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seres viles y rastreros que escriben de valde. pel. Nunca forme V. juicios temerarios, Sr. ¡Puf, que asco!

Dejémos aparte la peregrina idea del oceano y démosle á V. el parabien por el adecuadísi mo símil que encontró para sí y para sus compañeros. En efecto, ese símil prueba la exactitud con que podemos decir: que no tenemos necesidad de calabazos para nadar.

Por principio de cuentas le recuerda V. al Zurriago la descomunal y tremebunda batalla del Parian:

Calamocha; punca infiera V. de la prudencia con que se maneja un periodista que el perio dista tiene miedo, ni juzgue que se contradice cuando no hace mas que defender sus propios intereses.

Injusto fué V. con el Siglo y no lo ha sido menos con el Diario del Gobierno. Esta preciosa caricatura del Monitor, es interesantisima por la amenidad de su boletin, por sus elocuentes editoriales, por la armonía que siempre guarda con la representacion nacional, en

„Infandum, Regina, jubes renovare dolorem.” ¿No considera V. que esa herida está fres-fi, por otras muchas prendas que la caráctequecita, y que sus torpes dedos la han de volver mas dolorosa al manejarla? Milagro es que no dijera V. por añadidura que la crítica del Zurriago era puramente gramatical, que siempre escogía antagonistas débiles é insignificantes (como verbi gratia el Diario del Gobierno,) que en todas sus campañas salia como Napoleon en Waterloo, enfin, tantas cosas como podia haber añadido la viperina lengua de V.

Mucho tengo que decirle á V. con respecto al Siglo XIX, porque no puedo perdonar la injusticia con que lo ba juzgado. El Siglo no es un periódico de tornasol como V. dice. El Siglo es una especulacion inocente que comenzó despues de esa revolucion llamada de la regeneracion (y que en efecto lo ha sido, pues que de entonces acá todos los mejicanos hemos mudado de piel;) digo pues, que el Siglo comenzó con la regeneracion y despues con motivo de una regenerada que le dieron á la libertad de imprenta, tuvo la prudencia de callar, advirtiendo en una patética despedida que no seguia hablando porque le habian tapado la boca. Pasaron dias y como quiera que la libertad de imprenta se vió mas restringida, el Siglo por medio de una lógica excelente formó este silogismo:

La publicacion del Siglo se suspendió porque no habia libertad de imprenta;

Sed sic est que ahora hay menos todavia que en la época de la suspension.

Ergo ahora se debe continuar la publicacion del Siglo.

Así fué; el Siglo volvió á aparecer y en sus editoriales habrá V. leido con admiracion brillantes artículos de política general. Esto prueba que no es un periódico de circunstancias. El Siglo sostuvo con calor las prohibiciones, y si bien despues defendió á espada desenvainada la introduccion de papel extrangero libre de derechos, esto fué por una razon intachable, esto fué por un motivo muy racional, esto fué.... porque el Siglo XIX se imprime en pa

rizan. Hay gentes menguadas que dicen que el Diario es un perpetuo panegírico que en nada se parece al de Trajano, que nunca contesta con razones sino con amenazas, que un dia dice que lo blanco es negro y al siguiente que lo negro es blanco, y al otro que ya no hay nada de lo dicho; pero todas estas calumnias son dignas de desprecio, y por lo que toca á las contradicciones en que incurre voy à referir una anécdotita que viene muy al caso: defendia un abogado veneciano una causa en que habia dos fallos contradictorios del mismo tribunal y con el objeto de manifestar á los serenísimos senadores el profundo respeto con que miraba sus disposiciones les habló de esta manera: „Il mese passato le vostre eccellenze hanno giudicato cosí; é questo mese nella medesima causa, hanno giudicato tuttol, contrario, é sempre ben." ¡Lo mismo vosotros, mis queridos diaristas! Hoy decis uno y mañana otro, pero sempre ben. Pasemos al Cuadro Histórico, Sr. Calamocha, porque al hablar del Diario me enternezco.

la irreverente manera con que trata à ese venePensaba yo darle á V. una buena felpa por rable monumento de lo que hicimos y de lo que no hicimos, pero lo dejo para otra vez en atencion á que esta carta va siendo larga y todavia tengo mucho que decir.

