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Eremo, señor Gobernador y Capitán General de la isla

de Curazao y sus dependencias.

Valencia, octubre de 1813.

Excelentísimo señor:

En 2 de este mes he tenido el honor de contestar á la respetable mediación que en su carta de 4 de setiembre interpone V. E. por los españoles detenidos en prisiones.

En vano he propuesto al Jefe de Puerto Cabello un canje de españoles por los americanos que en despecho de una capitulación sagrada mantiene con grillos y cadenas en los pontones y en trabajos ignominiosos, afligidos del hambre y de toda especie de miserias. El resultado ha sido detener á mis emisarios sin respetar en éllos su carácter inviolable, y abusando inícuamente de la buena fe bajo la cual entraron como parlamentarios en aquella plaza.

Habrá visto V. E. en algunos de los impresos que le incluí en mi última carta, las articulaciones ocurridas con el General Monteverde que constantemente se rehusó á verificar un canje, por el cual salvaba la vida á los españoles que indigna y cobardemente habie abandonado á nuestra discreción. Sobre todo, asombrará á V. E. que teniendo hasta 4.000 de éllos en mi poder, no sólo no admitiera la proposición de canjearlos por ciento y más americanos, sino que no haya dado contestación alguna, cargando de cadenas y poniendo en los trabajos más peuosos al que la conducía.

No obstante estas repetidas y excecrables infracciones, la alta intercesión de V. E., tan poderosa para Venezuela, me hizo que tomando, por decirlo así, un partido por los oficiales aprehendidos en las última accio

nes, propusiese el canje de éllos por igual número de americanos, según su grado y carácter.

Observará V. E. las ventajas de esta proposición para los enemigos, pues sus prisioneros, en fuerza de una ley anterior, dictada tanto por la necesidad como por la justicia, deben ser decapitados; y los nuestros han sido sepultados en las mazmorras, traspasando una capitulacion solemne que garantizaba su seguridad. Los prisioneros americanos deben ser puestos en libertad: los prisioneros españoles debían perecer. Sírvase ahora V. E. juzgar de qué parte está la clemencia, de qué parte la cruel obstinacion. V. E. no puede ménos que concluir, sino que más humanos con los españoles que sus propios paisanos, hemos hecho esfuerzos para salvarlos; pero V. E. nunca podrá creer que ellos hayan resistido á condescender con nuestras miras benéficas, y que se hayan constituido verdugos de sus her

manos.

Llevó estas proposiciones benéficas el Presbítero Salvador Garcia de Ortigosa, sacerdote venerable, euya virtud ejemplar había infundido respeto, áun á los mismos españoles. Entró en la clase de emisario parlamentario, y su objeto era sólo favorecer á los oficiales enemigos prisioneros y sus paisanos. La audiencia dada al virtuosó parlamentario, la gratitud del Jefe de. Puerto Cabello al interes que se tomaba por los individuos de su ejército, ha sido encerrarle en una bóveda, habiéndose escapado de la muerte á costa de ruegos y de lágrimas. Yo suplico á V. E. me indique ahora qué partido de salud nos queda con estos mónstruos, para los cuales no hay derecho de gentes, no hay virtud, no hay honor, no hay causa propia que reprima su maldad. Yo habia querido ser generoso, áun con perjuício de los intereses sagrados que defiendo; pero los bárbaros se obstinan en ejercer la crueldad, áun en daño de ellos.

Incluyo á V. E. los últimos boletines, por los cuales quedará convencido de la situacion desesperada del ejército español, y que de un momento á otro deben desaparecer hasta sus reliquias miserables.

Tengo el honor de ser de V. E., con los sentimientos de la más alta consideracion, su atento y adicto servidor.

SIMON BOLÍVAR.

C. Juan Jurado.

Amigo:

Campo de Techo Dbre. 8 de 1814.

