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nardo López, comerciante en Urubamba, había mandado avisar por medio de un fletero, quien había llegado de Urubamba para el señor Lomellini, que los intereses y propiedades del referido señor López en Urubamba corrían gran peligro por la invasión de montoneros á ese pueblo y que el tal señor López había abandonado su casa en Urubamba y se encontraba de fuga.

Como el señor López es deudor de sumas bastante crecidas á la casa que represento, lo mismo que á otras casas comerciales en esta plaza, me puse de acuerdo con el señor D. Isidro de Lambarri, Vicecónsul de España y jefe de la casa comercial de los señores Miguel Forga é hijos, y con el señor D, Enrique Ochsner, representante de la casa comercial de los señores "Braillard Hermanos y Cia.", y convenimos en ponernos inmediatamente en marcha para Urubamba, para salvar los intereses comerciales que teníamos en este pueblo.

Acto continuo me acerqué con los señores Lambarri y Ochsner á la Intendencia de Policía de este Cercado, pidiendo un pasaporte ó salvo conducto, y encontramos solo al señor secretario, D. Enrique Alcázar, quien nos dijo que el señor Intendente no estaba en su despacho y probablemente almorzando; pero que alistaría el solicitado pasaporte para el regreso del señor Intendente.

Efectivamente, más ó menos á las 12 del día, fué entregado á un empleado de la casa de los señores Miguel Forga é hijos el solicitado pasaporte, firmado por el señor D. Pablo de Latorre, Intendente de Policía de este cercado, y expresándose en él claramente el objeto de nuestro viaje á Urubamba. Con este requisito, nos pusimos (yo y los señores Lambarri y Ochsner) en marcha para Urubamba más o menos á la 1 del día, llegando á este pueblo, más ó menos, á las 6 de la tarde.

Al día siguiente, 9 del presente mes, me presenté con mis compañeros al que se titulaba jefe de la montonera, para pedir las garantías necesarias para el señor López, y expusimos que el señor López nos era deudor por sumas crecidas y, por consiguiente, manejaba intereses ajenos, y como eramos extranjeros estos intereses debían ser respetados como tales. Este jefe entonces nos dijo que el señor López tenía todas las garantías que necesitaba y que sólo deseaba que se presentase donde él.

Después de esto, tratábamos de averiguar el paradero del señor López, lo que con felicidad logramos, llegando á saber que el señor López se encontraba en una finca denominada "Yanahuara", entre Urubamba y Ollantaimbo, más ó menos, á legua y media de distancia. Fuimos allí, encontrando efectivamente al señor López en esta finca y llevándolo á Urubamba con nosotros, para presentarlo al titulado jefe de la montonera. En esta entrevista, este jefe nos repitió que quedaba el señor Lopez con todas las garantías necesarias para ejercer su

Copia.-ANEXO N.° 1

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salido y en la hora debía estar ya en

Urubamba.

En la mañana del 10 de este mes, como es del dominio púdejando en su lugar, como Prefecto accidental, al señor Coroblico, se fué el señor General Prefecto con dirección á Sicuani,

nel ingeniero don Antonio Marzo.

Lambarriy Ochsner, más ó menos á las 12 y media del día, á El día 11 de este mes, fuí llamado, junto con los señores da, y según el cual fuimos notificados de pagar cada uno de noun decreto dejado por el señor General Mas, antes de su partila Prefectura, donde el señor Prefecto accidental nos mostró sotros dos mil soles, por haber ido á Urubamba sin conocimienArequipa, llevando correspondencia secreta para la montonera, dos mil soles, por haber ido mi hermano, Gustavo Kraemer, á to del señor Mas, y á mí se me imponía, además, una multa de mandado por asuntos comerciales á nuestra casa principal que do al señor Coronel Prefecto acidental, que mi hermano fué contra cuya última acusación protesté al momento, exponiense encontraba establecida en Arequipa, como lo prueba también la correspondencia que ha llevado, la cual es estrictamensu debido tiempo. Al mismo tiempo, hice presente al señor Cote comercial, y de la cual conservo copias, para presentarlas en ronel Prefecto accidental, que mi hermano sacó su pasaporte en forma legal de aquí á Sicuani. El señor Coronel Prefecto nos dijo que quedábamos notificados de pagar las sumas referidas, es decir, yo cuatro mil soles, y los señores Lambarri y Cchsner cada uno dos mil soles, ó, en caso contrario, quedar detenidos; a lo cual contestamos los tres que no podíamos pagar, de ningún modo, las multas que se nos imponía, puesto que no habiamos faltado á ninguna ley del país, ni decreto prefectural, y que si el señor Intendente no estaba autorizado para dar el pasaporte referido, había que hacer responsable por sus hechos á

este señor.

