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PARTE Á QUE SE REFIERE LA CARTA AL GENERAL MIRANDA, PÁGINA 12

Honorable Generalísimo:

Cumpliendo con mi deber, tengo el dolor de haceros una relacion circunstanciada de los sucesos desgraciados que han obligado á la plaza de Puerto Cabello á sucumbir.

Hallándome en mi posada á las doce y media de la tarde, el dia 30 del próximo pasado, llegó apresuradamente el Teniente Coronel Miguel Carabaño, á darme la noticia de que en el castillo de San Felipe se oia un ruido extraordinario y se había levantado el puente, segun se le acababa de informar por una mujer. Que el Coronel Mires habia ido inmediatamente á saber la novedad que ocasionaba aquellos movimientos. Aun no habia bien llegado al castillo dicho Oficial, cuando se le intimó de lo alto de la fortaleza, que se rindiese ó se le haria fuego; á lo cual respondió con la negativa, y revolviéndose hácia el bote que lo habia conducido allí se reembareó y volvió á la plaza.

Inmediatamente despues de este acontecimiento, empezó el fuego del castillo sobre la ciudad, enarbolando una bandera encarnada y victoreaedo á Fernando VII.

Un momento antes de comenzar el fuego, habia venido á mi casa el Comandante del castillo, Teniente Coronel Ramon Aymerich, á quien pregunté qué novedad

era aquella que sucedia en el castillo, y me respondió ignorarla entonces supe que el oficial destacado allí era el Subteniente del batallon de milicias de Aragua, Francisco Fernández Vinoni, el cual, de acuerdo ó seducido por los presidiarios y reos de Estado que estaban en aquella fortaleza, se habia sublevado para cooperar con las fuerzas del enemigo. En consecuencia, mandé reunir todas las tropas que se hallaban dentro de la plaza, y al mando del Coronel Mires y Teniente Coronel Carabaño, tuvieron órden de cubrir los puestos más avanzados hacia el muelle y la fortaleza del Corito; así lo ejecutaron y rompieron el fuego de artillería y fusilería contra los rebeldes, el que fué suspendido poco tiempo despues por órden mia, con el objeto de mandar al castillo una intimacion en que les ofrecia libertad, vida y bienes, á condicion de que se entregasen con todos los efectos y demas pertrechos de guerra que en él se hallaban. Se me contestó que rindiese la plaza: envíase á buscar al Coronel Domingo Taborda: entregase interin el mando al Teniente Coronel Garcés; y fuese yo personalmente, en compañía del Coronel Jalon y Teniente Coronel Carabaño, á concluir aquel convenio en el castillo.

Hice segunda intimacion, notificando á los sublevados que si no cesaban su fuego, y se rendian en el término de una hora, no tendrian despues perdon, y serian pasados al filo de la espada: la contestacion fué negativa, en los mismos términos que la primera.

Repetí tercera intimacion, que no tuvo contestacion alguna, porque los fuegos de ambas partes se cruzaban y era ya de noche.

Viendo la obstinada resistencia de los reos, me determiné á batirlos con todas las fuerzas que estaban á mi mando para lo cual marchó á la Vijía de Solano el

capitan Montilla, á relevar al Teniente Coronel Garcés que la mandaba, con órden de hacer fuego desde allí: pero observando que no alcanzaban sino por elevacion, y sin ningun acierto, juzgué muy conveniente hacerlo cesar para ahorrar las municiones, y despues de haber tenido una conferencia con Garcés, lo devolví á su d'estino, por haberle hallado en mi concepto inocente, y más que todo, porque su popularidad y gran crédito entre la clase de pardos, lo hacian temible si se le hacia el ultraje de quitarle el mando y desconfiar de él como sospechoso; y en este caso no me quedaba recurso alguno para sostener la plaza, pues los únicos que la defendian eran pardos.

El bergantin Celoso, bajo los fuegos del enemigo, salió del puerto con la mayor bizarría, y aunque con algun descalabro, lo salvamos. El bergantin Argos se sostuvo por nosotros, á pesar de los repetidos cañonazos que le tiraron, y la marinería, á nado, vino á tierra. El Comandante del Apostadero, Coronel Juan Bautista Martinena, fué sorprendido á bordo de su buque, y conducido al castillo, donde permanece preso con la mayor severidad.

La goleta Venezuela la tomaron, y llevaron parte de la marinería al castillo.

Toda la noche del dia 30 hubo un combate el más obstinado de artillería y fusilería, entre el castillo y nuestras baterías; éstas estaban cubiertas de nuestras tropas, que se portaron con valor extraordinario: y en particular el Teniente Coronel Carabaño y el Capitan Granados, que fué muerto de un tiro de metralla, como tambien varios cabos, sargentos y soldados.

La causa que tuvo, segun las conjeturas, el Subteniente Vinoni para vender la fortaleza, fué hallarse

quebrado de los fondos de su compañía, por una parte, y la seduccion de mando ó riqueza que esperaba este traidor por recompensa de su felonía, luego que los reos de estado estuviesen en libertad, y su paisano Monteverde se apoderase de la plaza.

Este Oficial, indigno de serlo, es un hombre de una conducta detestable, sin honor y sin talento. Yo ignoraba todo esto.

era

en

El Comandante del castillo, Ramon Aymerich, que vivia en él, es inculpable: además de ser un Oficial de honor é inteligencia, es tau prolijo en el cumplimiento de sus deberes, que es dudoso se halle otro alguno tan capaz de gobernar el castillo de San Felipe, con el celo y vigilancia que él; éste habia sido su destino mucho tiempo ántes y lo desempeñaba á toda satisfaccion, como es notorio. En cuanto á haber acopiado en el castillo víveres para subvenir á la mantencion de tres cientos hombres para tres meses, es claro que nada más indispensable que esta medida, para caso que fuese sitiado, como no era imposible, en el estado actual de las cosas. El haber almacenado la mayor parte de la pólvora en dicho castillo era de igual necesidad; porque en los almacenes, que se hallaban fuera de la ciudad, no estaba segura, y por esta razon la habia mi antecesor transportado á la goleta Dolores, que tampoco presentaba más seguridad; sobre todo, cuando el Comandante Martinena me ofreció repetidas veces que la pólvora iba á perderse totalmente porque la goleta hacia agua. El resto de las municiones ha tenido siempre sus almacenes en el castillo, como el puesto mas seguro y retirado del enemigo.

A las dos de la tarde del mismo dia 30, os di el primer parte de este acontecimiento y á las tres de la

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