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echaban en los terreros, debiendo su riqueza á estas tierras ó descombros. En la mina del Cristo he hallado una veta de más de media vara de ancho, que lleva bastante metal. Los antiguos intentaron trabajarla á pique más abajo del socavón de desagüe, á cuyo fin hicieron dos pozos de unos tres estados de profundidad, pero parece que la dureza de la veta y la incomodidad y costo de la extracción del agua debió hacerles abandonar su intento.

Real de Santa-Ana, 2 de Diciembre de 1785.-En la mina de San-Juan se ha hallado el pozo de los Guayacanes (nombre que le dieron por estar ademado con esta especie de madera) y se está desaguando; la fama que tiene este pozo es grande, y muchos han intentado antes de ahora su descubrimiento; antes de mucho nos satisfaremos si es ó no justa esta fama.

Real de Santa-Ana, 17 de Enero de 1786.-Habiéndose hallado las testeras ó últimos trabajos de la mina Manta con la veta sana y buen metal, he dispuesto poner por ahora la mayor parte del trabajo en esta mina. Concurre la circunstancia de no hallarse trabajada la veta debajo del agua y las testeras pueden explotarse bastante tiempo sin incomodidad de las aguas, pues se hallan más altas que el nivel de dicho desagüe. Continuando con esta labor damos cuelga á los pozos de Santo Tomás, muy famosos por la gran cantidad de plata que se ha sacado de ellos.

En la mina de San-Juan se desaguó el pozo de los Guayacanes; tiene unas diez varas de profundidad, y la veta contiene un mineral muy rico aunque no muy abundante. Hubiera dispuesto trabajar esta veta, pero como las aguas incomodan mucho, lo he dejado por ahora, con ánimo de continuar el desagüe principal que está más abajo, y llegando con el dicho pozo podrá desaguarse y disponer los trabajos con mayor economía.

Real de Santa-Ana, Agosto 17 de 1787.-Tengo sacado geométricamente el plano de la mina Manta, y tiene de largo desde la boca del desagüe hasta la última testera en línea recta 560 varas, siendo casi duplicado el camino más corto que hay de un punto á otro por las revueltas, subidas y bajadas que tienen los socavones, cuya circunstancia hace difícil la extracción de los metales. Tengo proyectados los socavones nuevos que deben abrirse para la comunicación más cómoda y fácil, pero he diferido su ejecución hasta que se concluyan otros trabajos más interesantes.

Las minas de San-Juan y el Cristo se hallan habilitadas, pero hasta el presente ha sido poco el mineral que se ha sacado de ellas; no son vetas tan gruesas y metalíferas como las de la Manta, pero la pinta es muy rica, hallándose frecuentemente en la última el cuarzo

que sirve de matriz al mineral con chapitas de plata virgen. La naturaleza de estas vetas es de aquellas que traen acongojado al minero, hasta que de un día para otro la Providencia le depara un rico tope que le resarce con prodigalidad los atrasos y pérdidas que había padecido.

La mina de Santa-Ana no se ha acabado de habilitar por hallarse muy maltratada en el corto trecho que hay hasta llegar al cerro firme, en donde conceptúo se hallen los socavones bien conservados, por no haber estado expuestos á las bombadas de agua con que pretendieron hace cuarenta años habilitarla.

Real de Santa-Ana, Octubre 2 de 1788.-En la mina Manta se dio con los pozos de Santo-Tomás á las setenta y cinco varas de socavón tirado sobre el encubierto de la veta, desaguándose por este medio dichos pozos, que estaban llenos de agua; pero no enteramente por quedar el socavón más alto que el piso de los pozos. Se conoce que trabajaron bastante en ellos. No los he podido examinar bien por no estar todavía concluída su limpia. La habilitación del socavón de desagüe de la propia mina cuesta mucho trabajo por los grandes derrumbes que hemos hallado luégo que llegámos á los trabajos antiguos de la veta, la que arrancaron, y cuidaron poco de la seguridad de la mina: hay vara de distancia que ha costado dos meses de trabajo con los doce peones cada día.

En la veta de la mina del Cristo se llevan cuatro cortes: da algún mineral; la ley y pinta de éste son muy buenas, pero no quiere cuajar y engrosar la veta.