Entonces el señor Coronel Prefecto accidental se hizo mostrar el pasaporte otorgado por el señor Intendente, don Pablo Latorre, y lo encontró conforme. Después de esto, nos dejó el señor Coronel Prefecto accidental, en libertad, bajo palabra de honor, hasta el siguiente día, para que pudiera telegrafiar al

ñor General Mas á Puno, y esperar la resolución que tomaba este funcionario.

Al día siguiente, fecha 12 del presente, fuimos llamados, nuevamente, por el señor Coronel Prefecto accidental, quien nos dijo que el señor General Mas insistía en el pago de las sumas que se nos había impuesto, ó en el caso contrario, quedábamos detenidos; á lo que dijimos que no podiamos pagar, alegando los mismos motivos del día anterior.

Quedámos, pues, presos desde horas doce de este mismo día. El señor Lambarri protestaba entonces de palabra contra su prisión, en vista del caracter oficial que investía, como Vicecónsul de España, porque estaba, como súbdito español, bajo el amparo de las leyes, de la Constitución y, en especial, bajo los tratados consulares que ofrecen la inmunidad personal á los cónsules, vice-cónsules, agentes consulares, etc., excepto en los casos que la legislación califica de crímenes ó delitos graves que merecen, pena corporis aflictiva, á cuya protesta me adhería yo en mi caracter de Agente Consular del Imperio Alemán.

No se nos prestó oído. También presentamos los tres un recurso colectivo al señor Coronel Prefecto accidental, solicitando nuestra libertad; á lo cual tampoco se nos ha contestado.

El día 14 del presente, más ó meños á las horas tres y media de la tarde, me hizo llamar un señor Felipe Masías, quien se titulaba fiscal en el asunto de mi prisión, haciéndome, en presencia de un oficial que servía de escribiente, varias preguntas, las cuales contesté, según la verdad. Cuando, más o menos á horas 4 y media de la tarde, este señor Masías hizo cesar las preguntas y me dijo que mis contestaciones no le eran satisfactorias y tendría que marchar á un calabozo, entregándome pocos momentos después al oficial de guardia, quien me puso, según orden recibida, en un calabozo inmundo, sucio y asqueroso, donde ya se encontraba un tal Manuel Salas, quien llevaba barra de grillos.

En este lugar quedaba hasta las seis de la tarde, hora en que me hicieron saber que el señor Coronel Prefecto accidental, después de haber conferenciado, por telégrafo, con el señor General Mas, nos ofreció rebajarnos la mitad de las sumas impuestas y darnos un recibo como empréstito forzoso; cuya oferta fué aceptada por nosotros á fin de evitarnos más ofensas é insultos.

A las 9 de la noche nos pusieron en libertad, después de una prisión de 3 días y dos noches

Tales son los hechos con que he sido agraviado, que los pongo en conocimiento de US. I, para los fines á que hubiere lugar; desprendiéndose, desde luego, como consecuencia, que sin motivo, ni razón que lo justifique, me veo privado de las garantías iudividuales de que debo gozar, según la Constitu

comercio y sus industrias. En todo esto, se nos fué el día 9, y como habíamos llenado el objeto de nuestro viaje, regresamos al día siguiente, el 10 del presente, para el Cuzco, adonde llegamos, más ó menos, á las 5 de la tarde.

A mi regreso fuí avisado, por un empleado de la casa, que en la noche del 8, el día de mi salida, había venido un oficial, mandado por el señor General Prefecto Mas, á pedir con mucha exigencia la devolución del pasaporte que nos había otorgado el señor Intendente, á lo cual contestó el empleado que ya no era posible acceder á este pedido, puesto que yo ya había salido y en la hora debía estar ya en Urubamba.

En la mañana del 10 de este mes, como es del dominio público, se fué el señor General Prefecto con dirección á Sicuani, dejando en su lugar, como Prefecto accidental, al señor Coronel ingeniero don Antonio Marzo.

