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Rejente y Alcalde del crímen de la Real Audiencia que reside en esz ta ciudad de la Plata.

Ignacio Flores.

Sebastian de Velasco. Estevan de Losa, Escribano de S. M

CERTIFICACION DE LAS JUSTICIAS.

Yo, Estevan de Losa, Escribano de S. M, y actuario de las causas de guerra, certifico, doy fo y testimonio de verdad, á los Señores que la presente vieren, en cuanto puedo y há lugar en derecho, que hoy dia de la fecha en esta plaza pública, estando toda la tropa arreglada, fueron sacados los 41 reos contenidos, de los cuales Nicolás Catari, Simon Castillo, Pascual Tola, Sebastian Choque, Antonio Cruz, Toribio Rios, y Tomasa Silvestre, fueron ahorcados en una horca, hasta que al parecer naturalmente murieron; y los treinta y cuatro fueron arcabuceados y muertos. Y para que conste doy lą presente en esta ciudad de la Plata en 7 de Mayo de 1781.

Estevan de Losa, Escribano de S. M.

EXCMO. SEÑOR,

Muy Señor mio:

Al mismo tiempo que se han repetido sucesos muy trágicos en unas y otras provincias de ambos vireynatos y de ser frecuentes, estas lamentables noticias, noto y con razon que limitadas á solo él hecho mas ó ménos individualizado é instruido, no se esplica el origen de que proceden. Ello es cierto, que la religion en el vasallage, la sociedad y cuantos sagrados respetos deben considerarse, todos se han atropellado con osada inhumanidad, que acaso no tiene ejemplar: por lo mismo ha repetido las mas estrechas órdenes, para que de cada acontecimiento en particular, y de todos en comun se ingiera la causa, con especial cuidado si dimanan de algun extrangero influjo, que los precipita á tantos desórdenes,

Hasta ahora y con generalidad se atribuyen á distintos motivos de opresion, que advierto se varían segun los intereses de cada uno. El rebelde Tupac-Amaru, en sus edictos y convocatorias. declama contra los repartimientos de Correjidores, en los que sus especies y cobranzas segun algunos informes, se han gravado sobre manera á los indios con los tributos, mita y servicio personaen obrages; y

los diversos pasquines fijados en las mas ciudades del Vireynato, sin esclusion de lacapital, principalmente inculcan sobre las nuevas disposiciones, aduanas, derechos y estancos: que á la verdad han causado un casi general desabrimiento á estos comercios y vecindarios: siendo constante que el movimiento de la ciudad de la Paz fué dirigido contra aquella aduana; si bien influyó mucho el mal método, peores modos, y en aquella oficina y acaso en otras no hay otro espíritu que el de engrosar sus ingresos; y así han cobrado derechos á los indios de los frutos de su crianza y labranza, al vecino aun de lo que saca para el vestuario de su familia, con otras exacciones indiscretamente manejadas que adelantan poco, y desabren hasta lo

sumo.

No ha influido ménos la novedad de empadronar los cholos y zambos: asuntos que siempre ha causado graves revoluciones en él reino: la de exigir el derecho de alcabala de todos los negros que hay en él. no justificando sus amos haberla satisfecho antes con otras providencias que ha adoptado el Visitador: pues aunque aquellas son justamente conformes á las leyes fundamentables de estos dominios, no era tiempo de remover tales especies; y yo lo que infiero es, que á mas de que toda novedad en estos particulares es muy mal recibida, y principalmente precedida la general libertad de tantos años, há contribuido mucho el no haberse introducido con maña é intermision. Creería haber faltado á mi obligacion, si á vista de tantas alteraciones, no apuntase con ingenidad las causas á que generalmente se atribuyen, y habiendo auxiliado estos establecimientos por cuantos medios y arbitrios me han sido posibles, tengo por lo mismo confundido cualquier contrario concepto, que solo puede inducirme una constante fidelidad y el justo deseo del mejor servicio del Rey, cuyo real ánimo se servirá VE. instruir.

Dios guarde á VE. muchos años. Montevideo 30 de Abril de 1781. Juan José de Vertiz.

Excmo. Sreñor D. José de Galvez.

OFICIO DEL REJENTE DE LA AUDIENCIA DE CHARCAS AL VIREY DE BUENOS AIRES, CON INCLUSION DEL INFORME DEL CURA DE CHALLAPATA EN QUE DÁ NOTICIA DE LA MUERTE QUE DIERON LOS INDIOS DE PÁRIA Á SU CORREJIDOR.

