Liceo Mexicano, Volumen2J. M. Lara., 1844 |
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... manos , apareció un hombre , que con la se- renidad y la calma que produce la inocencia , caminaba al patibulo , era el ... mano en la boca haciendo en segui- da una señal se suspendió la griteria sin que pu- diera reprimir los sollozos ...
... manos , apareció un hombre , que con la se- renidad y la calma que produce la inocencia , caminaba al patibulo , era el ... mano en la boca haciendo en segui- da una señal se suspendió la griteria sin que pu- diera reprimir los sollozos ...
Página 16
... mano , la lanzó treinta millones de leguas del centro , la privó del cortejo de los planetas que la rodeaban , y dejándole solo una doncella para que la acompañara y alum- brase de noche , le mandó girar en su órbita como los otros ...
... mano , la lanzó treinta millones de leguas del centro , la privó del cortejo de los planetas que la rodeaban , y dejándole solo una doncella para que la acompañara y alum- brase de noche , le mandó girar en su órbita como los otros ...
Página 18
... mano fria de la muerte Del tiempo bajo el carro nos convierte Revelando al que viene su miseria . Las tumbas callan , y las tristes flores Exhalan junto á mí su aroma suave , Y escucho ya de la campana grave Vibrar aquí los fúnebres ...
... mano fria de la muerte Del tiempo bajo el carro nos convierte Revelando al que viene su miseria . Las tumbas callan , y las tristes flores Exhalan junto á mí su aroma suave , Y escucho ya de la campana grave Vibrar aquí los fúnebres ...
Página 23
... manos que hace temblar la emocion . El billete era bastante lacónico ; solamente contenia estas palabras : ,, Eres un traidor . Jamas volverá á ser tuyo el corazon de - Julia . ” Una sensacion semejante à la que esperimen- ta el ...
... manos que hace temblar la emocion . El billete era bastante lacónico ; solamente contenia estas palabras : ,, Eres un traidor . Jamas volverá á ser tuyo el corazon de - Julia . ” Una sensacion semejante à la que esperimen- ta el ...
Página 26
... mano del tiempo haya bor- rado los colores y destruido hasta la tela en que el ingenio imprimió sus rasgos , y desde luego podemos creer que Rafael y Miguel An- gel , Rubens y el Dominiquino , Salvador Rosa y Vernet son hombres divinos ...
... mano del tiempo haya bor- rado los colores y destruido hasta la tela en que el ingenio imprimió sus rasgos , y desde luego podemos creer que Rafael y Miguel An- gel , Rubens y el Dominiquino , Salvador Rosa y Vernet son hombres divinos ...
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Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 290 - sido vuestra física, poeta celebérrimo, entre las Musas de este mar Atlántico tan alta, que la tísica del amador misérrimo ha vuelto su lamento en dulce cántico; y de aquel Nigromántico, de tantos necios ídolo, que con un yelo cálido el rostro vuelve pálido, ya condena su efecto por tan frivolo,
Página 50 - haciendo grandes, gestos y contorsiones, y marcando el compás sobre los pedales con los tacones de las botas. Acabaron con el duo y con nuestra paciencia, y yo me di á desearles el trágico fin del veneciano Fallero. Pues no quedó
Página 340 - grandes y vivaces ojos, faz entre blanca y morena. Sobre su desnuda espalda y su seno de doncella vagaba suelta y sin orden la su negra cabellera. Graciosos eran sus labios, su frente elevada y tersa; y en su mirar
Página 340 - plumas y conchas y azules piedras:— De piedras los brazaletes, y de piedras las pulseras; y con el viento ondeaban, dos plumas en su cabeza. —Esta beldad merecía vivir en rica opulencia, que verla tan infelice daba compasión y pena. Mas la fortuna traidora prodiga al necio riquezas, y al mérito lo sepulta en abandono y miseria. Atónitos los sayones la ven
Página 50 - no reparé en un conocido que se me puso delante, hasta que enlazándome el brazo con aire satisfecho. „Ven, estudiante, me dijo, ven á mi casa y verás qué ganga he logrado anoche: ya sabes que soy aficionado
Página 50 - menoscabarle un olvido tan natural como lo fue el del arquitecto que dejó sin escalera la casa de correos. Dióle consuelo la comparación, y luego siguió enseñándome una mesa de caoba á la cual había puesto un
Página 50 - me dejé arrastrar por el nuevo tonti-loco.— Ochocientos reales en una prendería del Rastro! esclamaba quitando el polvo á un lienzo todo roído de ratones; mira, mira qué alhaja! un retrato de Carlos IV, original de
Página 50 - y con nuestra paciencia, y yo me di á desearles el trágico fin del veneciano Fallero. Pues no quedó aquí, sino que todavía me espetaron un cuarteto con obligado de flauta, que puso en vergonzosa fuga
Página 50 - de nogal pintado; un comedero de palomas en que había transformado la caja de un estuche inglés, y otras preciosidades por el mismo estilo. Ya cansado de examinar tan estraño conservatorio,
Página 50 - y sin mirar siquiera la hora que apuntaba, dije que era tardísimo para mis quehaceres. Despedime; de un salto me puse en la calle, y de otros dos en casa