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APÉNDICE I.

CARTA INÉDITA DEL SR. RANZ ROMANILLOS.

M

Córdoba 15 de Marzo de 1819.

uy señor mío y estimado amigo: Vm. graduará de tardía esta contestación, y á mí también me lo parece; pero además de haber sido estorbo para ella sucesos domésticos, que han llamado hacia sí indispensablemente mi atención, ha concurrido también con éstos cierto miedo, ó de haber de engolfarme demasiado en una materia difícil, si había de satisfacer cumplidamente á lo que parecía habérseme preguntado, ó de quedar escaso y diminuto, si me limitaba á hablar de las dos tragedias que ha tenido Vm. la bondad de querer sujetar á mi censura, manifestando solamente el juicio que de sus bellezas ó defectos hubiese formado. Realmente, para lle

nar del todo los deseos de Vm., parecía preciso hacer un completo tratado de la tragedia, en el que se señalasen y explicasen con claridad las calidades esenciales que constituyen perfecto este drama; diciéndome Vm. en su apreciable carta, que no sólo desea saber los defectos de sus tragedias, sino también los que tenga el sistema que se ha propuesto para escribirlas, el que me manifiesta, para ver si es de mi aprobación. Mas habiendo reflexionado después, que tanto en esta parte, como en el juicio de las dos tragedias, pueden bastar indicaciones con quien ha leido cuanto hay que leer sobre este delicado ramo de la poética, y le posee á fondo en la teórica y la práctica; he vencido ya aquella especie de recelo, y aun de pereza, si va á decir verdad, y tomo la pluma con ánimo de no levantarla del papel hasta dar cabo á esta carta, en la que diré á Vm., si no lo que apetece y cómo lo apetece, á lo menos lo que entienda sobre ambos objetos.

Desempeñado lo que Vm. dice se propone para la composición de sus tragedias, en los cinco números en que explica el plan que se ha formado, resultarán, sin duda, dramas acabados y perfectos, que entretengan agradabilí– simamente y sirvan de lección y ejemplo para contener el desarreglado ímpetu de las pasio

nes; ¡objeto grande y magnífico, digno de un ánimo ilustrado y de un corazón recto! Así el plan está muy bien concebido, y no dudo merezca los elogios de cuantos de él se enteren. Tampoco dudo que graduarán la empresa de muy ardua; y Vm., que se ha puesto á vencer las dificultades de mil especies que la constituyen tal, será el primero que lo reconozca. Con todo, por lo que Vm. lleva hecho hasta aquí, se puede esperar que si no desmaya en la carrera, ha de llegar en ella muy adelante, y conseguir que su nombre se coloque al lado del de aquellos que hicieron ilustre el suyo con esta especie de trabajos.

Todo cuanto Vm. expresa en los cinco números es muy conforme á lo que exige la constitución de una buena tragedia y muy ajustado á las reglas que nos han dejado los maestros del arte; pero también pide todo, sobre las naturales disposiciones, que en Vm. seguramente no se echan menos, una atención y un cuidado sumo, para no tropezar ni levemente, ni subir ni bajar del tono con que se comienza. Mas si el trabajo y el esmero pueden mucho en los objetos que abrazan los cuatro números últimos; en el del primero es en el que no pueden tanto, y aquí es donde está para mí lo sumo de la dificultad. ¡Y en verdad cuánto va en la feliz ó infeliz elección del asunto! En

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el que de suyo es verdaderamente trágico, es decir, de personas elevadas y de caracteres verdaderamente grandes, y en cuyos sucesos iban grandes intereses, cuyo éxito en una y otra parte importaba mucho, en este, todo parece que ayuda al compositor: la imaginación se fecunda de ideas sublimes, el juicio presenta gran número de sentencias provechosas, y el lenguaje, proporcionado á esta disposición del ánimo, es elevado sin hinchazón; corriente y claro sin esfuerzo, y aun copioso sin redundancia; y sobre todo es animado con un calor dulce que encanta y arrebata. Todo esto parece que se viene naturalmente en pos de una elección hecha con acierto. Por el contrario, si en el asunto que se elige faltan aquellas calidades, hágase cuanto se hiciere, el fin de inspirar interés no se logrará, y por más que á costa de grandes trabajos se consiga hacer algunos trozos brillantes y agradables, el todo se resentirá de la aridez de la materia, y será quizá un no reprensible drama; mas no una tragedia. Ahora se ven frecuentemente sobre la escena muchos de estos dramas mixtos, que no dejan de hacer muy buen efecto, excitando la compasión y aun el terror hasta cierto punto; aunque no hasta aquel que da á las tragedias bien conducidas su mayor realce. Vm. quiere, y es laudable su querer, tomar los asuntos de

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