Como U. es el único que tengo de este nombre en esa ciudad, me tomo la libertad de dirigirle esta carta. para que no se deje alucinar con mentiras y patrañas sobre mi conducta y las de mis tropas. Tenga U. un poco de paciencia y oirá en cuatro palabras mi historia.-Fuí nombrado Comandte. de Pto. Cabello y teniendo muchos reos que conspiraban contra el Castillo y la Plaza, como lo lograron despues, no los pasé por las armas, segun debia, para salvar mi pais y no perderlo, como sucedió. Vine á libertar el Magdalena, y tomé mas de 260 prisioneros, la mayor parte Españoles, al Regimiento de Albuera: no los pasé por las armas y solo lo hice con un criollo, nombrado Dominguez, por traidor á su pais. Entré en Venezuela y al empezar la campaña solo castigué de muerte á un tal Conde, porque vino de espía á mi campo; y á Riso porque era nuestro mayor enemigo en Ocaña.—De resto, todo el mundo fue perdonado. Que lo diga García

Herreros, que está en poder de ustedes, si no es cierto esto. Tíscar nos toma diez y seis oficiales y hombres decentes y los pasa por las armas en Barinas. Zuazola destruye pueblos enteros, al mismo tiempo, en Cumaná por ser patriotas. Antoñanzas degüella 300 prisioneros nuestros en Sn. Juan de los Morros en la campaña anterior. Bóves en los Llanos hace prodigios de crueldad, estando yo en Mérida. Seria justo sufrir la guerra á

muerte, y no hacerla? La declaro y la llevo á efecto; pero no con todo el rigor que debia. Llego á la Victoria y concedo allí una capitulacion, que no podian esperar los españoles. Huye el que debia ratificarla; la envío á Monteverde para que la ratificase, y responde, que no debieron ni pudieron capitular conmigo. Mientras tanto él pone en pontones y en bóvedas á todos los patriotas de Pto. Cabello: yo tomo la represalia, y hago lo mismo con los Españoles: ofrezco cangear 4.000 por 200 patriotas, protestando pasarlos por las armas si se sacrifica á los nuestros. No se admite mi oferta y se pasa por las armas á nuestros prisioneros al tiempo que Bóves se acerca á la capital, degollando todos los pueblos del tránsito, sin exceptuar niños ni mugeres. Qué debia yo hacer sin guarnicion en la Guaira y con cerca de 1.000 Españoles en las bóvedas y castillos? Esperaría yo la misma suerte infausta del Castillo de Puerto Cabello que destruyó mi patria y me quitó el honor? Amigo, póngase U. en mi lugar y póngase todo Español, y como no lo haga mejor que yo, digo que no son hombres ni Españoles. He aquí mis decantadas crueldades, mi irreligion y todo lo mas que me han hecho el favor de atribuirme los Señores que no me conocen, ó me conocen mal.-Coutrayéndome ahora al estado actual de ustedes, digo y protesto bajo mi palabra de honor, que ni el Gobno, ha declarado la guerra á muerte, ni yo la he hecho, ni la haré nunca á este pais pacífico donde los Españoles se han portado

de un modo mui diferente que en Venezuela. El suceso de Jóbe y sus compañeros ha sido altamente reprobado por el Gobierno y mas aún por mí. Envío á U. eso documento en testimonio de esta verdad. Imaginese Ud. que siendo mi objeto venir á buscar auxilios de este pais no había de ser yo tan necio, que quisiera chocar con su Gobierno y disgustar la opiniou pública, que aborrece la guerra á muerte. Ademas U. me conoce y sabe que soi mas generoso que nadie con mis amigos, y con los que no me hacen daño; y tambien sabe que soi terrible con aquellos que me ofenden. Mi objeto es ahorrar la sangre hermana y para eso deseo que ustedes entren en negociaciones que pongan á cubierto á esos habitantes de los horrores de un sitio y de un asalto que dentro de poco tendré que dar: entónces morirán millares de víctimas inocentes y no quedará vivo un solo godo ó regentista. Nuestras tropas son invencibles y jamas han atacado, que no hayan conseguido la victoria: son las mismas que han vencido. en mil partes y si hubiesen estado en Carácas, Carácas sería libre. La situacion de ustedes es desesperada ningun auxilio puede venirles. Santa Marta está ya atacada por nuestros Generales y oficiales de Venezuela con las tropas de Cartagena, que estaban en inaccion por falta de Jefes. Popayan no está aún ocupada por los enemigos: las tropas mas avanzadas están en Patía á las órdenes de Vicente Parra, y Aymerich está en Pastos mui tranquilamente. Esto lo sé por documentos que acabo de recibir del Presidente Vallecilla que vinieron ayer para el Congreso. Bóves no tiene Exercito porque en Maturin han derrotado á Morales su segundo, que llevó todas sus fuerzas contra mí á Barcelona, y aún despues de haber triunfado en Aragua, ha sido enteramente deshecho en aquel valuarte de la libertad en Venezuela. Ustedes no tienen municiones, yo tengo muchas y espero cuantas quiera de

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