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tamente y nada ha dejado que desear al señor Olañeta, para convencernos que el éxito de su comisión está librado todo más en las intrigas que en la justicia y los convencimientos. Un empeño demasiado público de ganar,por todas las vías conocidas, prosélitos peruanos á Bolivia, se ha visto ser su ocupación más religiosa.

Con este fin bastardo hemos visto revelado en el "Iris de la Paz" los respetables secretos de la entrevista del Desaguadero; secretos que no ha desconocido hasta ahora, ni caracte rizado de insidiosos la política más liberal de las naciones cultas. Se ha hecho una publicación de notas seductoras nosolo intempestiva, por no haberse dirigido oficialmente cuando ha salido de la prensa, sino también precipitada contra la práctica general de los Estados civilizados que reserva estas publicaciones hasta el resultado definitivo de las conferencias.

Todo con el objeto de hacerse de partidarios con la empalagosa afectación de liberalismo y de franqueza; inspirar desconfianzas de nuestros magistrados, y preparar poco á poco la desorganización general de la República, para reclamar algún día de Bolivia el digno premio de engrandecimiento que le hayan adquirido sus maniobras.

Yo estoy muy distante de persuadirme, señor excelentísi mo, que la circunspección y decoro de un gobierno supremo se hayan prostituido hasta dar á su enviado instrucciones tan degradantes; y, por lo mismo que ceden tan notablemente en su desdoro, creo que por igual necesidad de precaver el nuestro, y hacer más accequibles los fraternales deseos del Perú de estrecharse por medio de pactos religiosos con Bolivia, es de la más urgente necesidad el pronto retiro del señor Olañeta, á cuyo fin le he mandado expedir, con esta fecha, su respectivo pa saporte.

No es manifestar con ese hecho que se desdeñau las íntimas relaciones con Bolivia, y que se pierde ya toda esperanza de robustecerlas por tratados; solo, si, que mientras dure la efervescencia de las pasiones, imprudentemente conmovidas por la conducta del señor Olañeta, exige la prudencia la suspensión de unos negocios que, por su delicadeza é importancia, no pue den ventilarse con acierto sino en la calma de la razón, de la necesidad y del verdadero interés por la felicidad de los pueblos. Entonces ó el Perú nombrará nueva legación que pase hasta Bolivia, ó el gobierno de ésta, bien instruido, por una reiterada experiencia, de los motivos que suelen frustrar el buen éxito de estas sabias instituciones de la política, dirigidas exclusivamente á cimentar la prosperidad de las sociedades depositará sus confianzas, no diré en manos más puras, pero, sí, menos familiarizadas con ciertos artificios nada se rios, y por lo mismo impropios de unas negociaciones en que van á aventurarse con ellas incalculables bienes.

He reservado estudiosamente, para la conclusión de ésta, una queja que sería para mí imperdonable, si fuese capaz de creer por un momento que la imputación que la motiva habrá tenido su origen en las instrucciones de V. E. á su enviado el señor Olañeta. Tal es la de haberme presentado éste en el curso de la conferencia como capaz de rivalizar con el gran mariscal presidente D. Agustín Gamarra, admitiendo la presidencia de la República con solo el objeto de contrariar sus ideas, y de secundar las miras de Bolivia en oposición á las suyas. El señor Olañeta puede informarse de V. E. mismo de la muy antigua, muy sincera y muy estrecha amistad que profeso al general Gamarra, y que la nobleza de mi carácter rechaza cualquier acto de la menor bajeza por el vil interés de mi fortuna y engrandecimiento personal. V. E. sabe que en mi carrera pública mi suerte ha estado identificada con la de mi digno presidente, que estoy comprometido á sostener y dilatar la gloria de su administración y de sus empresas militares como la mía propia, sin perdonar el último sacrificio en caso necesario; y seguramente habría olvidado V. E. una ascendrada honradez, si me creyese tan débil que, lisonjeado por ese recurso artificioso con que ha intentado mejorar su causa el señor Olañeta, me presentase al mundo como jefe de una revolución desastrosa, y marcado con la infamante nota de los despreciados peruanos que traicionaron á su patria.

Sírvase, pues, V. E. de hacer entender á su enviado el honor y respeto con que ha debido hablar del jefe supremo de un Estado, excusando afectadas lisonjas que en el mero hecho de ser de mi aceptadas, me constituirían un criminal perturbador digno de las execraciones de mi patria. Por lo que hace á la alta persona de V. E. yo descanso en la estimación y aprecio que siempre ha dispensado á la mía; y firme en los sentimientos de una sincera amistad, le ofrezco los del más profundo respeto.

Dado en la casa del gobierno, en Lima, á 23 de febrero de 1831. 12.°

ANTONIO GUTIERREZ DE LA FUENTE.

El Ministro de Relaciones Exteriores.

Carlos Pedemonte.

Excelentísimo señor Presidente de la República de Bolivia.

