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quisiera dar un salto á esos lugares para tratar estos asuntos con presencia de las cosas; pero como estoy próximo á ir para las partes del Cuzco á ejecutar las mismas paces, no puedo ir personalmente, ni tampoco nuestros sobrinos podrán caminar, por la misma razon de bajada por los lugares del Cuzco: de cuya vuelta darémos un salto para esas partes. Y en su inter, para los asuntos que se ofrezcan hasta la total verificacion de las paces, será necesario que los naturales soldados estén sobre las armas, y aun los mismos criollos en union como antes, para cuando llegue ser llamados, habiendo necesidad; porque no aviniendo en los capítulos que le pongo al comandante, no se podrán todavía formalizar dichas paces.

Supongo que ya la mujer de D. Julian estará con su marido por ser muy regular que la hayan dado soltura, y cuando no lo hubiesen hecho, se le reconvendrá con toda eficacia y empeño al comandante, para que sin falta le dé soltura y libertad para unirse con su marido.

Y por despacharte cuanto antes esta carta, ruego á Dios Nuestro Señor, te dé acierto en los negocios. Azángaro, y Noviembre 7 de 1781.

De U. su muy amado padre.

Diego Cristoval Tupac-Amaru, Inca.

No te responde tu Angelita respecto de que hay muchas ocupaciones, porque de todas partes me ocupa el continuo remo de cartas.

CARTA.

Mi querido hijo D. Julian Tupac-Amaru:

En virtud de la última que me escribió mi hijo D. Miguel, avisándome sobre las paces que ya habian celebrado con D. José Reseguin, comandante de los españoles, le escribo hasta los puntos y capítulos que se han de observar y guardar; y para su gobierno en todo, llevan abierta dicha carta en que te enterarás, para que tratando sobre todo con dicho D. Miguel, se manejen con arreglo á dicha carta que se le enviará luego.

Acerca de tu mujer, como para las disposiciones de soldados y su prontitud para los asuntos que pudieren ofrecerse, ya escribo á dicho D. Miguel, y por eso no me detengo en alargarme mas, que lo haré así con D. Martin, que mañana de la fecha vá á salir de esta capital. En cuyo inter ruego á Dios Nuestro Señor, te guarde con la salud perfecta muchos años. Azángaro y Noviembre 7 de 1781.— De U., su muy afecto gobernador.

Diego Cristoval Tupac-Amaru, Inca.

COPIA DE CARTA ESCRITA POR EL COMANDANTE DE COLUMNA D. RAMÓN ARIAS, Á DIEGO TUPAC-AMARU.

El Excmo. Sr. Virey de Lima, en quien brillan con admirable igualdad las inestimables prendas de pío y de justiciero, tuvo á bien conceder á U. y á cuantos han seguido en la presente rebelion sus temerarias ideas, un perdon general, que borrase cuantos hechos atroces, injustos y disconformes á razon, durante él se han cometido: siempre que desistiendo de aquellas, corriesen precipitados, llenos de un verdadero arrepentimiento, á acojerse bajo el real pabellon de quien, por fortuna nuestra, y por un efecto de la divina clemencia, se mira sentado hoy en el supremo dosel de la respetable España, siendo inimitable modelo de amabilidad, benignidad y justicia, que por todas partes resplandece en estos vastos dominios, de los cuales es legítimo Señor.

U. sabedor de aquel, demostró en todas sus cartas estremosa complacencia, viendo presente una fortuna que tal vez no se habria presentado á su imaginacion, ni aun en sueños; y desde luego tomó la pluma, (segun estoy informado) para dar repetidas gracias á aquel bondadoso jefe, dirijiéndolas por distintas vias, para que llegasen á sus manos, siendo el primer principal conductor, el que, con un atendible carácter, se halla con todas sus facultades en el Cuzco, como comandante general de todas las armas, y á quien acompañó U. una carta descomedida; y distante de ser producida por un hombre que pretende manifestar sumision á quien natural y justamente debe tenerla. Por si en el corazon de U. y sus secuaces no tenia buena acojida lo pío, obraba al mismo tiempo lo justiciero, aprontando fuerzas, que puestas en movimiento (y acercándose á U.) por varios lugares, le hiciesen conocer con un severo castigo el horrendo abominable crimen que habia cometido, osando ultrajar el soberano respeto á un Monarca, de cuya sacra persona no sostendria U. con aliento ni aun una sola mirada, que indicase desagrado. Para aquel fin puso las que habian de obrar por la parte del Cuzco al mando de un valeroso caudillo, que no sabria volver la espalda sin dejar lavada con sangre esa mancha de infidencia con que se habian teñido; y fió á mi direccion las que han salido de Arequipa que hoy se hallan en este campo.

