Liceo Mexicano, Volumen2J. M. Lara., 1844 |
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... miento , en la astucia ? sancionando pues un principio tan absurdo como anárquico , ¿ qué moralidad , qué virtud , qué justicia podrian existir sobre la tierra ? Empero los que han conquistado el mando , ó heredado un trono , bien ...
... miento , en la astucia ? sancionando pues un principio tan absurdo como anárquico , ¿ qué moralidad , qué virtud , qué justicia podrian existir sobre la tierra ? Empero los que han conquistado el mando , ó heredado un trono , bien ...
Página 13
... miento , que abraza en general á todos los sa- bios , toma mayor vigor , cuando se aplica á aquellos ingenios privilegiados que han sabido comprender los grandes misterios de la creacion y presentarnos á la naturaleza tal cual es , des ...
... miento , que abraza en general á todos los sa- bios , toma mayor vigor , cuando se aplica á aquellos ingenios privilegiados que han sabido comprender los grandes misterios de la creacion y presentarnos á la naturaleza tal cual es , des ...
Página 17
... miento ; emprendió otro Jason de tamaño na- tural , y en poco tiempo vió concluido su tra- bajo . La ejecucion era maravillosa , bien pron- to corrió la voz en Roma de que de manos de un jóven escultor estrangero habia salido una obra ...
... miento ; emprendió otro Jason de tamaño na- tural , y en poco tiempo vió concluido su tra- bajo . La ejecucion era maravillosa , bien pron- to corrió la voz en Roma de que de manos de un jóven escultor estrangero habia salido una obra ...
Página 20
... miento Jamas ha destrozado de malogrado amor . No ceses en tu llanto , tú sabes lo que sientes , En quejas desahoga tu negro padecer , Sobre esa losa caigan tus lágrimas ardientes , Cual el rocío cae la tierra á humedecer . IV . Hiere ...
... miento Jamas ha destrozado de malogrado amor . No ceses en tu llanto , tú sabes lo que sientes , En quejas desahoga tu negro padecer , Sobre esa losa caigan tus lágrimas ardientes , Cual el rocío cae la tierra á humedecer . IV . Hiere ...
Página 32
... miento despidió de sus camas á los que yacian en ellas . Puso tal miedo el terremoto en los limeños , que todos ellos , sin diferencia de sexos ni edades y condiciones , salian á las calles y plazas públicas pidiendo misericordia . Los ...
... miento despidió de sus camas á los que yacian en ellas . Puso tal miedo el terremoto en los limeños , que todos ellos , sin diferencia de sexos ni edades y condiciones , salian á las calles y plazas públicas pidiendo misericordia . Los ...
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Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 290 - sido vuestra física, poeta celebérrimo, entre las Musas de este mar Atlántico tan alta, que la tísica del amador misérrimo ha vuelto su lamento en dulce cántico; y de aquel Nigromántico, de tantos necios ídolo, que con un yelo cálido el rostro vuelve pálido, ya condena su efecto por tan frivolo,
Página 50 - haciendo grandes, gestos y contorsiones, y marcando el compás sobre los pedales con los tacones de las botas. Acabaron con el duo y con nuestra paciencia, y yo me di á desearles el trágico fin del veneciano Fallero. Pues no quedó
Página 340 - grandes y vivaces ojos, faz entre blanca y morena. Sobre su desnuda espalda y su seno de doncella vagaba suelta y sin orden la su negra cabellera. Graciosos eran sus labios, su frente elevada y tersa; y en su mirar
Página 340 - plumas y conchas y azules piedras:— De piedras los brazaletes, y de piedras las pulseras; y con el viento ondeaban, dos plumas en su cabeza. —Esta beldad merecía vivir en rica opulencia, que verla tan infelice daba compasión y pena. Mas la fortuna traidora prodiga al necio riquezas, y al mérito lo sepulta en abandono y miseria. Atónitos los sayones la ven
Página 50 - no reparé en un conocido que se me puso delante, hasta que enlazándome el brazo con aire satisfecho. „Ven, estudiante, me dijo, ven á mi casa y verás qué ganga he logrado anoche: ya sabes que soy aficionado
Página 50 - menoscabarle un olvido tan natural como lo fue el del arquitecto que dejó sin escalera la casa de correos. Dióle consuelo la comparación, y luego siguió enseñándome una mesa de caoba á la cual había puesto un
Página 50 - me dejé arrastrar por el nuevo tonti-loco.— Ochocientos reales en una prendería del Rastro! esclamaba quitando el polvo á un lienzo todo roído de ratones; mira, mira qué alhaja! un retrato de Carlos IV, original de
Página 50 - y con nuestra paciencia, y yo me di á desearles el trágico fin del veneciano Fallero. Pues no quedó aquí, sino que todavía me espetaron un cuarteto con obligado de flauta, que puso en vergonzosa fuga
Página 50 - de nogal pintado; un comedero de palomas en que había transformado la caja de un estuche inglés, y otras preciosidades por el mismo estilo. Ya cansado de examinar tan estraño conservatorio,
Página 50 - y sin mirar siquiera la hora que apuntaba, dije que era tardísimo para mis quehaceres. Despedime; de un salto me puse en la calle, y de otros dos en casa