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APUNTES BIOGRAFICOS

DE

D. JOSE JOAQUIN OLMEDO.

Don José Joaquín Olmedo nació en Guayaquil en 20 de marzo de 1780; fué hijo legítimo del Capitán Don Miguel Agustín Olmedo, natural de Málaga y de Doña Ana Francisca Maruri y Salavarría, natural de Guayaquil.

Don Miguel Agustin Olmedo fué hijo legítimo de Don Agustín Olmedo y de Doña María Troyano, ambos vecinos de la misma ciudad de Málaga. Vino á América en 1757, y en Panamá sirvió el destino de Administrador de rentas reales, desde 1759 hasta 1762. Trasladose á Guayaquil en 1764, donde obtuvo varios empleos públicos. En 1766 fué nombrado Corregidor y Justicia mayor de Quito y después Alcalde ordinario. Murió en Guayaquil en 27 de agosto de 1808.

En 1789 vino á Quito Don José Joaquín Olmedo á estudiar en el colegio de San Fernando, dirigido por sabios religiosos de la orden de Santo

Domingo. Allí aprendió gramática latina y casteIlana, haciéndose notable entre los demas alumnos por su talento y aplicación.

Mejía, uno de los más notables oradores de las Cortes de Cádiz, fué entonces alumno del mismo colegio; pero de mayor edad, pues nació en 1776. Espejo, literato de grande erudición, descubrió el ingenio de ambos jóvenes y los estimulaba al estudio presentándoles con hermosos coloridos la belleza de las letras y las ciencias.

Olmedo no permaneció en el colegio de San Fernando sino hasta 1792; pues sus padres le hicieron regresar á Guayaquil, por graves motivos de familia, y lo tuvieron á su lado hasta 1794 en que lo enviaron á Lima á casa de Don José Silva, su pariente.

Olmedo estudió filosofía y matemáticas en el colegio de San Carlos con tal aprovechamiento, que le hicieron sostener un certamen ó acto público en la Universidad de San Marcos, prefiriéndole á otros alumnos de grande capacidad. El acto fue aplaudido por los profesores y concurrer tes y se le dió una cátedra de filosofía por cierto tiempo.

Hacia el año de 1805 trabajó Olmedo, por encargo de sus condiscípulos los colegiales de San Carlos, un pequeño discurso en verso, dedicado al Virey del Perú, que debía preceder á la representación que hicieron los alumnos de aquel cole gio de la tragedia de Quintana intitulada El Duque de Viseo. Esta composición, que no debe ser la primera de Olmedo, manifiesta su talento poético ya

bastante desenvuelto á los veinticinco años de edad. En ella se propone manifestar la influencia benéfica de los recreos modestos en el trabajo y cultivo de las letras. Dice asi:

Cual baja en hilos breves desde el cielo
el trasparente y plácido rocío
á humedecer y fecundar el suelo,
y á su influjo benéfico los campos
se visten de verdura;

nacen flores do quier y en ellas crecen
las dulces esperanzas de mil frutos
con que los labradores se enriquecen :
así una distracción grata y honesta,
el ocio mismo y diversión modesta
al trabajo enardece,

el progreso en las ciencias favorece,
dá fuerzas al ingenio,

nuevas alas al genio;

y en la afanosa senda de las letras
es un ocio oportuno y delicioso,
que al ánimo estudioso,

en su ruda tarea,

le solaza, le empeña y le recrea.
Dió cual ley general naturaleza
la ley de descansar: la madre tierra
en su estación concibe prole hermosa,
en su estación la eubre y engalana,
y en la estación de reposar, reposa;
y si continuamente se la obliga
á producir, se cansa y se fatiga.
Y nosotros, Señor, cumplir queremos

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