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Juan Belestran, criado de la dicha Cecilia.

Santusa Castro, hermana de la Marcela, madre de Diego.
Maria Cruz Guamani, ponga de la citada Cecilia.

Francisco Diaz, su marido.

Pablo Quispe, hermano de Manuela Tito-Condori, mujer de Diego. Ignacio Quispe, primo hermano de la dicha mujer de Diego Tupac-Amaru.

Gregoria Malque, mujer de Manuel Tito-Condori, tio de la mujer de Diego.

Juliana Tito-Condori, hija de dicho Manuel, y príma hermana de la mujer dicha.

Antonia Cayacombina, mujer de José Castro, tio de dicho Diego. Paulino Castro, hijo de José, primo hermano de Diego.

Antonia Castro, hija de José Castro, prima hermano de Diego. Santusa Canque, mujer de Antonio Castro, tio de Diego. Margarita Condori, tia de la mujer de Diego.

Dionisia Caguaitapa, mujer de Marcelo Puyucahua, tio de José Gabriel Tupac-Amaru y demas.

Diego Ortigozo, secretario consejero de José Gabriel y Diego Tupac-Amaru.

Tomas Araus, confidente y mayordomo de las chacras de Diego. Margarita Cusi, mujer del antedicho Tomas Araus.

Crispin Guamani, uno de los mas inhumanos coroneles de José Gabriel y Diego Tupac-Amaru: el que asoló á Cailloma y atacó á la columna de Arequipa al cargo de D. Pedro Vicente Nieto, en 27 de Mayo del año pasado de 1782.

Tomás Jacinto, famoso coronel de las Punas de San Pedro y San Pablo de Cacha, y el mas observante de las órdenes de Diego.

Ocho indios que me fueron remitidos de las Punas de Checacupe y Pitumarca, por los delitos que se les atribuyen en las cartas que con fecha 21 del que sigue, remití al Sr. Coronel Comandante General D. Gabriel de Avilés.

María Ramos, natural del pueblo y provincia de Sorata, concubina de Diego Tupac-Amaru, quien arrestada y apremiada, confesó el agujero donde habian escondido la esquela, que en copia remití á dicho Sr. Coronel Comandante general.

Quedan por prenderse de esta descendencia.

Juan Tupac-Amaru.

Susana Aguirre, mujer de dicho Juan.

Francisco Noguera.

Antonio Capatinta.

Juana Coriyuto (alias Bastidas), tia de Mariano Tupac-Amaru. Diego Anco, confidente de Diego, en cuya casa ha mantenido su concubina desde que llegó del Collao.

HISTORIA-36

NOTA. Posteriormente á la prision de los arriba mencionados, se logró aprender en los altos de Checacupe á Melchor Ramos, célebre partidario de los rebeldes.

Es copia de su orijinal, remitido por D. Francisco Salcedo, correjidor de la provincia de Tinta, en 25 de Marzo de 1783.

Avilés.

OFICIO DEL MISMO AVILÉS À D. SEBASTIAN

DE SEGUROLA.

Muy Señor mio: Antes que recibiera US. la que le escribo con fecha 11 de Marzo, supongo habrá llegado á su noticia la prision de Diego Tupac-Amaru y su familia, que se ejecutó el dia 15 del que acaba, por D. Raimundo Necochea correjidor de Quispicanchi; cuyo hecho me causó los mayores cuidados, porque la inconsideracion y locuacidad de algunos moradores de esta ciudad, habian divulgado la providencia que se iba á tomar con estos reincidentes traidores. Y aunque yo habia manejado el asunto con el mayor sijilo, no pude evitar que sospechasen la determinacion, porque siendo público que la conmocion de Marcapata habia sido orijinada por disposicion de los Tupac-Amaru, y sabiendo que habia regresado el expreso que hice á Lima, dieron por supuesto habria recibido el órden correspondiente; y con su falta de reflexion, me espusieron á malograr tan interesante asunto, que se conmoviese de nuevo el reino, y recayesen sobre mi las resultas; así porque yo habia declamado desde la muerte de mi venerado general, que era indispensable se extrajesen de estas provincias á estos infames, como porque últiınamente habia propuesto su arresto.

Ademas de los sujetos que espresa la relacion que acompaño, se han preso á otros muchos; y aunque Juan Tupac-Amaru, es uno de los que faltan, espero en Dios lograremos su arresto, y aunque no se consiga, no es sujeto que puede causar mucho cuidado, por que jamás ha tenido séquito entre los indios; y espero que US. se sirva dar las providencias convenientes para que si pareciese en alguna de las provincias de esta Comandancia General, se le arreste para evitar contingencias. En inteligencia, que hago igual prevencion á los correjidores de Lampa, Azúngaro, Carabaya y Puño, y á los de Cailloma y Arequipa.

