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ca, por tres veces, los referidos Nicolás Almendras, Manuel Silvestre y Juan Tomás Palomino; y concluida que fué esta diligencia, se condujeron inmediatamente por las calles públicas y acostumbradas, dándoseles los azotes prevenidos en dicha sentencia, y publicando así mismo sus delitos por voz de dicho pregonero; habiéndose conducido antes á los demas reos á la dicha real cárcel, como se ejecutó con los tres verificados, los azotes; del mismo modo pasó dicho Teniente al lugar del suplició, como á horas de las tres de la tarde; y habiendo hecho bajar con dicho ministro ejecutor, de la horca donde se hallaban colgados, los cuerpos de Felipe Velasco y Ciriaco Flores, mandó descuartizar á ambos al pié de ella, juntamente con la cabeza del primero; y despues de entregado el corazon y entrañas de este con el cuerpo del segundo al mayordomo de la caridad, se pasó á clavar la cabeza de Felipe, encerrada en una jaula de hierro, en la puerta de las Maravillas, y los demas cuartos en todas las portadas de esta ciudad. Así mismo se condujo la caja del cuerpo de dicho Felipe al Tajamar del Rio grande, donde habiendo dispuesto una hoguera compuesta de mucha leña, lo mandó que– mar, hasta que á fuerza de fuego se convirtió en cenizas; las que posteriormente se arrojaron á las corrientes de dicho rio por el espresado ministro ejecutor, segun se previene en dicha sentencia; y para que conste, lo pongo por diligencia, la que firmó dicho Teniente, de que doy fé.

José Vicente del Valle.

Silvestre Mendoza, Receptor.

Concuerda este traslado con las sentencias de vista y revista originales, que quedan en el archivo de el Oficio de Cámara de mi cargo; y está cierto y verdadero, correjido y concertado, de que certifico. Lima 8 de Julio de 1783.

D. Clemente Castellanos.

REPRESENTACION HECHA AL REY
POR D. TOMÁS CATARI.

Señor:

D. Tomás Catari, indio principal del pueblo de San Pedro de Macha, repartimiento de la provincia de Chayanta, por sí y en nombre de todas las comunidades, puesto á los piés de U. S. R. M., con el mayor rendimiento, dice: que siendo tan diarios y consecutivos los padecimientos, miserias y necesidades que esperimentamos los desvalidos indios tributarios, vasallos muy fieles é hijos indefensos de V. M., ya con la tiranía de los correjidores, ya con los per

juicios de los gobernadores españoles ó mestizos que nos destinan, para que nos beban la sangre, aniquilen á nuestras mujeres é hijos: pues los ministros ó correjidores de V. R. M. ademas de que son coligados con dichos mestizos ó españoles caciques, usurpan á V. M. ingente caudal de sus reales intereses, nos aniquilan tambien nuestras vidas, como mas claramente patentizan el verse estos en corto tiempo cargados de caudales, los que á todas horas lloran y claman la miseria de los pobres indios. En este estado, Señor, faltándome ya el sufrimiento, me presenté ante el correjidor D. Nicolás de Ursainque, legitimando mi persona, accion y derecho al gobierno de cacique; alegando ser llamado al cacicazgo desde mis primeros padres, como igualmente dar aumento á los reales intereses de V. M. Señor, ¿qué resultó de mi justa demanda? Es que sepultaron esta en los mas íntimos y retraidos rincones del olvido, me aprisionaron en la cárcel con castigos, como á otro reo criminoso, y habiendo conseguido se me diese soltura, encaminéme á buscar tribunal que me favoreciese, lo que me fué imposible. Hasta que, visto que mis padecimientos iban recreciendo, destiné pasar á la ciudad de Buenos Aires, á reclamar justicia al vuestro Virey, á pié desde mi pueblo y pidiendo limosna por todo el camino; quien atendiendo á mi justicia, se sirvió librar un despacho superior, para que yo sea amparado en la posesion de mi empleo, y probase los aumentos de los reales intereses de V. M. Pero sucedió, Señor, que á mi regreso encontré en mi provincia un correjidor ambicioso, de leónicas entrañas, nombrado D. Joaquin Alós, quien paniaguado con un mestizo, nombrado Blas Bernal, que obtenia mi empleo, consiguió ocultar los despachos superiores, castigándome con crecidos tormentos de azotes, prisiones, ya en la cárcel de Potosí, ya en la cárcel de corte de la Real Audiencia, consiguiendo ocultar mi justicia, mediante los depravados intentos y cavilaciones de este correjidor, acreedor este al propio nombre de Lutero y Calvino. Hasta que en este estado, faltándoles el sufrimiento á los indios de mi comunidad, é impuestos que el correjidor venia con crecido número de soldados á defender su tirano reparto, entónces se convocó alguna porcion de indios en el valle que llaman Guancarani ó Guañoma, y le hicieron presentes casi todos los movimientos y total ruina de la provincia, ya por medio de varios sacerdotes, como por el conducto de otras diligencias en nuestro idioma; pidiéndole quitase algunos gobernadores españoles ó mestizos que aumentaban nuestras desdichadas vidas; sacase de la prision á D. Tomás Catari, nos rebajase el tirano reparto, tanto por los precios tan exorbitantes, cuanto por el mucho y crecido número de cerca de 400,000 pesos á que ascienden sus repartos. Prometió su palabra así lo ejecutaría en el pueblo de Pocota, al tiempo de despachar la mita; y como todo su fin se encaminaba á usar nuestra humildad y conseguir el cobro de su ambicioso reparto, se desentendió, afianzando sus esperanzas en porcion de soldados que comandaba, y en los informes falsos, maliciosos y