Hétenos aquí en el Museo. ¿Con que sus redactores hacen vapor sin fuego? ¿Con que novelizan la historia del pais? ¿Con que no hablan español? Presumo lo que V. me podrá contestar; sobre poco mas o menos será esto: Si, Señor, hacen vapor sin fuego porque escriben viages sentimentales en el estilo de Sterne, sin haber estudiado á Sterne; novelizan la historia del pais porque dicen que en el año de 1810 habia serenos en el pueblo de Dolores y porque ponen en boca de Morelos lo que jamas pensó decir; no hablan español porque.... Basta, basta, esa es pura envidia: en su vida es V.

capaz de comenzar un artículo de costumbres con la gracia con que comienza este:

-Cho! cho! arre! para!
-Arrea! cho! cho!

-Aquí tiene su mercé los andantitos
-Hola! aquí están los burros.
-¡Arriba muchachos! ¡los burros!
-Este ligerito es el mio.

-Paulita.

-Chucha.

-Muchachas.

-A escojer sus cabalgaduras.
-Este es el mio.

--Tara ra ra, ta ra rá; mamá este burrito es el mio." etc. etc.

No sé que quiere V. dar á entender cuando dice que el Correo francés (y no fransés como puso el cajista de V.) iba cargado de diccionarios de la conversacion. ¿Será por ventura que de allí saca sus editoriales?

Grande impresion le han hecho á V. las trasposiciones de la Hesperia, y así debía por fuerza de suceder porque V. es incapaz de apreciar las bellezas del estilo; V. tacha de oscuras sus pomposas frases y yo le respondo que esa oscuridad es precisamente la que mas realce les da: ese es el punto de semejanza que tiene la Hesperia con los libros sibilinos, cuyo principal mérito consistia en que nadie los podia comprender.

Hasta aquí he logrado conservar la paciencia; mas mucho me temo que va á dar á pique la poca dósis que me resta, al ver lo que dice V. del Mosquito Mexicano.

La sangre me hierve cuando recuerdo la insolencia con que trata á un periódico cuyo noble fin es revelar los secretos de la vida privada, servir de instrumento á la venganza y al despecho, marchitar la reputacion de los ciudadanos, y admitir y dar á luz toda clase de acusaciones por injustas y personales que sean.... Sublime mision la del Mosquito! ¿Y es posible que el empedernido corazon de V. no le tribute la debida admiracion? ¡¡Oh!! ¡¡Ah!! como esclama D. Amadeo en la Marcela.

Con estrañeza he visto que no ha atacado V. al Observador judicial echándole en cara su propio nombre: un Zoilo de su calibre bubiera dicho cuando menos que ese título de Observador indica que debia vigilar sobre todos los tribunales, indicar lo bueno y malo que en ellos hubiera, los medios de corregir los abusos, enfin dar el lleno debido á su mision, y no contentarse con presentar una segunda edicion de las providencias del gobierno.

ducen á estas dos: 1. que tiene muchos re-
daclores y pocos de ellos trabajan: 2.1 que el
cuaderno suelto vale cinco reales. A las dos
le contesto á V. que

Non tali auxilio, nec defensoribus istis
Tempus eget

pues que V. ni es redactor de ese periódico, ni
apoderado del público. Si le escuece à V. lo
de los cinco reales suscríbase y de esta mane-
ra le costará tres, lo que es mucho mas barato,
puesto que si habia V. de desembolsar cinco
reales por número y despues de leerlo no le ha-
bian de quedar ganas de gastar otros cinco, de
esta manera le sale por seis reales al mes y tie-
ne V. el privilegio de no pasar sus ojos por él
y dejarlo para que aprenda su casera geogra-
fia, lejislacion, y que sé yo que mas.