Puestas ya aquellas en marcha y prontas á ejecutarlo estas, llegó á la superior noticia del Sr. Inspector General en la precitada carta, los deseos que UU. poseian de abrazar el generoso perdon. Lejos de causar aquella en el ánimo de este noble jefe la justa indignacion que era casi consiguiente al altanero estilo en que estaba concebido su contesto, determinó desde luego que suspendiese sus marchas la columna que de aquella ciudad se habia despachado, (como lo verificó en Velille) y dirijió inmediatamente el pliego que en la referida se incluia para el Sr. Virey de Lima. Con atencion á su contesto me previene S. E., que las armas que desde luego de

bian ser exterminadoras de cuantos han desconocido la Majestad, envolviéndolos para siempre en su ruina, sean auxiliadoras de U. y de los mismos contra cualquier insulto que en sus vidas y haciendas pudiesen esperimentar de los ya perjudicados; pero que era necesario correspondiesen los hechos á las sinceras palabras que en la suya promete U. á S. E., que así mismo asegura á U. en nombre del Rey, no se le faltará jamás á la buena fé en cuanto el perdon comprende; y que esta valiente, numerosa, bien armada y `disciplinada gente que ha confiado á mi mando, no se dirije contra la persona de U. ni de estos naturales, á quienes ofrece subyugar y volver á aquel antiguo sosiego, en que con felicidad han vivido por el dilatado tiempo de casi 300 años; y si contra Tupac-Catari y los de su bando, que hostigando siempre á la invencible ciudad de la Paz, sujiere aun hoy, en los ánimos de los naturales inmediatos á ella, seductoras especies, con que lisonjeándo sus ánimos incautos, los trae á su partido, creyendo por tan despreciable término, llevar adelante sus injustos, necios y voluntarios caprichos. Mas, como el formidable ejército, que oportunamente mandó aprontar el Excmo. Sr. Virey de Buenos Aires, é hizo salir últimamente de la villa de Oruro su sabio comisionado, el Sr. D. Ignacio Flores, á las órdenes del teniente coronel de los reales ejércitos D. José Reseguin, haya destruido á aquel y á aquellos, libertando y auxiliando plenamente dicha ciudad, que era el primario objeto de mi comision, no me queda otro que llenar, que el de ver verificado lo mismo que U. ha prometido á S. E., experimentando los efectos de este arrepentimiento, que le granjea y facilita el premio del perdon, siendo uno de los que no me dejarán duda de ser verdadero aquel, el que se me entreguen por U. todas las armas que tenga á su lado sin distincion de la clase de ellas y gentes en cuyo poder se hallen. Con esta prueba, que nunca puede ser equivocada, gozará U. y cuantos estén á su lado de la prometida libertad; y si tuviese U. que manifestarme otra cosa, puede hacerlo, viniéndose á este campo. En la inteligencia, que le aseguro, por la vida del Rey mi Señor, no recibirá el menor perjuicio ni ultraje, sin prohibirle (si aun todavía desconfía despues de semejante protesta) el que venga custodiado en los términos que mejor le parezca, no dudando que en mi hallará siempre un asilo, que corresponda á la bondad con que el Excmo. Sr. Virey ha querido á U. mirarle.

Una proposicion de esta clase, un partido tan ventajoso hácia U., parece no necesita de persuasiones para que con el mayor regocijo la abrace. Sin embargo, persuadiéndome á que no faltará un discolo que procure inspirar en su ánimo especies abominables, que aviven aquellos locos é infundados designios con que U. ha pretendido continuar y concluir la deforme obra que principió su hermano José Gabriel, me ha parecido decirle que descienda U. á su corazon, lo examine bien, y hallará, por mas que le adulen sus lisonjeras é infundadas esperanzas, ser imposible dejar de mirar con desasosiego

y temor el término de ellas, que habria de ser precisamente igual al infeliz y funesto con que acabó aquel sus dias.

Ahora es tiempo de que prolongue U. y haga ventajosos los suyos, alejando pora siempre de su imaginacion seducida, esas débiles ideas perturbadorss de un reino tan ejemplar en sosiego, que han sido única causa de la ruina de tantos miserables de sus compatriotas, y tambien de los que, sin justo fundado motivo, vé U. con tanto aborrecimiento. Yo no dudo mirará con compasion á esos, que ya llevados del afecto, ya de la fuerza, le acompañan, y que deberán irremediablemente ser víctima de estas siempre vencedoras armas, si U. no procura imprimir en sus corazones con sus consejos y principalmente con su ejemplo, viniendo arrepentido al lugar donde vive muy de asiento la misericordia, el respeto á que es acreedor, y se debe á un monarca tan poderoso, como el que hoy, imitando á la suprema deidad, olvida la multitud de injurias hechas á su soberano decoro, y franquea á UU. por medio de su alto Ministro un generoso perdon convidándoles con la paz, antes que esgrimir contra los que destinados prosigan la temible espada de la justicia.