En la mina de Santa-Ana se continúa día y noche en tirar el socavón nuevo de desagüe para habilitar la veta. En un año se han hecho ochenta varas de socavón en tierra firme; tiene éste tres varas de alto y cinco cuartas de ancho. Faltarán treinta varas hasta cruzar la veta, que promete mucho por las muestras que ha dado encima de este punto. Además de este trabajo se sigue otro en la parte superior de la veta en busca de un pozo que está lleno de agua en un socavón más alto que el que se está haciendo, con el fin de desaguarlo.

Desde que se principiaron las labores hasta el mes de Junio de este año se han sacado de la mina Manta 5,714 quintales y 55 libras de mineral en bruto; 185 quintales y 87 libras de la de Santa-Ana, y 116 quintales 17 libras de la del Cristo.

Real de Santa-Ana, 20 de Julio de 1790.-En la mina de SantaAna se ha comunicado el socavón nuevo de desagüe, que tiene 140 varas, con la lumbrera ó pozo que se ha ahondado desde la superficie de la tierra, para facilitar la ventilación y extraer el mineral y descombros de sus labores. Tiene dicho pozo veinticinco varas de profundidad,

y el mineral que contienen las vetas que se han habilitado por medio del socavón y del pozo corresponde bien á las esperanzas que se habían formado de esta mina.

N.-EL MÉTODO DE AMALGAMACIÓN DEL BARÓN DE BORN, DESCRITO POR D. JUAN JOSÉ D'ELHÚYAR.

Excelentísimo Señor :

Real de Santa-Ana, Septiembre 17 de 1788.

Aunque pude haber participado á Vuestra Excelencia ahora un mes el feliz éxito de las experiencias hechas con estos minerales por el nuevo método de amalgamación del Barón de Born, lo he suspendido hasta la presente para enterarme mejor de sus ventajas, en los repetidos ensayos que he hecho en este tiempo. De todos los medios que he tentado, el más fácil, el más pronto y el que da toda la ley es el siguiente.

Se calcina el mineral en piedra para quitarle la gran cantidad de azufre que tiene; se muele y cierne el mineral muy fino; se mezcla después con ocho ó diez por ciento de sal, y cuatro ó seis y hasta ocho por ciento de cal, según su calidad. Se extiende luego en un horno de reverbero, se le da al principio poco fuego y se le va aumentando progresivamente hasta que da punto la calcinación. Esta operación dura tres ó cuatro horas. Se cierne de nuevo el mineral calcinado y se muelen las pelotillas que quedan.

Estando en esta disposición se echa en un tonel, y se le incorporan á cada quintal dos libras de sal, dos ó tres de virutas de fierro, treinta libras de azogue y el agua necesaria para que se haga una masa de barro no muy líquido; se está volteando el tonel hasta que por las repetidas pruebas que se sacan y ensayan se conoce haber cogido el azogue toda la plata, lo que sucede regularmente á las dos ó tres horas de movimiento. Las operaciones de lavar el mineral, de exprimir el azogue y de desazogar la pella para sacar la plata en piña se practican del mismo modo que se usa por acá.

Procediendo de esta manera le he sacado al mineral toda su ley y aun con algún aumento respectivamente al ensaye por medio del fuego que se hacía del mismo mineral en cada operación. La máquina para la amalgamación en pequeño tiene dos toneles y en cada uno de ellos. se echa medio quintal de mineral y proporcionalmente las demás materias. La plata de piña que se saca es muy blanca y pasa su ley de 11 dineros y 22 granos. El consumo de azogue no lo he podido determinar

á punto fijo porque en unas operaciones se ha gastado á razón de 4 onzas por marco de plata y aun menos, y en otras 8 y 10.

Las ventajas que ofrece este beneficio sobre el de las fundiciones se hallan plenamente verificadas, desde que en Europa han preferido aquél, abandonando las fundiciones en países donde había llegado á mayor perfección esta especie de beneficio. Las ventajas son mucho mayores si lo comparamos con el método de amalgamación que se usa en el día en las dos Américas. El mejor beneficiador de estos países siempre deja en los relaves y lamas la cuarta parte de la plata que contiene el mineral, y algunos la tercera parte, y aunque en los que resultan muy ricos vuelven á beneficiar los relaves, es preciso hacer nuevos costos, y siempre quedan éstos con la tercera parte de la plata que contenían antes del segundo beneficio, sin contar la plata de las lamas, que se pierden. El consumo de azogue se ha regulado en todos tiempos en una libra por cada marco de plata; en el nuevo método se puede asegurar que no se gastará la cuarta parte. En fin, por medio de este beneficio se extrae la plata en tres ó cuatro horas; por el otro son precisos por lo menos diez días, y algunos minerales necesitan un mes y mes y medio, gastándose mucho dinero en jornales para los continuados

repasos.