Con placer he visto lo que dice V. del Lucero de Tacubaya porque en eso ha descubierto la cortísima dósis de sentido comun con que á natura plugo dotarle. Hombre de Dios, ¿cómo puede ser que el Lucero se dirija á Tacubaya, cuando allí mismo es donde se publica? Ya se ve, de á legua se conoce que V. no sabe lo que trae entre manos. No señor, el Lucero es un periódico libre, independiente, y acaso es el único de oposicion que existe entre nosotros. A sus redactores si que se puede aplicar lo que en el coloquio de los perros pone Cervantes en boca de Cipion. ,,Muy bien dices, Berganza, por que yo he oido decir desa bendita gente, que para repúblicos del mundo no los hay tan

prudentes en todo él"....

Una sola cosa le echa V. en cara al Tornavoz, y á fé mia que es respecto de él tan injusto como con todos los demas. Sin embargo, se le

debe agradecer el que no se estendiese, pues yo me esperaba que por lo menos hubiera dicho lo siguiente:,,Los redactores del Tornavoz escriben muy de prisa y de consiguiente muy mal: su empresa es la mas descabellada que darse pueda, porque el advertir sus defectos á actores que se tienen por otros tanto caballeros y damas sans peur et sans reproche, es obra de romanos; y el exortar á los imperturbables empresarios de nuestros teatros, es predicar en desiertɔ. No está todavia el público de nuestro pais tan ilustrado que se atreva á silbar una mala pieza ó un mal actor; aun no ha carcomido la civilizacion su genial bondad; así es que sufre con paciencia los mamarrachos que le representan y las muecas que le hacen, gasta su dinero y aplaude tal vez por un efecto de su benevolencia, de la misma manera que el man

Las objeciones que V. hace al Ateneo se re- so corderillo lame la afilada cuchilla que le va

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á segar la gola, ¿Y bajo tales auspicios se ha propuesto el Tornavoz por fin de sus tareas la reforma de nuestros teatros? Bien se conoce que sus redactores no se han penetrado de esta verdad: la posicion del espectador de México es mas triste que la del claqueur de Paris.” Una filipica por este estilo esperaba de su mordacidad.

Insensiblemente me he estendido mas de lo que queria y voy á concluir esta carta antes de que me salga V. con que es muy larga y que no la puede insertar en el Liceo; pero no quedaria satisfecho si no me burlara de V. por la negligencia con que formó su artículo, pues que se le quedaron en el tintero el Imparcial, el Comercio, el Ateneo Laterano, y no sé que otros mas. Non omnia possumus, amigo mio, recuerde V esa sábia máxima y vaya buscando algun destinillo, porque (bablando con toda sinceridad) tengo mis barruntios, como dice Tirabeque, de que ha de manejar mejor la azada que la pluma.

No crea que el despecho me ha inspirado esa caritativa insinuacion; muy al contrario, me da V. làstima y por esto le ofrezco generosamente toda mi proteccion y valimiento.

Desea à V. completo alivio de la comezon de escribir que tan fiera le atormenta, su atento servidor que B. S. M.

Pantaleon Zacarías Escribidor, Galicin, de la
Gerigonza y Articulejo.

Post-Scriptum.

Se me pasaba decirle á V. que no he defendido à la Guirnalda (supongo que de ella querria que se entendiese aquello de la matrona coronada de arzobispos) porque la lectura de ese periódico forma su mejor apología. Leála V., si puede, y se convencerá de esta verdad. Le recomiendo á V. igualmente la oracion cívica del Sr. gobernador de Californias que ha publicado el Diario. No puedo menos de citar aquí las siguientes notables palabras de su exordio: ,,Conciudadanos: hoy completa ocho mil cua renta y tres vueltas el planeta que habitamos al derredor de ese sol radiante, desde aquel dia venturoso y de eterna remembranza en que vió consumada la independencia nacional. ¡Asombroso descubrimiento! Pobre cronología, pobre historia, es posible que no hubieseis caido en cuenta de que mil años antes de la creacion del mundo, ya nosotros los venturosos mexicanos cantábamos allá en la mente de Dios:

,,Somos independientes, Viva la libertad?"