voluntariosos que hizo el correjidor, acriminando á los indios, y alegando que no querian pagar los reales tributos, ni enviar la mita. En este estado se dió una sangrienta batalla, injusta, leónica, solo por solapar el tirano reparto, muriendo en la batalla algunos españoles parciales del correjidor, y cerca de 300 indios tributarios é hijos de V. M. ¿Es posible, Señor, que la C. R. P. de V. M,, nos haya puesto on el centro del olvido en que siempre vivimos, en la inteligencia de que S. M. es el único padre y protector nuestro? Valgáme Dios, que pérdida tan exorbitante ha tenido V. M. con la muerte de sus tributarios, así en sus reales intereses, como en su real mita?

Es verdad, Señor, que, como dicho es, en Pocoata murieron los citados españoles é indios, mas no por esto debe decirse, ni darle los visos de que los indios se levantaron, porque allí se despachó antes de estas muertes la real mita, y se le dijo al correjidor Alós, que los reales tributos estaban prontos, y que se le entregarian, como es costumbre, en el pueblo de Macha. Y habiendo entrado á pedirle al enunciado correjidor D. Tomás Acho, indio principal del repartimiento de Macha, que diese soltura á D. Tomás Catari, que aseguraba lo tenia en aquel pueblo, y que ofréció hacerlo en los valles, el reconocimiento y respuesta fué, tirarle un pistoletazo, y matarló al espresado Acho. Esta dolorosa muerte inquietó los ánimos de aquellos pobres indios, y usando de la defensa natural, temerosos de morir todos como el infeliz de Acho, se defendieron del modo posible, y con mas humanidad que no los españoles, quienes de dentro de la iglesia mataban á los tributarios de V. M. que estaban en el cementerio. Los indios cargaban á todos los heridos para que los curasen, por medio de D. José de Ulloa, sin acabar con sus vidas. Los indios, por el respeto y veneracion á V. M., no le quitaron la vida al correjidor, pudiéndolo haber hecho en el furor, y habiendo visto que ninguno mas que el correjidor mataba como si fueran animales. á los pobres hijos, vasallos muy humildes de V. M. Y finalmente los indios han restituido todos los despojos de los soldados, iban entregando con gran rendimiento los reales tributos á su cura, y mas pensiones con que nacieron, á vuestra soberana real clemencia, lo que prueba mas humanidad en los indios que en los españoles, pues Ics indios no profanaron el lugar sagrado; pero sí los españoles.

El correjidor se ha valido de un espacioso pretesto para acriminar á los indios, y especialmente á D. Tomás Catari; y es que el dicho Catari habia imprimido en los ánimos de todos los indios, que en la provincia que ganó del Superior Gobierno, les traia rebaja de tributos. Esta es una de las muchas perniciosas mentiras del correjidor, pues si caso negado, D. Tomás Catari hubiera esparcido la voz de que los tributos se hubieran rebajado, no se hubieran satisfecho íntegramente en toda la provincia: con que se viene en conocimiento de que esta ha sido una voz viciosa que el correjidor ha esparcido para acriminar á Catari, para no volver á conspirar todas

las provincias del reino con crecidos perjuicios de V. M., y para lograr sus torcidos designios, asegurando con ellos su tirano reparto, por todo lo que se califican las inquietudes, dolo, fraude, malicia, con que el correjidor ha procedido y procede. El correjidor le ha seguido varias causas á D. Tomas Catari, haciéndolo reo, pero no delincuente, con testigos confidentes, domésticos y parciales suyos, y enemigos capitales de los indios, contra quienes nunca podia resultar perjuicio, pues son causas seguidas por uno que es juez, reo malicioso y enemigo capital de los indios. En este estado, Señor, hicieron preso al correjidor los indios, para conseguir por este medio la soltura de D. Tomás Catari, y la rebaja del tirano reparto, siendo mas que notorios nuestros padecimientos, y que solo así se pudiera conseguir amainar el rencor y ódio del correjidor, como que verdaderamente se consiguieron los justos deseos á que aspiraban nuestras miserias, y libertar al pobre encarcelado de Catari, de los tormentos que injustamente padecia el desvalido.