En todas las provincias de estas inmediaciones reina la quietud, sin que en alguna de ellas se haya notado disgusto por la prision de estos infames; y antes por el contrario, muchos indios se han alegrado de verse libres de sus sujestiones.

A los tres sobrinos, Mariano, Andrés y Fernando, que estaban en Lima, se les aseguró inmediatamente que se recibió mi expreso y me persuado que se echó el sello á la quietud del reino.

Nuestro Señor guarde á US. muchos años. Cuzco 31 de Marzo de 1783.

B. L. M. de US. su mas atento servidor.

Señor Don Sebastian de Segurola.

Gabriel de Avilés.

D. Agustin de Jáuregui, Caballero del Orden de Santiago, del Consejo de S. M., Teniente General de los Reales Ejércitos, Virey, Gobernador y Capitan General de los reinos del Perú y Chile, y Presidente de la Real Audiencia de esta capital.

El justo aprecio que merecen la generosidad y buenos servicios de los habitantes de este vasto imperio, que con tanto honor y esfuerzos han aspirado á conseguir su tranquilidad: el interés que todos tienen en afianzarla, como que de ella penden sus vidas y haciendas: el temor de que se renovasen las calamidades pasadas, y lo que es mas, la necesidad de asegurar el culto de Dios, el respeto á sus sagrados templos y ministros, y la fidelidad al Rey Nuestro Señor, han obligado al fin á tomar por última resolucion la de prender á Diego Cristoval Condorcanqui, sus sobrinos y demas principales, que con el nombre de Tupac-Amaru aspiraban á mantener sus alevosos designios, abusando para ello de la clemencia con que se les ha tratado, de los beneficios que se les han dispensado, y de todos los medios de suavidad con que se ha procurado atraerlos, disimulando las repetidas señales que despues del indulto han dado de su perfidia. Desde los primeros momentos en que se les hizo saber aquella piadosa disposicion, se advirtió la que manifestaban, de continuar en sus depravadas ideas; pero se creyó pudiesen abandonarlas, convencidos por el tiempo y la esperiencia de las ventajas y felicidad que les traia el sosiego de sus casas, el perdon de sus delitos y la liberalidad con que se proveia á su subsistencía. Y como concurrieron en aquella ocasion algunos hechos que aparentaban la sinceridad del arrepentimiento, aunque siempre se desconfió de ella, pareció prudencia alentarlos, hasta lograr otros testimonios que hiciesen menos equívoca la realidad de su conducta. Lejos de conseguir los que se descaban y debian prometerse de su verdadera enmienda, fueron repetidos los informes y avisos de la que estos traidores afectaban, para que retiradas las tropas que los habian castigado y contenido, les fuese menos fácil renovar sus inquietudes; y por tan justos recelos los jefes y superiores de todas clases han clamado todo el año pasado por la urgente necesidad de sacar de allí á lo menos las principales cabezas de esta ilusa familia, sin que ni las suaves diligencias, ni los arbitrios que se han practicado hayan podido vencer la resistencia y finjidas escusas con que Diego Cristo

val se ha negado aun á los partidos y ofertas mas ventajosas con que se le ha brindado. Y aunque todos estos motivos justificaban la inalterable bondad del Rey para rendir con su poderoso brazo á los que no se postraban por el agradecimiento á sus beneficios, se disimularon, porque su real palabra empeñada en el indulto, no se creyese olvidada en la resolucion que estos antecedentes dictaban como inescusable.

