Antología americana: colección de composiciones escogidas de los más renombrados poetas americanos

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Montaner y Simón (Barcelona)
Montaner y Simón, 1897 - 400 páginas
 

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Pasajes populares

Página 113 - No intentes convencerme de torpeza con los delirios de tu mente loca: mi razón es al par luz y firmeza, firmeza y luz como el cristal de roca. Semejante al nocturno peregrino mi esperanza inmortal no mira el suelo, no viendo más que sombra en el camino sólo contempla el esplendor del cielo.
Página 18 - ... bella, néctar es para mi alma; sin él, que mi pena calma, ¿cómo pudiera vivir? Ven y estréchame, no apartes ya tus brazos de mi cuello, no ocultes el rostro bello, tímida huyendo de mí. Oprímanse nuestros labios en un beso eterno, ardiente, y transcurran dulcemente lentas las horas así. En los verdes tamarindos enmudecen las palomas; en los nardos no hay aromas para los ambientes ya. Tú languideces; tus ojos ha cerrado la fatiga, y tu seno, dulce amiga, estremeciéndose está. En la...
Página 14 - ¡Bien sabe Dios que ese era mi más hermoso sueño, mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer; bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño, sino en amarte mucho bajo el hogar risueño que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!
Página 184 - ¡Oscuridad universal...! ¡Su soplo Levanta en torbellinos El polvo de los campos agitado...! En las nubes retumba despeñado El carro del Señor, y de sus ruedas Brota el rayo veloz, se precipita, Hiere y aterra al suelo, Y su lívida luz inunda el cielo, ¿Qué rumor?
Página 53 - LA ZORRA Y EL BUSTO Dijo la zorra al busto, después de olerlo: «Tu cabeza es hermosa, pero sin seso.
Página 14 - ¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo, los dos unidos siempre y amándonos los dos; tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho, los dos una sola alma, los dos un solo pecho, y en medio de nosotros, mi madre como un dios!
Página 107 - Poderoso visionario, raro ingenio temerario, por ti enciendo mi incensario, por ti, cuya gran paleta, caprichosa, brusca, inquieta, debe amar todo poeta; por tus lóbregas visiones, tus blancas irradiaciones, tus negros y bermellones; por tus colores dantescos, por tus majos pintorescos y las glorias de tus frescos.
Página 183 - ¿Al toro no miráis? El suelo escarban de insoportable ardor sus pies heridos: la frente poderosa levantando, y en la hinchada nariz fuego aspirando, llama la tempestad con sus bramidos. ¡Qué nubes! ¡qué furor! El sol temblando vela en triste vapor su faz gloriosa, y su disco nublado sólo vierte luz fúnebre y sombría, que no es noche ni día... ¡Pavoroso color, velo de muerte!
Página 390 - ¡Señor, Señor, el pájaro perdido puede hallar en los bosques el sustento, en cualquier árbol fabricar su nido ya cualquier hora atravesar el viento! ¡Y el hombre, el dueño que a la tierra envías armado para entrar en la contienda, no sabe, al despertar todos los días, en qué desierto plantará su tienda!
Página 17 - ... enardece mi deseo y mi pasión? En los verdes tamarindos se requiebran las palomas, y en el nardo los aromas a beber las brisas van. ¿Tu corazón, por ventura, esa sed de amor no siente, que así se muestra inclemente a mi dulce y tierno afán? ¡Ah no! perdona, bien mío; cedes al fin a mi ruego, y de la pasión el fuego miro en tus ojos lucir. Ven, que tu amor, virgen bella, néctar es para mi alma; sin él, que mi pena calma, ¿cómo pudiera vivir? Ven y estréchame, no apartes ya tus brazos...

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