Preguntárame, como es justo V. M., por el origen de estos movimientos y su principio, lo que satisfaré: porque el correjidor está coligado con algunos Ministros de la Real Audiencia, Don Pedro Cernadas y el Fiscal Pino, y todo se dirije únicamente á oscurecer la verdad, y que los indios inocentes queden indefensos y sepultada su justicia, y el correjidor con sus delitos triunfantes. Porque el correjidor paniaguado con los Ministros de V. M., solo se ocupa en averiguar quien favorece á D. Tomas Catari y su comunidad, quien les hacia sus escritos, quien les escribia, quien les influía para los movimientos del Valle y Pocoata; cuando lo que se debia averiguar, era, si los indios pedian justicia y el correjidor tenia delito. Pero bien se conoce que el intento ha sido acabar con la inocencia de los indios é intimidar y oprimir á todas las gentes, para que no haya quien proteja la justicia que ellos tienen. Porque el correjidor con su negra avaricia quiere aparentar y disimular su crecido reparto, con la particular circunstancia que colije nuestra miseria. ¿Es posible, Gran Señor, poderosísimo Rey de las grandiosas Españas y miserables indios, que V. M. C. permita que un individuo particular desde su primer principio venga á beber la sangre de sus pobres tributarios indios, humildes é indefensos, y que el correjidor, mediante sus arbitrios y cavilaciones, quiera oprimir nuestra justicia, irrogándosenos los agravios que echará de ver la elevada penetracion de V. M.? Dígalo el Dr. D. Marcos Zeballos, presbítero que ha sido perseguido y preso por solo haberse opuesto á los Ministros de V.M. Dígalo el D. D. Juan Bautista Ormachea que ha estado preso por la misma injusta sospecha, y que estos me habian fomentado. Dígalo Da. María Esperanza Campuzano, criada de nuestro actual cura, que la prendieron en la cárcel pública y con las amenazas de los ministros de V.M. casi perdió su vida, sin otro motiyo que imputarle falsamente, que por ser criada fué comprendida ó coligada con los indios, sin atender á que se hallaba embarazada, y que casi malparió.

¿V. M. C. permite que así se atropellen á sus hijos? Dígalo nuestro actual cura D. Gregorio José de Merlos, á quien se le está formando causa siniestra de coligacion, únicamente por habernos amparado, por hacer este corto servicio á V. M., y porque tuvieron licencia especial de Dios para darnos á entender y reducirnos á la mayor paz y tranquilidad. En esta segura inteligencia nos hemos movido á pedir el perdon general de nuestros pasados desaciertos; y como los motivos han sido muchos, y el principal hacer ver que los indios no se han levantado, porque los indios han estado prontos, y están á servir á Dios y á V. M., reconozca por los efectos que somos sus mas fieles hijos y vasallos.

En repetidos informes hemos pedido á la Real Audiencia el perdon general, con la desgracia que por complacer al correjidor no hemos conseguido ni respuesta para nuestro consuelo, por lo que casi estamos creyendo que V. M. nos ha desamparado: lo referido es cierto, Señor, y tambien lo es, que el proyecto se endereza á acobardar é intimidar á todos los vivientes, para que por los respetos humanos no se esclarezca la ignorancia y justicia de los desvalidos indios: cuando el asunto se debia reducir ó á enviar el perdon general que con tanta ansia le pedimos en nombre de V. M., ó averiguar por medio de un juez imparcial y recto si los indios tenian justicia. Y así, Señor, vivimos muy obedientes y rendidos; pero desconsolados, y con el dolor de que nuestro Rey y Señor se halle muy distante de nosotros para arrojarnos á sus piés, y como nuestro único padre se duela de nuestras miserias; pues el objeto de los Ministros de vuestra Real Audiencia, ha sido enviar miles de soldados para que nos pasen á cuchillo, solo para amparar el reparto tirano de 400,000 pesos, que el correjidor Alós ha repartido, cuando la tarifa solo le permite ciento y tantos mil pesos. Yo, D. Tomas Catari, fuí conducido á Chuquisaca á costa y pension de mi actual párroco Dr. Merlos: así que llegamos á nuestro pueblo de Macha, y que oimos las cristianas exhortaciones del citado nuestra cura, toda la comunidad le ofreció la paz y le entregamos al correjidor, que despues lo despachó á Chuquisaca á la Real Audiencia. Toda la comunidad le aseguró estar pronta, como siempre á vivir subordinados á V. M., y perder sus vidas en vuestro servicio; y toda la comunidad por consejo de nuestro párroco, pasó á pedirle perdon y besarle la mano al correjidor. Al siguiente dia tuvimos misa de gracia y sermon, en el que se nos esplicaron todas nuestras obligaciones, y olvidados como cristianos y vasallos de V. M. de todo resentimiento, dimos cuenta á la Real Audiencia de estos acaecimientos. Es verdad que de algunos pueblos fueron los indios trayendo á varios gobernadores parciales del correjidor, y de quienes habian recibido estraños perjuicios; pero tambien es cierto, Señor, que en el instante que nuestro cura y su teniente Dr. D. Mariano Vega, salian á recibirlos con obsequios y con amor, se los entregaban á todos, y los condu

HISTORIA-39

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