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Casa del supremo gobierno, en Lima, á 23 de febrero de 1831. 12.°

Señor:

S. E. el vicepresidente se ha penetrado de las dificultades con que se tropieza para continuar los tratados apenas en los primeros pasos que han dado su señoría y el comisionado del Perú. Tal vez en otra mejor ocasión podrá lograrse el objeto conforme al voto de peruanos y bolivianos. Entretanto el gobierno del Perú no omitirá medios de manifestar á los hermanos de Bolivia que, sin necesidad de pactos y convenciones que pueden ligarlo á un religioso cumplimiento, sabe respetar los vínculos con que la naturaleza ha unido dos pueblos, y que, á más de su vecindad y antiguas relaciones, no difieren en moral, ni en principios. Así lo acredita el decreto que se ha expedido con esta fecha, y que normará para lo sucesivo el comercio que Bolivia tenga con el Perú. El gobierno cree llenar así un deber, y dar al mundo civilizado una muestra de sus deseos por el orden y la paz.

Consiguiente á esta determinación es que S. E. ha dispuesto se suspendan los tratados que podrán continuarse en mejor oportunidad. Al efecto, se ha expedido, con esta fecha, la orden conveniente al comisionado del Perú, para que regrese á esta capital; y se acompaña á su señoría el pasaporte debido, para que se pueda restituir al seno de su patria.

Al cumplir el infrascrito con esta orden de su gobierno, ruega al señor Ministro Plenipotenciario le admita sus protestas de aprecio y consideración.

CARLOS PEDEMONTE.

Señor Ministro Plenipotenciario de Bolivia, doctor Casimiro

Olañeta.

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En contestación á la comunicación del ministro encargado de las negociaciones pendientes con Bolivia, fecha 13 del corriente, dirigida por un extraordinário que en copia tengo el honor de acompañar á US. bajo los números 1.° y 2., se ha servido S. E. el general presidente significarle en este día se entienda, en el desempeño de su importante comisión, con el supremo gobierno, respecto de que, hallándose S. E. á la cabeza del ejército, é inflamado por el celo de los intereses y glorias de la nación, desconfia prudentemente del acierto que seguramente se ha de encontrar en la calma de las reflexiones que emanen del gobierno y de su tan respetable como sabio ministerio.

Así es que, deseando S. E. sean dictadas las instrucciones del gobierno supremo sobre datos precedentes, me manda incluír en copia las cuatro notas que de su orden dirigí á dicho señor ministro en 19 del presente, que van marcadas del número 3al 6 y los tres impresos que son las dos contestaciones del señor ministro plenipotenciario de Bolivia citadas en las copias nú mero 1.o y número 6.° y la del nuestro indicada en este último número en que se resolvió la remisión de estos dos al supremo gobierno. Como el señor Ferreyros asegura á S. E. haberle despachado ya los protocolos de las conferencias, se ha omitido su remisión.

A pesar de que S. E. ha suspendido su intervención en los asuntos diplomáticos, el vivo interés que tiene por la prosperidad de la nación no le ha permitido silenciar su opinión á nuestro ministro sobre la conducta que puede observar en las circunstancias en que se halla; y es que, prescindiendo tratar de la alianza con Bolivia, proceda con la firmeza encargada en la nota cópia número 3.o, á la conferencia y arreglo de los puntos propuestos por el ministro de aquella república con la calidad de estar pronto el Perú á aliarse con todos los estados libres que pretenden este vínculo importante. También se ha prevenido que,. para adoptar ó no este su dictámen, debía esperar la determi

nación del gobierno á quien se instruía de él en esta fecha, como tengo la satisfacción de hacerlo por el digno órgano de US.

S. E. funda su opinión en ser al presente innecesaria dicha alianza; porque, siendo su objeto el precavernos de las bien conocidas pretensiones del general Bolívar sobre el Perú, hallándose éste hoy en la incapacidad de ofendernos por la marcha liberal é independiente de las tres secciones á que está reducida Colombia, ya no hay motivo fundado de recelar, y de consiguiente de una alianza que solamente sería ventajosa á la débil Bolivia, que ha pretendido sacar partido al abrigo de un coloso ideal.

Dígnese US. manifestar al supremo gobierno cuanto al presente tengo la honra de comunicarle de orden de S. E.

Soy de US. con la mas alta consideración, atento, obsecuente servidor.

FRANCISCO SOTOMAYOR GALDO.

República Peruana

Secretaría de S. E. el Presidente

Cuzco, febrero 20 de 1831.

Al señor Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores.

Señor Ministro:

Con motivo de haber leído S. E. el general Presidente, en los protocolos de las conferencias para transigir las negociaciones pendientes con Bolivia, haberse expresado el ministro plenipotenciario de aquella república, mas por fomentar rivalidades personales, que por el interés de su nación, celebrarían la alianza con nuestra república sin el concurso de Colombia en el caso del cambio del actual presidente del Perú, me manda diga á US. que aunque esta proposición que manifiesta la insidiosa intención de su autor, es desconocida en los pactos internacionales, no obstante, si su ejecución se creyere convenir á a paz y prosperidad de la nación, está S. E. resuelto, en obse

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