Con lo dicho conocerá V. si este discurso no es de aquellos en que se ven unidas la ciencia y la elocuencia y cuya lectura produce esquinencia al paso que ejercita la paciencia. Vale.

LA PRIMAVERA

ENDECHAS REALES.

A la apacible brisa
Soplando dulcemente
En el prado riente
Hojas esparce de purpurea flor.

Graciosas pastorcillas
Con risa placentera
Forman danza ligera
Cubriendo el rostro virginal pudor.

La azucena que airosa Descuella entre las flores Con sus gratos olores

La vuelta anuncia del florido abril.

Y ya en las selvas se oyen
Los cánticos suaves

De mil pintadas aves

Y el dulce son de flauta pastoril,

Contento deja el lecho

El labrador ansioso
Apenas ve gozoso

De la mañana el fülgido arrebol.

El tierno corderillo
Retoza en la llanura
Y en la corriente pura
La llama templa del estivo sol.

Mas oh fatal destino
Tras el verano hermoso
Camina presuroso

El cano invierno con adusta faz.

Así á los bellos dias De juventud brillante Sucede el fiero instante Término triste del vivir fugaz.--J.

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LA CALEA.

ACIA el fin del decimo septi- solamente la subida de la marea para hacerse à la vela. En efecto, el siguiente dia el,, Formidable," se alejó con un viento próspero. Era un excelente velero, sólidamente construido, y durante algunos dias caminó con velocidad, pero pronto cesó el viento,una calma completa puso al buque inmovil y ninguna maniobra pudo hacerlo avanzar. La mar estaba tan tersa como un espejo, y el sol brillaba en medio de un cielo sin nubes.

mo siglo, el navío,,Comercio" que iba del Hávre á las Antillas naufragó en alta mar á poca distancia de la costa de Portugal; gran porcion de agua se introdujo por la quilla y el navio zozobró á pesar de los esfuerzos de los marineros y la tripulacion, que se componia de veinte y ocho hombres fué sumergida en los abismos del oceano.

Por un instante se vieron flotar algunos hombres sobre las olas; sus gritos y amargas quejas llegaban basta las nubes; tres fueron los únicos que sobrevivieron abrazados de los restos de un mástil.

Estos tres desgraciados flotaron todo el dia á merced de las olas, y en vano buscaban del lado del horizonte un terreno en que pudiesen abordar á un buque que los recogiese; lanza ban melancolicas miradas al cielo aun cubierto de nubes; y sintiendo la diminucion de sus fuerzas, rogaban fervorosamente y lloraban de desesperacion, pero nada aparecia en el inmenso y solitario espacio, y el fatal momento se acercaba en que sus manos yertas y tiezas iban á abandonar el mástil que los sostenia.

Enfin, bácia media noche, con la apacible claridad de la luna, percibieron una costa desconocida y un buque medio encallado, cuyo casco se confundia por la oscuridad con las rocas de la costa. Uno de los náufragos quizo sacar algo su cuerpo para dar voces anunciando su desgraciado estado, pero sus esfuerzos fueron vanos, afortunadamente la corriente los conducia hacia la playa con direccion al buque, de donde fueron divisados é inmediatamente salvados.

El buque que los recogió llamado el,,Formidable" se dirijia á la Pointe-Pitre, pero la corriente lo habia arrojado sobre las rocas, y á pesar de esto poco habia padecido, y aguardaba

La agua y los víveres comenzaron á faltari y la tripulacion esperimentó los horrores del hambre. La carne fresca que habia á bordo se habia acabado hacia algunos dias y la salada pronto fué consumida. Procuraron cojer pescados formando unos con trapos y estopa, pero á pesar de este ardid la pesca no tuvo buen exito, y la calma continuaba.

