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á los enemigos, es extensiva para toda la campaña, siempre que se verifiquen las dos condiciones siguientes; primera, que los enemigos nos busquen en nuestro propio territorio; y segunda, que seamos superiores á los enemigos en número y calidad: llamo calidad las proporciones de las armas, de los hombres y de los caballos, á fin de que estas proporciones no sean desventajosas, ó más bien sean superiores á las de los contrarios.

Me alegro que Ud. haya mandado buscar el Escuadron del Perú que estaba en Huamachuco, aunque sus caballos llegarán muertos á Caras, donde deberán quedar reponiéndose. Tambien puede Ud. pedirle municiones al General Lara, de las que tiene de Riva-Agüero. Tambien me alegro que se mueva la columna de Lara, porque en general es muy útil tener en continuo movimiento la infantería; pero de ningun modo la caba llería, porque los caballos sin herraduras, flacos y es tropeados se acaban de destruir, por las piedras, por las sillas y por la falta de pasto. Los Húsares que están en Moro pueden ir á Yungay en cuatro dias por el camino de Pamparomas, que es recto á Caras; mas, anticipadamente, adviértale Ud. al Coronel que se tenga preparado para el caso. Son veinte y seis leguas de camino de Moro á Huaras, pasando por Custa, Caras y Yungay.

Mucho me gustan la carta y oficio de Ud. del 19, porque hacen muy justas y sabias observaciones; pero más que todo, porque observo el buen espíritu que anima á Ud. y la valiente decision en que se halla de destruir á esos godos desde luego, sin esperar por nada. Las ideas de Ud. me animan á mí tambien, y hacen vacilar muchas veces mi resolucion. A pesar de la languidez en que me ha dejado la enfermedad,

Ud. me anima á irme á dar una batalla, que realmente no se puede perder de modo alguno con fuerzas iguales y áun algo superiores. Ud. verá por esos papeles algunas cosas curiosas; sobre todo la caída de la España es sumamente interesante, porque debe asegurar nuestra Independencia ó retardarla algun tanto, aunque yo me inclino á lo primero; los ingleses desean nuestra Independencia mas que nuuca. Mando á Ud. un impreso que me ha venido desde Méjico, de una carta particular mia á los Toros, para que Ud. vea cómo he hablado siempre de Ud.

Haga Ud. esparcir esos papeles entre los godos, particularmente la Gaceta extraordinaria.

Adios, querido General, soy de Ud. de todo corazon.

P. D.

BOLIVAR.

Perdone Ud. la cortedad: pronto nos veremos.

BOLIVAR.

27

ΤΟΜΟ ΧΧΙΧ

Magdalena, Febrero 2 de 1824.

Señor Coronel Tomas de Héres.

Mi querido amigo:

Por la adjunta carta del General Salom verá Ud lo que se ha hecho hoy en nuestra batería. Dele Ud.. á Valdivia la más amplia autorizacion para que haga cuanto quiere el General Salom; y Ud., por su parte, facilítele traer los medios que estén á su alcance.

Soy de Ud. amigo de corazon,

BOLIVAR.

P. D. Pero todo muy pronto, pronto pronto.

BOLIVAR.

Señor General Antonio José de Sucre.

Pativilca, 4 de Febrero de 1824.

Mi querido General:

He tenido el gusto de recibir la muy apreciable carta de Ud. y sus comunicaciones oficiales de fines de Enero, que cada vez están más llenas de interes y de fuego por las operaciones activas. Yo las deseo, puede ser más que Ud.; pero calculo muchas cosas, que yo no sé porque Ud. quiere desdeñar su consideracion.

Este ejército es la salvaguardia del Perú, la vanguardia de Colombia, y el apoderado militar de la América Meridional. Si lo exponemos, sin haber preparado ántes su caida con nuevos refuerzos y nuevas reservas, seremos inconsiderados é imprudentes. Con el tiempo podemos recibir nuevas treguas y nuevos sucesos políticos.

Decia Héres, que el secreto del dia estaba reducido á saberse quien ocuparia primero á Huanuco; y yo digo que el secreto consiste en conservar el el ejército del Norte. Piérdase enhorabuena ocasion, tierra, ganado, caballos, paisanos y áun dinero; pero no perdamos la moral y el material de nuestro ejército, aunque tambien perdamos algun personal. Conservemos, sobre todo, el prestigio favorable que se ha concebido del ejército colombiano: conservemos inmaculada nuestra gloria, y yo ofrezco á Ud. un resultado final, digno de la grandeza de nuestra causa. Grabe Ud. profundamente en su alma estas ideas, proféselas U. como la fé del dia, y ámelas con su corazon, para que la repugnancia no las combata y áun las destruya. Aleje de su espíritu toda consideracion que no coadyuve á fortificar este plan.

Llame Ud. en su ayuda todos los pensamientos y todas las pasiones que puedan servir á completarlo. El espíritu de Ud. es fecundo en arbitrios, inagotable en medios cooperativos; la eficacia, el celo y la actividad de Ud., sin límites. Emplée Ud. todo esto y algo más por conservar la libertad de la América y el honor de Colombia. El designio es grande y hermoso, y por lo mismo digno de Ud. He aquí, mi querido General, el resúmen y completo de todas mis instrucciones, adiciones y observaciones! Yo espero mucho del tiempo: su inmenso vientre contiene más esperanzas que

sucesos pasados; y los prodigios futuros, deben ser muy superiores á los pretéritos.

La gran fragua de la Europa está fabricando activamente instrumentos de obras maravillosas, de sucesos peregrinos, de portentos favorables.

La Inglaterra nos promete mucho, y yo espero todavia más de lo que ella ofrece.

Doce mil colombianos pedidos y en marcha, son una soberbia anela de esperanza. Los enemigos tambien pueden temerlo todo de la guerra y de la política; pueden dejarse persuadir por el interes; pueden ser dóciles, por la dura necesidad que obra siempre por diferentes vias, minando á veces hasta los corazones mismos de esos tenaces, de esos pertinaces españoles. La caida de la España proclama esta verdad; ella ncs asegura que todo se debe esperar de esos hombres, á quiénes ya no contiene en los límites de su honor, ni el grito de la Patria, ni el espanto de la ignominia.

Mi querido General: estas figuras y frases alegóricas muestran á Ud. el buen humor en que estoy, y á la vez los pensamientos que me ocupan. Pero ellos esperan por Ud. para recibir su último toque.

Véngase Ud. pues, volando, á verme aquí, dejando ántes todas sus órdenes dadas, para que nada falte á la ejecucion de mis primeras y últimas disposiciones, y de aquellas más que Ud. haya determinado. Aquí tendremos una conferencia extensa, profunda y tranquila. Ud. hará el papel de Fiscal, y yo el de Abogado de mi opinion. ¡Ojalá tuviéramos un Juez imparcial que acordase lo mejor.

Espero por momentos el correo de Colombia; como estoy contento, espero que me traiga algún sinsabor,

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