Aproveche U., Tupac-Amaru, estos apreciables instantes, de que ya pende sin duda, el que viva U. feliz, y piense en que se le acercan por la parte de Chucuito unas numerosas tropas, que obrarán con mas vigor, y que como constituidas en diverso vireinato, principiarán á hacerlo hostilmente contra sus vidas y haciendas, midiendo sus acciones por las órdenes distintas que allá se le han dado. Piense U., sin tener duda, en que la inmensa bondad característica de nuestro amabilísimo Rey y Señor le ha de mirar á U. y á su sobrino Mariano, con una piedad tan grande, que no les quede que desear; y en fin, para su resolucion, piense U. que me hallo aquí con 6,000 hombres armados con fusiles los 2,000, y los restantes con lanzas, seis cañones de batir, municiones, pertrechos proporcionados, y aun excesivos á hacer esta columna la mas respetable que se ha visto en el Perú despues de su conquista. Que la gente fastidiada ya de tantas incomodidades, como se le han originado con estos sediciosos alborotos, desea con impaciencia que se les mande embestir, para volver en cenizas cuantos objetos, por fuertes que sean, se presenten á su vista; pero nunca tema U. rompan el freno de la sumisa obediencia con que venerarán mis órdenes, hasta que positivamente sepa de U. ó que desprecie las piedades del Rey, ó rendido las admite; siendo todo amargura y dolor [para cuantos le imiten] en el primer caso, y todo satisfaccion y alegría en el segundo.

U. contésteme, y desde luego espero sea abrazando gustoso mi propuesta, por que de no haré conocer á cuantos ingratos han desechado de sí hasta la memoria del sacro nombre del Rey, cuanto poder tiene, y cuanto respeto merecen sus siempre gloriosas armas. Nuestro Señor guarde á U. muchos años. Campo de Cabanilla, 1.o de Diciembre de 1781. Ramon de Aria.s

A Diego Tupac-Amaru.

HISTORIA-32

CONTESTACION DE TUPAC-AMARU.

Señor Comandante D. Ramon Arias:

Tengo recibida la de U. su fecha 1.° del corriente, y quedo enterado en su contesto, sirviendo de respuesta á sus principales puntos la que ayer diriji, sin estrañar me haya U. amontonado las fuerzas que trae, pues estas se distribuyen segun lo acomoda la Divina Providencia. Muchos cargos me hace U. en la suya, á los que tengo que responder en el parlamento que se celebrará en breve, siendo Dios servido, en el pueblo de Sicuani, con el Sr. Inspector del Cuzco, á quien rendiré mi persona, armas y mis indios, no como rebelados á la corona de mi Rey y Señor, sino como desagraviados de la tiránica opresion de correjidores en este reino, como es constante al mundo entero.

La inmediacion de U. con sus tropas podrá entorpecer el santo designio que tengo, pues los naturales se recelan se pueda fraguar contra ellos alguna traicion, como se verificó con Julian Catari, á quien lo descuartizaron, remitiendo preso á mi sobrino D. Miguel Bastidas y 28 coroneles á la ciudad de la Paz, despues de haber celebrado con ellos la merced del indulto general. Esto practicó el coronel Reseguin: con que vea U. si sobran motivos para recelarse en todas sus operaciones.

Verdaderamente yo estoy resuelto á recibir la paz general: para ella estan nuestros tratados pendientes de solo el aviso de los Señores Inspectores y Obispo del Cuzco; y será bien que U. y sus tropas no perturben los designios de esta empresa, portándose con la cordura que acreditan sus talentos: que de mi parte ocurriré con los Señores Eclesiásticos que están en este pueblo, á las inmediaciones de esa campaña, á tratar lo que convenga al real servicio, saliendo mañana ó pasado mañana, sin que estrañe me presente con la guarnicion que corresponde al seguro de mi persona y aliados.

U. vaya rumiando, que el único tropiezo que pueda embarazar nuestras ideas, es la reposicion que se pretende hacer en estas tres provincias de sus respectivos correjidores: porque la gente nada menos piensa que recibirlos, por infinitos motivos que á U. espondré y lo tengo practicado, dando parte al Excmo. Sr. Virey y Sr. Inspector, quienes vistos los motivos, determinarán lo que hallaren por conveniente á la tranquilidad del reino.

Se me ha imputado siempre de rebelion contra mi augusto y católico Monarca (que Dios guarde). Quienes fomentan con mas energía este modo de pensar son los correjidores, llamando traicion al Rey mi Señor, tomar las armas, 6 acometer algun exceso con ellos: cuando este modo de proceder, aunque indebido por falta de jurisdiccion en quien se toma la mano, no es mas que surtirse de la desesperacion, ó falta de la debida justicia que se le debe administrar

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