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mente las dos piezas sometidas á mi juicio; esto era lo que se me pedía, y lo que he hecho con la mejor voluntad y con el más sincero deseo de ser de algún auxilio á un joven que con tan buenos auspicios ha entrado en una carrera difícil, y que ya va tan adelante en ella. Si el efecto fuese muy inferior, como realmente lo será, á este deseo, impútese la culpa á quien ha buscado luz clara donde no hay más que escasos resplandores, y aun esos amortiguados de mil maneras y por mil causas. Mas Vm. verá que no me he negado á complacerle, como no se negará nunca hasta donde le sea dado su apasionado amigo y seguro servidor Q. B. S. M.

ANTONIO RANZ ROMANILLOS.

Sr. D. Angel de Saavedra Remírez de Baquedano.»>

Al insertar tres párrafos de esta carta en una nota de mi Prólogo á las Obras completas del Duque de Rivas, compuesto á fines de 1853, cometí el error de suponerla escrita en Cádiz. Aprovecho esta ocasión para rectificar el yerro, y para dolerme de no poder reproducirla íntegra, por haberse perdido el quinto de los seis plieguecillos de que constaba el original

autógrafo. Afortunadamente ha llegado á nosotros la parte mayor y más importante, y por ella podemos formar idea, no solamente de lo que sería la tragedia titulada Doña Blanca (obra cuyo manuscrito perdió el autor en los desastres políticos de 1823), sino de lo que pensaban entonces acerca de la tragedia personas tan eruditas como el castizo traductor de las Vidas paralelas de Plutarco. Aunque Ranz Romanillos presenta al gran poeta cordobés en disidencia con Alfieri, á cuyo dictamen se inclina él mucho ponderando la dificultad de encontrar argumentos trágicos en nuestra historia, le contradice el Filippo del mismo Alfieri, cimentado en los supuestos amores de nuestro Príncipe D. Carlos con su madrastra Isabel de la Paz, y en los imaginarios celos y soñadas venganzas del gran Felipe II.

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APÉNDICE II.

EFIRIÉNDOSE á las vigorosas escenas entre D. Álvaro y D. Alfonso de Vargas, que dan tanto calor y suscitan interés tan vivo en el acto quinto y último del drama que más ha contribuido á enaltecer y popularizar el nombre del Duque Rivas, su cuñado el Excmo. Sr. D. Leopoldo Augusto de Cueto, Marqués de Valmar, escribía por los años de 1866, en el Discurso necrológico literario en elogio del Excmo. Sr. Duque de Rivas, Director de la Real Academia Española, leido en la junta pública celebrada para honrar su memoria, los párrafos que traslado al pié de estas líneas:

«Había concebido (el autor de Don Álvaro, en creación tan admirable y castiza) una especie de leyenda novelesca adecuada á la pintura de sentimientos apasionados y terribles. La coincidencia y estrecha analogía que se advierte entre muchos de los lances principa

les de su drama y los de una novela de monsieur Prosper Mérimée, «Les âmes du Purgatoire,» publicada en París más de un año antes de la representación del Don Álvaro, casi no dejan duda de que el Duque de Rivas recibió de la novela francesa el primer arranque y como el embrión de su obra dramática.

>>Esta misma novela logró el honroso privilegio de inspirar igualmente otro drama al famoso Alexandre Dumas (Don Juan de Marana). Pero esto no quita á los dramas español y francés el mérito de la originalidad, que es en ambos tan grande cuanto cabe en obras literarias. Así el Duque de Rivas como Dumas toman de Mérimée, entre otras cosas, el pensamiento de emplear la afrenta de una bofetada como único medio de exasperar á un monje hasta el punto de hacerle olvidar la mansedumbre evangélica y pelear con el hermano de la mujer que había amado; lance que ocurrió en Francia, y según se cree, en el cercado de la Cartuja de París, donde hoy se halla el palacio de Luxemburgo, y que el ilustre escritor francés encontró consignado en memorias antiguas (1).

(I)

Cannes (Alpes maritimes), 1.er Février 1866.

Le duel du moine avec le frère de la femme séduite a été pris par moi dans de vieux mémoires L'aventure a eu lieu en France, et si je ne me trompe, dans l'enclos des Chartreux à Paris: c'est le

>> Pero los dos autores dramáticos han tomado de la novela «Les âmes du Purgatoire, » como Shakspeare tomaba de las novelas de Giraldi Cynthio, de Boccaccio y de Belleforest, aprovechando los hechos, pero transformándolos, ó modelándolos según la índole y el alcance de su numen y el carácter peculiar de su tiempo y de su país.

»>Así es que cada uno de los tres escritores, Mérimée, Duque de Rivas y Dumas, caminan por sendas diferentes, y en nada se parecen esencialmente en sus obras respectivas ni el enredo, ni las tendencias morales, ni las costumbres, ni los caracteres. Así, por ejemplo, el héroe de la novela es un malvado sin fé, sin afectos, que no teme ni á Dios ni á los hombres: el héroe de Dumas no es un individuo de la familia humana; es un ideal de perversidad impía, un emblema de corrupción mundana que, como el Don Juan Tenorio de Tirso de Molina y el Fausto de Marlowe y de Goethe, pertenece á la categoría de creaciones fantásticas: Don Álvaro no es ni el libertino desalmado de Mérimée, ni el personaje emblemático de Dumas, miembros los dos, á pesar sus diferencias, de la serie de Don Juanes, que

de

Luxembourg actuel. Si j'étais à Paris, je pourrais vous indiquer le nom du livre.

(Carta de Mr. Prosper Mérimée al autor del presente discurso.)

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