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Durante el primer cuarto del presente siglo no hubo una sola mina de plata en explotación en la República. De 1873 para adelante la producción de este metal ha venido aumentando rápidamente. En 1883 ascendió ésta á $ 1.000,000 y en 1884 á $ 1.250,000.

Hemos hecho algunas correcciones en los cuadros de la edición anterior de este libro sobre la producción de Colombia en metales preciosos; animados por el deseo de alcanzar el mayor acierto posible, perfeccionando nuestro trabajo, y habiendo obtenido nuevos datos sobre la extracción de oro en diversos Departamentos, revisámos de nuevo todos nuestros cálculos.

El movimiento ascensional de la producción del oro y de la plata en Colombia no se detendrá ya. M. Chevalier escribió en 1846: “Es preciso esperarse á ver á la Nueva Granada aumentar su rendimiento en oro." Este es el resultado natural del desarrollo de la civilización, siendo mayor cada día la suma de los conocimientos y la facilidad de los medios de que se dispone para la explotación de las minas. Los placeres auríferos de Colombia son inagotables; los más de los filones de oro y de plata se conservan aún vírgenes, y los que han sido beneficiados no lo han sido sino superficialmente.

Fáltanos ver qué puesto ocupa Colombia en la producción de oro de la América desde su descubrimiento hasta el año 1848, que fue cuando se descubrió la prodigiosa riqueza de California. El cuadro siguiente recapitula dicha producción total. Para formarlo hemos adoptado las cifras dadas por el profesor Soetbeer:

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Como se ve, Colombia ocupa el primer puesto entre todas las antiguas colonias españolas y el segundo en América. Mas, si se compara su extensión con la del inmenso Imperio del Brasil, puede decirse que Colombia supera proporcionalmente á ésta en su producción aurífera.

En la vecina República de Venezuela se descubrieron hace pocos años las ricas minas de oro de Caratal, en el Estado de Guayana (á 160 millas de Ciudad-Bolívar). En 1866 dieron 15,587 onzas de oro. Su producto ha seguido en aumento constante, y en 1879 había subido á 107,722 onzas. Producto total en catorce años, 770,026 onzas.

Si esto ha sucedido en Venezuela, donde hasta ahora no se conoce sino una región aurífera, ¡qué no deberemos esperar en Colombia, donde existen tantas regiones ricas en veneros de oro y plata !

II.-INFLUENCIA DE LA MINERÍA EN EL PROGRESO GENERAL DE

COLOMBIA.

Cada país recibió en dote del Creador señaladas producciones naturales para atender á su subsistencia. Al cultivo y elaboración de ellas debe sujetarse el hombre, por necesidad y conveniencia, sin perder el tiempo en reflexionar si sería mejor ocuparse en otra cosa. Las naciones, como los individuos, tienen su vocación especial, y son desgraciadas como ellos si llegan á serle infidentes. Colombia fue dotada con los metales preciosos, que con munífica profusión se hallan distribuídos en los veneros que asoman por sus cordilleras y en los placeres que enriquecen las hoyas de sus ríos.

El oro fue el incentivo poderoso que movió á los españoles á la ✓ conquista y á la ocupación de nuestro territorio. (1) En busca de este precioso metal, que era la meta de sus expediciones, trasmontaron nuestras ásperas montañas, penetraron en nuestros valles ardientes y poblaron casi todas las regiones que están hoy habitadas. "Gran parte del ardor con que acometieron sus gloriosas empresas, fue estimulados por el deseo de la adquisición de las fabulosas riquezas cuya historia se ha perpetuado con el nombre del Dorado." (Doctor Liborio Zerda, El Dorado). En persecución del Dorado hicieron atrevidas incursiones al Zenú, la Sierra-Nevada, el Chocó, Antioquia y el interior de Tierra-Firme; pero esa meta fascinadora no se alcanzaba : cuando los españoles creían tocarla, desaparecía como el miraje engañador.

