Antología poética hispano-americana: con notas biográficas y críticas ...

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A. Estrada y cía., 1919 - 545 páginas
 

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Página 250 - ... y greyes van sin cuento paciendo tu verdura, desde el llano que tiene por lindero el horizonte, hasta el erguido monte, de inaccesible nieve siempre cano.
Página 433 - De la región antártica podría eternizar ingenios soberanos, que si riquezas hoy sustenta y cría también entendimientos sobrehumanos. Mostrarlo puedo en muchos este día y en dos os quiero dar llenas las manos: uno de Nueva España y nuevo Apolo, del Perú el otro, un sol único y solo. Francisco, el uno, de Terrazas tiene el nombre acá y allá tan conocido, cuya vena caudal nueva Hipocrene ha dado al patrio venturoso nido.
Página 97 - ... mi firmeza. Si ves el ciervo herido que baja por el monte, acelerado, buscando, dolorido, alivio al mal en un arroyo helado y sediento al cristal se precipita, no en el alivio, en el dolor me imita. Si la liebre encogida huye medrosa de los galgos fieros y, por salvar la vida, no deja estampa de los pies ligeros, tal mi esperanza, en dudas y recelos, se ve acosada de villanos celos.
Página 202 - Oh capitán valiente, blasón ilustre de tu ilustre patria, no morirás, tu nombre eternamente en nuestros fastos sonará glorioso, y bellas ninfas de tu Plata undoso a tu gloria darán sonoro canto ya tu ingrato destino acerbo llanto.
Página 224 - El sol suspenso en la mitad del cielo Aplaudirá esta pompa. — ¡Oh Sol, oh Padre, Tu luz rompa y disipe Las sombras del antiguo cautiverio ; Tu luz nos dé el imperio; Tu luz la libertad nos restituya; Tuya es la tierra, y la victoria es tuya!
Página 358 - El alma mía en vagos pensamientos se confunde, al contemplar la férvida corriente, que en vano quiere la turbada vista en su vuelo seguir al borde oscuro del precipicio altísimo: mil olas, cual pensamiento rápidas pasando, chocan y se enfurecen, y otras mil y otras mil ya las alcanzan, y entre espuma y fragor desaparecen.
Página 96 - Si al arroyo parlero ves galán de las flores en el prado, que amante y lisonjero a cuantas mira intima su cuidado, en su corriente mi dolor te avisa que a costa de mi llanto tienes risa.
Página 255 - Id a gozar la suerte campesina; La regalada paz, que ni rencores Al labrador, ni envidias acibaran; La cama que mullida le preparan El contento, el trabajo, el aire puro; Y el sabor de los fáciles manjares, Que dispendiosa gula no le aceda; Y el asilo seguro De sus patrios hogares III Que a la salud y al regocijo hospeda.
Página 279 - Mas yo la vida por mi mal conozco, conozco el mundo, y sé su alevosía; y tal vez de mi boca oirás un día lo que valen las dichas que nos da. Y sabrás lo que guarda a los que rifan riquezas y poder, la urna aleatoria, y que tal vez la senda que a la gloria guiar parece, a la miseria va. Viviendo, su pureza empaña el alma, y cada instante alguna culpa nueva arrastra en la corriente que la lleva con rápido descenso al ataúd. La tentación seduce; el juicio engaña; en los zarzales del camino...
Página 226 - Cual águila inexperta, que impelida Del regio instinto de su estirpe clara, Emprende el precoz vuelo En atrevido ensayo, Y elevándose ufana, envanecida, Sobre las nubes que atormenta el rayo, No en el peligro de su ardor repara, Y a su ambicioso anhelo Estrecha viene la mitad del cielo ; Mas de improviso...

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