El día 11 de este mes, fuí llamado, junto con los señores Lambarri y Ochsner, más ó menos á las 12 y media del día, á la Prefectura, donde el señor Prefecto accidental nos mostró un decreto dejado por el señor General Mas, antes de su partida, y según el cual fuimos notificados de pagar cada uno de nosotros dos mil soles, por haber ido á Urubamba sin conocimiento del señor Mas, y á mí se me imponía, además, una multa de dos mil soles, por haber ido mi hermano, Gustavo Kraemer, á Arequipa, llevando correspondencia secreta para la montonera, contra cuya última acusación protesté al momento, exponiendo al señor Coronel Prefecto acidental, que mi hermano fué mandado por asuntos comerciales á nuestra casa principal que se encontraba establecida en Arequipa, como lo prueba también la correspondencia que ha llevado, la cual es estrictamente comercial, y de la cual conservo copias, para presentarlas en su debido tiempo. Al mismo tiempo, hice presente al señor Coronel Prefecto accidental, que mi hermano sacó su pasaporte en forma legal de aquí á Sicuani. El señor Coronel Prefecto nos dijo que quedábamos notificados de pagar las sumas referidas, es decir, yo cuatro mil soles, y los señores Lambarri y Cchsner cada uno dos mil soles, ó, en caso contrario, quedar detenidos; á lo cual contestamos los tres que no podíamos pagar, de ningún modo, las multas que se nos imponía, puesto que no habiamos faltado á ninguna ley del país, ni decreto prefectural, y que si el señor Intendente no estaba autorizado para dar el pasaporte referido, había que hacer responsable por sus hechos á

este señor.

Entonces el señor Coronel Prefecto accidental se hizo mostrar el pasaporte otorgado por el señor Intendente, don Pablo Latorre, y lo encontró conforme. Después de esto, nos dejó el señor Coronel Prefecto accidental, en libertad, bajo palabra de honor, hasta el siguiente día, para que pudiera telegrafiar al

ñor General Mas á Puno, y esperar la resolución que tomaba este funcionario.

Al día siguiente, fecha 12 del presente, fuimos llamados, nuevamente, por el señor Coronel Prefecto accidental, quien nos dijo que el señor General Mas insistía en el pago de las su mas que se nos había impuesto, ó en el caso contrario, quedábamos detenidos; á lo que dijimos que no podiamos pagar, alegando los mismos motivos del día anterior.

Quedámos, pues, presos desde horas doce de este mismo día. El señor Lambarri protestaba entonces de palabra contra su prisión, en vista del caracter oficial que investía, como Vicecónsul de España, porque estaba, como súbdito español, bajo el amparo de las leyes, de la Constitución y, en especial, bajo los tratados consulares que ofrecen la inmunidad personal á los cónsules, vice-cónsules, agentes consulares, etc., excepto en los casos que la legislación califica de crímenes ó delitos graves que merecen, pena corporis aflictiva, á cuya protesta me adhería yo en mi caracter de Agente Consular del Imperio Alemán.

No se nos prestó oído. También presentamos los tres un recurso colectivo al señor Coronel Prefecto accidental, solicitando nuestra libertad; á lo cual tampoco se nos ha contestado.

El día 14 del presente, más ó meños á las horas tres y media de la tarde, me hizo llamar un señor Felipe Masías, quien se titulaba fiscal en el asunto de mi prisión, haciéndome, en presencia de un oficial que servía de escribiente, varias preguntas, las cuales contesté, según la verdad. Cuando, más o menos á horas 4 y media de la tarde, este señor Masías hizo cesar las preguntas y me dijo que mis contestaciones no le eran satisfactorias y tendría que marchar á un calabozo, entregándome pocos momentos después al oficial de guardia, quien me puso, según orden recibida, en un calabozo inmundo, sucio y asqueroso, donde ya se encontraba un tal Manuel Salas, quien llevaba barra de grillos.

En este lugar quedaba hasta las seis de la tarde, hora en que me hicieron saber que el señor Coronel Prefecto accidental, después de haber conferenciado, por telégrafo, con el señor General Mas, nos ofreció rebajarnos la mitad de las sumas impuestas y darnos un recibo como empréstito forzoso; cuya oferta fué aceptada por nosotros á fin de evitarnos más ofensas é insultos.

A las 9 de la noche nos pusieron en libertad, después de una prisión de 3 días y dos noches

Tales son los hechos con que he sido agraviado, que los pongo en conocimiento de US. I, para los fines á que hubiere lugar; desprendiéndose, desde luego, como consecuencia, que sin motivo, ni razón que lo justifique, me veo privado de las garantías iudividuales de que debo gozar, según la Constitu

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