El valor del oro que los españoles tomaron á los indios con la Conquista no pasó de 8.000,000 de pesos; suma insignificante, si se atiende á la riqueza de nuestro suelo y á la extensión que los aborígenes habían

(1) Los españoles no encontraron plata en manos de los indígenas, que no la usaban, sino en muy raras ocasiones, para la fabricación de sus tunjos y alhajas. Pero sin duda conocían este metal, pues ellos mismos llevaron á los descubridores á las minas de plata de Mariquita, Pamplona, Ibagué y la Plata.

dado al trabajo de las minas. Merece que nos detengamos en algunas particularidades dignas de notarse. D. Pedro de Heredia, Gobernador de Cartagena, regresó de su primera expedición á esta Provincia con más de un millón y medio de ducados en oro, y repartió á cada simple soldado seis mil ducados (6,480 pesos), suma mayor que la que recibieron los conquistadores del Perú. Luego se dirigió al Zenú y sacó 500,000 pesos de oro de sus ricos sepulcros. Todo este oro uo provenía de la Provincia de Cartagena, cuyos aluviones son pobres: los indios lo obtenían en cambio de sal y de artefactos de las tribus que ocupaban la riquísima región de Zenufaná, bañada por los ríos Porce y Nechí, y del famoso cerro de Buriticá.

En la Provincia de Santa-Marta, que ha producido poquísimo oro después de la Conquista, recogió D. Pedro Badillo una gran cantidad de este metal, y D. Pedro de Lerma sacó del valle de Tairona 600 libras de oro y 400 más del valle de Upar.

Contraste raro y digno de notarse los españoles sacaron relativamente poco oro de las regiones más ricas: Antioquia, el Chocó y Barbacoas. En un sepulcro de Guacá, en Antioquia, hallaron cien mil pesos en joyas de oro fino. Al Capitán Jorge Robledo le dieron los indios carrapas, que habitaban cerca de Pácora, una rica bandera, cuyos adornos de oro pesaron tres mil y tantos pesos, un vaso que valió 290 pesos y otras dos cargas de este metal en joyas diversas.

No sólo fue el oro el móvil principal que facilitó la conquista de este vasto país, sino que la posesión de sus minas vino á facilitar el desarrollo de su población, de su agricultura, de su comercio y del pro. greso en todos sus ramos. Sin el aliciente poderoso de sus minas, gran parte del Departamento de Antioquia, el Chocó, Barbacoas y Supía estarían hoy despoblados, desiertos y en una lamentable situación de atraso y de miseria.

Apenas terminada la Conquista, se dieron los españoles de preferencia á la fácil y lucrativa tarea de explotar las minas de oro. Las hallaron riquísimas y muy productivas en Arma, Antioquia, Buriticá, Zaragoza, Remedios y Cáceres; en Auserma, Cartago, Cali, Popayán y Almaguer, lugares que entonces hacían parte de la Provincia de Popayán; en la ciudad de Victoria; en San-Juan de los Llanos; en Miraflores, cerca de Ibagué; en Páramo-Rico y en el valle de Suratá, próximos á Bucaramanga. Minas de plata descubrieron y explotaron en la Plata, Ibagué, Mariquita y Pamplona. De todas éstas y de otras localidades extrajeron en poco más de la segunda mitad del siglo XVI metales preciosos por valor de como 56.000,000 de pesos, suma siete veces mayor que la que obtuvieron en la Conquista.

Es asombroso lo que se refiere de la riqueza de las minas de Mira

flores, Victoria, Páramo-Rico, Remedios y Zaragoza. Las de esta última localidad produjeron en cuarenta años cosa de 50,000 libras de oro, que valen unos 13.000,000 de pesos, y las de Remedios 6.000,000 de pesos en 26 años.

Convirtióse entonces el Nuevo Reino de Granada en un país de promisión, y comprobóse que el verdadero Dorado existía en las entrañas de la tierra; que los indígenas no habían mentido al ponderar su riqueza, y que el error de los españoles babía consistido en buscar en manos de aquéllos los tesoros que la tierra guardaba para premiar su constancia y su diligencia.

Algunos de los conquistadores y de los primeros pobladores adquirieron riquezas que en aquel tiempo eran enormes, y que aun hoy serían considerables. Diego de Ospina, después de haber explotado minas de plata en Mariquita, pasó á Remedios, en donde sacó 900,000 pesos en oro. Pedro Martín Dávila benefició una rica mina de aluvión cerca del río Nechí, y aunque gastó en ella muchísimo dinero, sacó de utilidad 160,000 pesos de oro de 22 quilates. Francisco Aguilar se enriqueció con las minas del río Ariari. El contribuyó en mucha parte para los gastos de la expedición que hizo á los Llanos D. Gonzalo Jiménez de Quesada. Juan Díaz Jaramillo se vió lleno de bienes de fortuna con el producto de un placer aurífero que benefició en el norte del Tolima.