O.-PLAN PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL CUERPO DE MINERÍA EN ESTE NUEVO REINO DE GRANADA, Á IMITACIÓN DEL QUE SE HALLA ESTABLECIDO EN NUEVA ESPAÑA, FORMADO POR D. JUAN JOSÉ D'ELHÚYAR, DIRECTOR DE LAS REALES MINAS.

El deseo de trabajar las minas ha sido de todos los siglos y de todas las naciones civilizadas. El anhelo de enriquecerse arrastra naturalmente los hombres á las fuentes de donde salen los preciosos metales que, por la convención tácita de todos los pueblos, sirven de medida para determinar el valor de todas las cosas. Los caudales inmensos que muchos han hecho en las minas, sirven de estímulo para que otros prueben su fortuna prefiriendo este giro á otros muchos, que aunque á la verdad .menos expuestos, no presentan los ejemplos de las fortunas rápidas adquiridas por este medio.

Hállanse no obstante muchas regiones que, aunque muy abundantes en toda clase de metales, sus habitantes no muestran propensión á beneficiarlos. La causa de esta aparente indiferencia proviene de que· ignoran el arte ó método de su beneficio y de que el mal ejemplo de algunos que se han perdido por haber inconsideradamente emprendido alguna labor, sin tener la instrucción necesaria y los fondos suficientes para la empresa, retrae á los demás de tan importante ocupación.

Es cierto también que no es fácil, y es empresa ardua, entablar minas en aquellos parajes donde se ignora el método de su labor y beneficio; cuya dificultad sería tanto más agravante si los recursos para proveerse de los pertrechos y avíos indispensables para la labor están muy remotos. Sólo de dos medios puede verificarse la plantación de minas en estos parajes: el más común y el más eficaz es el hallazgo de una veta abundante y rica que á poco costo y trabajo, aunque se desperdicie mucho por la poca inteligencia y economía de los que la manejan, enriquezca no obstante en breve tiempo á su dueño. A semejante feliz hallazgo deben su existencia los poderosos reales de minas de los reinos de Nueva-España y Lima y casi todos los que hay en Europa. La fama del tesoro hallado no tarda en esparcirse por todas partes, y la codicia anima aun á los más tímidos á tentar fortuna por este lado.

Aunque los nuevos descubrimientos de vetas no correspondan á la riqueza de la primera, con la bonanza que se experimenta en ésta, cobran aliento los demás mineros para seguir sus labores; y con la constancia razonable (que es esencial en todas las empresas y especialmente en las de minas) llegan á lograr más fruto y á resarcir los atrasos que habían padecido. Siendo notorio que las vetas que no muestran mayor riqueza en un paraje, de allí á cierto trecho suelen mejorarse.

En este intermedio la gente va adiestrándose en la labor, por consiguiente hay más economía; los pertrechos y demás avíos se consiguen más fácilmente; los costos del establecimiento de casas, ingenios, etc. cesan; resultando de todo esto la gran ventaja de poderse trabajar en lo sucesivo minerales más pobres, por ser los costos mucho menores, y tal mina que hubiera arruinado á su dueño si hubiese emprendido la labor antes de este tiempo, puede enriquecer á otro que la entable en estas felices circunstancias. Muchos ejemplos pudieran citarse de esta naturaleza, pero baste para comprobar esta verdad lo que ha sucedido en las riquísimas minas de Potosí. En los primeros años de su descubrimiento daban cien marcos de plata por quintal de mineral, y en la actualidad apenas dan muchas de ellas una onza por quintal, y sin embargo de ser el trabajo más difícil por hallarse la mayor parte de ellas muy trabajadas; de haber desmerecido la plata mucho de su antiguo valor, por su abundancia, y por consiguiente haber aumentado en la misma proporción el valor de todas las cosas, no obstante no dejan de dar competentes utilidades á sus dueños. Si la casualidad hubiera presentado á los primeros descubrimientos un mineral de esta naturaleza, seguro está que no hubieran emprendido la labor, que sólo puede establecerse en los parajes en donde la minería está en mucho auge y con alguna esperanza de mejora.

El otro medio, aunque más difícil y más lento, no deja de producir

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