas alucinado por el inmenso interes que tengo en nuestra causa; y por aquí se dice que el enemigo es fuerte, hábil y audaz. No me consuela otra idea, sino est la de verá Ud. á la cabeza del Gobierno y de nuestro ejército en Lima: confieso francamente, que tengo gran confianza en Ud. y que creo ademas que Ud. no necesita. de consejos mios. Pero me creo autorizado á insinuarle á Ud. mis pensamientos sobre lo que yo haria. en el caso de Ud., si fuese atacado en Lima con fuerzas superiores por parte del enemigo. No consultaria mi gloria, ni oiria los clamores populares: solo me fijaria en anular las operaciones del enemigo; asegurar las nuestras, tanto en el Norte como en el Sur, y esperar los refuerzos de Colombia para triunfar sin peligro y de un modo cierto. Para esto pondria una pequeña guarnicion bien municionada de boca y de guerra en

el Callao, compuesta de oficiales muy determinados y aun locos, con veteranos inútiles para la marcha, y con aquellos cívicos y patriotas más decididos por la causa de América, pero robustos para sufrir los rigores de un sitio. De jefe escojeria el mejor de nuestros oficiales, mas por su temeridad, constancia y patriotismo que por sus luces. Sobre todo, dejaría en el Callao los víveres posibles y solamente el número de hombres necesarios. Despues evacuaria la ciudad sin oir á nadie y tomaria mi direccion hácia al Norte, para atraer al enemigo hacia esta parte y alejarlo cuanto fuese posible de Lima y por consiguiente del Cusco. No comprometeria accion mientras no tuviese fuerzas dobles, las que vendrian inmediatamente de Colombia para completar aquel número. Era consiguiente á esta operacion:-1, asegurar la suerte del Perú: 2, dar tiempo al General Alvarado para que triunfase, reparase sus pérdidas y aumentase sus fuerzas: 3, esperar con tranquilidad los refuerzos de Colombia para destruir al enemigo: 4, aliviar á Lima de aquellas tropas enemigas, atrayéndolas hacia el Norte: y 5o, no arriesgar nada y por consiguiente asegurarlo todo.

Yo sé, mi amigo, que todo esto tiene sus dificultades, mas no tiene peligros; porque Ud. no arriesgaba las fuerzas que tiene en Lima y yo le llevaria seis mi hombres más para duplicar las del enemigo. Ud. sería en este caso el salvador del Perú. Ud. pondría al enemigo entre dos cuerpos superiores cada uno de ellos á él; porque el General Alvarado necesariamente había de aumentar sus tropas, viéndose libre de las de Canterac, que son las temibles segun parece; y es fuera de duda que nosotros destruiriamos cualquiera fuerza que se nos opusiese.

Ud. debe contar para llenar este plan, conmigo y con Colombia que hariamos cuanto estuviese de nues

tra parte; por el contrario, si se pierde la Division que está en Lima, probablemente perdemos las provincias del Norte del Perú, y yo me encuentro entónces sin base de operaciones, sin recurso y sin ningun apoyo; en un pais desconocido para mí, en gran parte desierto y por supuesto arruinado; el enemigo más fuerte, nosotros más débiles, y en fin, todas nuestras ventajas cambiadas en daño nuestro. La diferencia de tan gran trastorno Ud. puede concebirla, puede ser que con más fuerzas que yo, estando encargado de la responsabilidad y conociendo la exactitud de estas verdades con más datos.

En fin, amigo, lo que puedo ofrecer á Ud., es auxiliar al Perú en cuanto esté de mi parte: temo mucho sin embargo, que haré muy poco si se pierde la division de Lima y las provincias del Norte, porque entonces las cosas se ponen en un estado horrible.

Todavía no he recibido respuesta de ese Gobierno sobre mi oferta de los cuatro mil hombres, habiendo podido recibirla. Se dice que han dudado á causa de los chismes que inundan ese pais contra mí. Además, estoy esperando de Bogotá la noticia confirmatoria ó revocatoria de la venida de Cabrada por el Orinoco con mil quinientos hombres de Puerto Rico y una fuerte expedicion de la Habana contra Panamá. Por desgracia el correo para mí, ha ido á Guayaquil en mi busca y vendrá dando el rodeo de Loja, donde estuve. Nuestros oficiales y jefes se quejan horriblemente de lo que han padecido desde que se embarcaron hasta el dia. Estas noticias comunicadas á nuestros militares, desaniman mucho á los que deben ir.

Por todas estas circunstancias reunidas, no puedo asegurar cuándo irán nuestras tropas al Perú miéntras tanto me estoy preparando para cumplir mi oferta sin falta alguna.

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