Si la escaces es espantosa cuando aflije nuestros campos, cuanto mas terrible es en un buque, donde no hay medios de evitarla; figuraos unos seres humanos hacinados en un estrecho espacio, separados únicamente por algunas tablas de los profundos abismos del oceano, abrazados por los rayos del sol, pálidos y macilentos, disputándose alimentos medio podridos, que cada dia se disminuian, sobrellevando á penas una existencia próxima á estinguirse, alimentándose con paja deshecha y cuero, alimento cuya sola idea oprime el corazon; pensad lo horroroso de esta muerte, consecuencia inevitable de tormentos tan atroces, lejos de su patria, de su familia y en total abandono entre el firmamento y el mar, sin socorros, sin consuelo, pues el infortunio aisla á los hombres; en estas fatales circunstancias el instinto de conservacion habla solamente, todos los lazos están rotos, y todos los sentimientos generosos apagados por el vil egoismo.

Tal era la situacion de la tripulacion del,,Formidable;" habia llegado á este grado de afliccion y de miseria de que los anales de la ma

rina presentan varios ejemplos, en cuyos casos un imperio, que aunque débil, se sobreponia

se concibe la triste idea de sortear para inmolar una víctima al hambre de los otros. Esta idea homicida estaba pintada en todos los semblantes y miradas; sin embargo ninguno se atrevia á proferirla.

Una tarde se hallaban reunidos los tres náufragos del,,Comercio" sobre el alcázar de atras y uno de ellos llamado Lachan se levantó apre suradamente y se dirijió al castro de los marineros del,,Formidable."

,,Amigos mios, les dijo, con voz débil, cuan,,do me hallasteis en medio del oceano estaba ,,destinado á morir, vosotros fuisteis mis liber,,tadores, os ofrezco mi vida para prolongar ,,la vuestra algunos dias; no tengo parientes ni ,,familia 7 así me entrego sin temor á la muer ,,te; la suerte podría tocar á otro que abando,,naría á sus hijos y á su cara madre.... vale ,,mas que voluntariamente sacrifique mi exis,,tencia.... Mis últimas plegarias serán diriji ,,das al Todopoderoso por vosotros. ¡Plegue ,,al cielo cese la calma que os detiene y podais ,,abordar á alguna playa donde encontrareis ,,socorro!" Esta proposicion fué escuchada con horror; mientras mas generosa y sublime parecia, mas vacilaban en aceptarla; ninguno osaba proferir una palabra; la humanidad, la moral y la razon conservaban aun en los corazones

al de hambre. Las sensaciones que agitaban á los marineros del,,Formidable" eran de aquellos que son indefinibles si no se han experimentado, y muy pocos de los que han pasado por e tas crueles pruebas, han sobrevivido para relatar sus padecimientos.

Un marinero flaco y macilento que roia en un rincon un pedazo de cuero hizo esfuerzos y se medio levantó, agarró una hacha se arrastró hasta cerca de Lachan y le descargó tal golpe que le derribó á sus piés. No procuraré describir la espantosa escena que sucedió; cuando se lea la relación del naufragio de la,,Medusa" se encontrarán pormenores análogos à los que aquí suprimo; mi único objeto es hacer ver hasta que punto puede llegar la abnegacion de si mismo. En mi concepto ningun acto heroico es comparable al de este marino oscuro, que dió su vida por salvar la de sus compañeros.

La inisma noche sopló el viento y á otro dia desembarcaron en las Azores, donde la tripulacion olvidó sus fatigas y sus tormentos. De manera que un solo dia hubiera salvado al desdichado Lachan y evitado á los marineros, un crímen que su misma situacion no puede disculpar.

T. por L. M.

SAN VICENTE DE PAUL.

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pasiones humanas, quien la consuela en medio de las tribulaciones que padece, quien repara las pérdidas que tiene, quien convierte la sangre de sus mártires en fecunda semilla de cristianos, quien la mantiene en medio de las catástrofes y trastornos del mundo, inmóvil siempre en el seno de las tempestades, siempre poderosa para curar las heridas del cuerpo social, siempre fecunda para multiplicar sus beneficios en la tierra y sus clegidos en el cielo.

Hace ya cerca de dos siglos que terminó S. Vicente su larga carrera de buenas obras pa.

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