Avisó al mismo tiempo el Excmo. Señor Virey de Buenos Aires las justas sospechas que tenia de que este obstinado caudillo habia ocultado armas, y que segun sus cartas que se cojieron en la ciudad de la Paz, é intentaba sobrecojer para acabar con sus moradores de todas clases y costas; y posteriormente el Venerable Prelado de aquella diócesis, su procurador general y otros manifestaron la desconfianza que siempre tenian de sus dobles tratos. Siguiéronse otros no leves indicios de la ocultacion que se les imputaba de los caudales y tesoros usurpados, sin que las reconvenciones que se les hacian bastasen para manifestarlos. Cometió despues Mariano, hijo de José Gabriel, conocido por Tupac-Amaru, el atentado de sacar el 9 de Setiembre en la noche, con armas, del monasterio de Santa Catalina del Cuzco, á su manceba. Recibióse la sumaria que el corregidor de Quispicanchi habia formado contra Andrés Mendigure, sobrino y primo de aquellos, por la construcion de la capilla de Cañiamur, sus objetos y sediciosas persuasiones, con que los declaró á los indios. Pero como muchos de estos hechos, y otros de igual clase, no pasaban de un bien fundado y prudente recelo, viendo que Andrés y Mariano se vinieron despues á esta capital, y que á pesar de sus influjos, los indios se mantenian fieles y obedientes se continuó la condescendencia, y por no privarlos de las piedades que la soberana clemencia del Rey les habia dispensado, se dejó al tiempo la resolucion, dándoselo para volver en sí, y evitar la que iba haciéndose tan justa como forzosa. Nada se consiguió; pues Diego con osada intrepidez se atrevió á disputar el pretendido apellido de Tupac-Amaru, al tiempo mismo de recibir en las reales cajas del Cuzco el mes de Octubre último, la pension de 1,000 pesos, que liberal y piadosamente se le habia asignado. Pretendió los mayores honores, aun para las cenizas de su traidor hermano, y afectando otros visos de autoridad y mando, vivia en Tungasuca de un modo nada conforme á sus delitos, ni á la sumision y humilde reconocimiento, con que debia estar por habérselos perdonado; y redoblando por estos motivos el Comandante D. Gabriel de Avilés sus celosas atenciones, dió parte últimamente del suceso que sobrevino en 30 de Enero de este año en Marcapata; y aunque no ha tenido resultas, se ha acreditado con las amenazas hechas á los mestizos y otras castas, el peligro en que todas podian verse, si oportunamente no se precave tomando las providencias que convengan, para arrancar la raiz de tan pernicioso influjo, como lo solicitan los mismos caciques, que fieles han clamado por la prision de estas cabezas, conociendo las

contingencias á que podria esponer en lo sucesivo, la incauta credulidad de sus indios, y la subordinacion en que hasta ahora los mantienen. Por estos motivos, considerando los riesgos y perjuicios que los moradores y vecinos de todas clases y castas del Rey podrian esperimentar, si mas adelante hicieran á los indios la impresion, que felizmente no han logrado hasta ahora, tan perjudiciales sugestiones; y atendiendo á asegurar á todos la tranquilidad de sus casas, el jiro de su comercio, el trabajo de sus minas, cultivo de sus haciendas, y la felicidad que es consiguiente á la paz, quietud y fiel subordinacion á Nuestro Soberano y legítimo Señor y dueño; y mirando tambien por los mismos indios, para que seducidos con tan fanáticas pretensiones, no se priven por una inconsiderada reincidencia de los alivios que ya gozan, ni de las seguridades que les afianza el perdon, sc determinó asegurar las personas de Diego Cristoval, sus sobrinos y otros de su familia, para disponer despues lo que convenga de todas ellas; y de acuerdo con el Sr. Visitador General del reino, precediendo tambien el de esta Real Audiencia, se tomaron las precauciones y providencias que parecieron oportunas. Y habiéndose tenido la gustosa noticia de quedar verificadas dichas prisiones, sin la menor resistencia, alteracion ni desgracia, por el celo, prudencia y talento con que las determinó el Comandante D. Gabriel de Avilés, y ejecutó el correjidor de Quispicanchi D. Raymundo Necochea, ha parecido justo que esta importante noticia se publique en todo el reino, para consuelo de los fieles vasallos del Rey Nuestro Señor, y ejemplar que contenga á los que pudieran estar seducidos de esta familia.

Y

para que así se verifique y al mismo tiempo se ratifique á todos, y los indios entiendan que esta disposicion fundada en tantas sospechas y motivos posteriores al indulto en nada altera su inviolable seguridad, siempre que, guardando la condicion esencial con que se concedió de no volver á reincidir, ni cooperar en manera alguna á las inquietudes, permanezcan fieles, como deben-mando: que todo lo dicho se publique por bando en esta capital y demas pueblos del reino; para cuyo fin se imprimirán los ejemplares necesarios que se remitirán por mi Secretaría de Cámara á los Correjidores, Comandantes y demas jefes militares y políticos para que lo hagan publicar en todas partes; dando á entender á los indios los justos motivos de esta resolucion, y todos los buenos efectos que para ellos mismos debe producir. Lima 29 de Marzo de 1783.

D. Agustin de Jáuregui.

Juan María Galvez.

Es copia del bando original que se halla en esta Secretaría de Cámara y Vireinato de mi cargo, de que certifico. Lima 2 de Abril de

1783.

Juan María Galvez.

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