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pues teniendo el soldado una casaca lo demas aunque no sea tanto. Empéñese en esto más que en nada.

Repito, que deseo que se haga un armisticio con los godos; pero que se crea que no lo deseo, para sacar algun partido con el enemigo de mi renuencia. Que todo aparezca como cosa del Presidente del Perú.

Hable Ud. de mi confianza en la próxima campaña; pero con los congresantes de influencia, manéjelos Ud. de modo que no se opongan al armisticio.

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He recibido las cartas y oficios de Ud. del 5 al 7 del corriente, y quedo impuesto de todo su contenido.

Ante todo, debo decir á Ud. que no creo que convenga que Ud. se separe mucho de la línea de vanguardia, y sobre todo, que vaya Ud. más allá de Caras. Si Ud. se fastidiare, como es regular, de esos miserables lugares, avísemelo Ud. con anticipacion, para yo ir á remplazarlo; pues yo creo de la mayor importancia que uno de los dos estemos al alcance de observar al enemigo de cerca para dirigir oportuna y prontamente nuestras operaciones.

Yo llegué aquí malo; pero ya estoy mejor, aunque débil: estaré aquí quince dias para convalecer y apurar al Gobierno de Lima sobre recursos.

No iré á Lima á perder el tiempo y la paciencia: á fines de este mes me iré á Trujillo á darle direccion á las tropas que vengan de Colombia, y auxiliarlas en todo lo que necesiten. Despues seguiré á la Sierra, habiendo ántes recogido en la costa todas las mulas y caballos necesarios para el Ejército. Por esta parte no faltan caballerías, ni pastos.

He ordenado al General Martínez que aumente su Division: lo mismo al General La Mar, que viene con ese objeto á Trujillo.

El General Alvarado ha tomado el mando del Callao, que tiene cuatro meses de víveres para un sitio, y se irán reemplazando por medidas de requisicion. Hay dentro quinientos artilleros, el batallon de Pardoyela que se ha mandado aumentar á mil plazas, y con más de doscientos hombres de caballería del Perú. La Division de Los Andes tambien guarnece al Callao; pero en caso de un movimiento general sobre nosotros, vendrá á reunírsenos por mar.

He amenazado al Gobierno con irme del Perú, si

dentro de un mes no me dan dinero para mantener la tropa.

Me he mostrado quejoso con el Gobierno y disgustado del estado de las cosas.

Al Congreso le he escrito fuertemente, exigiéndole recursos para el ejército.

De todo esto resultará algo, pero no mucho.

He pedido á Colombia el equipo de todas las tropas que vienen por el Istmo.

He mandado que todo se traiga á Trujillo convoyado por dos ó tres buques de guerra, para no caer en manos de los corsarios que están haciendo muchos daños.

De todo esto resultarán muchos retardos, y crea Ud. que no vendrán nuestras tropas ántes de cuatro meses; es decir, el total que esperamos de las dos primeras Divisiones que pedí hace tanto tiempo.

Me explicaré: tres mil seiscientos hombres, de los cuales más de mil han salido para Guayaquil y el Perú: los demas deberian estar ya en el Istmo ó en marcha para acá. Otros tres mil pedí cuando supe la desgracia de Santa Cruz, más de tres meses ha. El Vicepresidente me ha ofrecido todo, ménos dinero.

El Coronel Ibarra fué á buscar otros seis mil hombres más, y calculo que para cuando Ud. reciba esta carta, estará ya en Bogotá. Las operaciones de Pasto han empezado felizmente á las órdenes del General Mires. En Taindola batió á los pastusos y ya habia pasado á Yacuanquer. Pineda y Ante han intentado un bochinche: á Pineda me lo mandan preso y á Ante

lo han dejado en Quito. Dicen que todo esto no tiene consecuencia. Yo devuelvo á Pineda y mando que se castigue á los conspiradores para que un ejemplo evite otras víctimas.

tado.

Guayaquil, Cuenca y Loja están en muy buen es

En las costas del Norte ha corrido el absurdo rumor de que Morales volvia de la Habana. Esta noticia fué dada en Jamaica por un necio ó un malvado al imbécil de Amador, y éste lo ha participado á todas partes. De lo que conceptúo resultará algun retardo en las tropas expedicionarias.

Desde luego, en Cartagena y en el Istmo dicen que creen la noticia para tener pretextos con qué retardar los auxilios: en tanto que la tal noticia no tiene piés. ni cabeza, porque en la Habana ha habido una revolucion: el Gobierno español allí, no trata más que de conservarse á fuerza de bayonetas, para darle un asilo á la Constitucion, que bien pronto será echada de toda la Península, pues los franceses van á paso redoblado, de suceso en suceso; en tanto que los españoles cuentan tantas catástrofes como dias. La Habana puede servir en efecto de "rendez-vous" á todos los liberales de España; pero para sostener la necesidad de muchas bayonetas europeas, porque allí el contagio revolucionario es general. Por otra parte, el Gobierno español trata de hacer la paz con nosotros de cualquier modo, como lo han declarado los Ministros del Rey y las Cortes; así, no están para expediciones ni para gastos estravagantes. El señor Mosquera se ha ido para Bogotá llevando la comision, de mi parte, de hacer la notificacion al Gobierno y al pueblo de que estoy resueito á irme á Bogotá y dejar la guerra del Sur, si no me mandan los doce mil hombres que he pedido.

Ademas, he mandado mi dimision al Congreso, mauifestando mucho disgusto por la ingratitud de los pueblos. Este paso no dejará de producir algun provecho, lo mismo que en Lima. Si no hubiere provecho, tendré ocasion de separarme totalmente del servicio, pues estoy resuelto á no dejar perder á Colombia en mis manos, y mucho menos á librarla segunda vez: obra semejante no es para repetirse.

Estoy pronto á dar una batalla á los españoles, para terminar la guerra de América; pero no más. Me hallo cansado, estoy viejo y ya no tengo que esperar nada de la suerte; por el contrario, estoy como un rico aunque avaro, que tengo mucho miedo de que me roben mi dinero: todos son temores é inquietudes y me parece que de un momento á otro pierdo mi reputacion, que es la recompensa y la fortuna que he sacado de tan inmenso sacrificio; á Ud. le ocurrirá otro tanto, sin embargo, puedo cbservarle que Ud. es todavia muy jóven y tiene mucho á que aspirar. Ojalá yo estuviera en el caso de Ud. para no estar temblando por mi propia fortuna: al ménos tendria deseos, tendria esperanzas que me lisongeasen.

Pérez y el General Alvarado han estado aquí y me han informado del estado de las cosas en Lima: este no es, ni más ni ménos que el que debe ser en estas circunstancias; mucho me han instado á que fuese á la capital, pero yo no he querido ir. Pérez fué encargado de nuestros negocios allí, y Alvarado fué al Callao á mandar, con esperanzas de salir cuando empiecen las operaciones; éste me ha asegurado de las buenas disposiciones del General Pinto, que volver á al Sur á obrar por aquella parte; hable Ud. de esta noticia y hágala correr para que los godos dejen alguna parte de sus fuerzas por allí. Aunque estos señores no hagan otra

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