Los españoles, en su ansia de oro, adquirieron en pocos años noticias casi completas sobre la riqueza de nuestro suelo, de la que tuvieron mejor conocimiento que nosotros, que disponemos de mayores medios de investigación científica. Debemos, no obstante, observar que fueron los indígenas, que tenían experimentada la riqueza de nuestro territorio, quienes los llevaron á todos los puntos donde había minas de metales preciosos. Vamos á trascribir el cuadro que trazaba Fray Pedro Simón de los minerales del Nuevo Reino de Granada en el primer cuarto del siglo XVII:

"Entre estos dos ríos, Darién (1) y la Magdalena, entre quienes corre el Cauca, crió Dios la tierra más rica de oro y plata que pienso caliente el sol ni se les ha descubierto á los mortales, porque la que hay entre el Cauca y el Darién es toda de venas de oro finísimo, como está experimentado por cuantos españoles han descubierto y pisado aquella tierra, que han sido muchos, y toda está descubierta y cateada de ellos, de que no fueron malas muestras, ni testigos de poco abono, las sepulturas en el Zenú y en Guacá.

“Las sierras de Abibe, que acompañan al Darién hasta cerca de sus bocas, le ofrecen innumerables arenas de oro, y de todas ellas dice (1) El Atrato.

Cieza están lastradas de este metal. Este otro ramo de la misma cordillera que se acerca al río Cauca y que comienza desde las cabañas de Yapel y corre hasta Popayán, bien saben que es toda una pasta de oro los moradores de los pueblos que se han fundado en ella y permanecen hoy de españoles, que son la ciudad de Antioquia, San-Jerónimo del Monte, Anserma, Toro, Cali y otras que se han despoblado.

"Esta otra parte del Cauca, que es la del oriente, hoya que hacen entre él y el Magdalena, harto experimentadas tiene el mundo sus inmensas riquezas de oro y plata, con la que está entretejido y aun euajado, mezcladas las minas del uno y de la otra; porque comenzando de las sierras de Simití, las han tenido y tienen de muy gran riqueza de finísimo oro. Y corriendo desde ellas al sur están las de Guamocó, donde están fundados reales de minas, y algunas leguas más adelante la ciudad de Zaragoza, en la que también se comprendieron las tierras de la ciudad de Santafé de Antioquia. Bien sabe el mundo las infinitas riquezas de oro que se han sacado y se sacan hoy, lo mismo que de las ciudades de Cáceres, Arma, Cartago y Buga.

"Cayendo más á la parte del río de la Magdalena, no han llevado más corto paso las grandes sacas de oro que ha habido en la ciudad de los Remedios, y lo mismo corre en los sitios donde estuvo fundada la primera vez la ciudad de Victoria, ya cerca del río Guarinó. Si queremos tratar de la riqueza de las minas de oro y plata, entretejidas unas con otras en la ciudad de Mariquita, que está más adelante, mejor lo dirán ellas y quien las goza, pues son tan abundantes y de tan subida plata, que espantan, juntamente con su mucho oro de 22 quilates de sus minas de Hervé, Santa-Águeda y otras partes que se hallan en más de 10 á 14 leguas que se extienden los minerales por su serranía al poniente.

"Lo mismo decimos de las minas de oro y plata situadas en una misma cordillera y que se dan las manos en la ciudad de Ibagué. Las grandes minas de San-Sebastián de la Plata, en la tierra de los indios páeces, admiraron á los hombres que las hallaron, y labraron y fundaron allí una ciudad, poniéndole el nombre de la Plata, por la mucha y buena que tienen aquellas tierras. En el río Saldaña y valle de Neiva también se han hallado grandes minas de oro, de donde se saca hoy, y lo mismo en la Provincia y villa de Caloto, á la parte de Popayán....

"Los fundadores de Pamplona dieron con el río del Oro, y experimentaron sus arenas de oro con otras muchas minas que se fueron descubriendo en toda aquella Provincia, que llaman de Suratá; tierra tan rica que toda ella es una pasta de oro, plata y otros metales, en especial en una parte que llaman la Montuosa."

En el curso del siglo XVII completaron los españoles la explora

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