Excmo. Señor:

Por el adjunto testimonio de la carta escrita por el cura de Chayapata, provincia de Pária, á este Ilustrisimo Señor Arzobispo, se impondrá VE. del trágico fin de aquel Correjidor y de su gente. La

provincia queda acéfala, sin juez que gobierne á nombre de S. M. El Justicia Mayor que yo pueda nombrar, entretanto que V. E. se sirva elejir persona que ejerza este empleo, dificulto lo pueda hallar: pues el recelo que ahora asiste es, de que los demas pueblos de aquella provincia se insolenten mayormente: el fuego de rebelion y de inquietud puede tomar mayor incremento. Solo el brazo fuerte de V. E. puede contener tan perniciosas resultas, proveyendo del necesario remedio. Estos daños no se pueden evitar con solas providencias juiciosas de esta Real Audiencia. Se necesitan fuerzas se= guras, y no las contingentes de estas milicias. V. E. enterado de tan lamentable estado, expedirá las providencias que tuviere por mas oportunas.

Nuestro Señor guarde á V. E. muchos años. Plata 28 de Enero de 1781.

Excmo. Señor.-B. L. M. de V. E. su mas atento servidor.

Gerónimo Manuel de Ruedas.

Excmo. Sr. D. Juan José de Vertiz.

INFORME.

Ilustrísimo Señor:

El doloroso y extraordinario suceso que se ha esperimentado en este su beneficio, me precisa y obliga á darle parte á US. I. como el Sr. Corregidor de esta provincia de Paria se condujo á este pueblo con estrépitos, trayendo en su compañia cerca de sesenta ó setenta soldados, armados con bocas de fuego y otras muchas armas ofensi→ vas, estando el pueblo sosegado; y teniendo noticia esta gente como el Domingo 14 del presente amaneció aquí dicho Sr. Correjidor, y que habia prendido los alcaldes pasados, y al gobernador que la comunidad habia elegido el Lunes 15 á cosa de las 9 ó 10 del dia, se divisaron muchos indios en el cerro, y que venian tocando cornetas y sonando sus hondas; y viendo esto el Sr. General mandó á su capitan que arreglase a su compañía, poniendo en cada esquina de la plaza un capitan con los soldados que le correspondian, y luego que los indios divisaron que ya los soldados se armaron, me suplicaron interpusiese mi respeto para con el Sr. General, diciéndole que diese soltura á los presos que tenia, y que ellos se retirarian, y no habria la menor novedad. Al instante pasé para la plaza, en compañía de mi ayudante, y habiéndole suplicado encarecidamente (como decía la gente) que largase á los presos y que entonces se sosegarian ellos, estando prontos á pagarle un reparto; dicho general

HISTORIA 45

luego que le hice esta súplica, se vistió de grande furor y me respondió que primero daria la cabeza que largar á los presos, y que al instante los ahorcaria y pasaria á cuchillo, como en efecto, al instante mandó poner la horca, y por haber yo suplicado tanto, me perdieron el respeto sus soldados y su capitan, y no hubo forma de largarlos, por mas instancias que hicimos. Viendo esta gente su obstinacion, empezaron ya á bajar de los cerros con gritería, y rodeando á los soldados por todas partes, empezaron á despedir piedras como granizo, como tambien los soldados despidiendo sus balazos. En medio de tanto rigor estuve yo siempre sosegando á la gente; pero ya no era posible, y durante el combate con tanta fuerza cosa de dos horas y algo mas, viéndose ya los soldados que se perdian, y que ya no tenian valor para sufrir la furia de los indios [que hasta aquel entónces ya habian muerto diez soldados], ganaron todos los restantes, como el Señor General, la iglesia, y luego que se acojieron á ella, saqué á Nuestro Amo á la plaza con la decencia correspondiente, exhortandoles á que se sosegasen, y luego que nos volvimos á la iglesia con el Santísimo Sacramento, mandé cerrar las puertas de ella con toda la madera que tenia. Al instante que nos encerramos, acometieron todos, hondeando las puertas de la iglesia, y ya sacaban muchas astillas con tanta piedra, y por mas que les predicaba con el fervor y espíritu que la materia del caso pedia, y que respetasen la casa de Dios, no era posible, diciéndome que solo querían al Sr. General, y que de lo contrario pereceriamos todos dentro de la iglesia, y que ya intentaban derribar las puertas á pedradas. Y viendo que estaban cometiendo este desacato tan grande, dispusimos sacar segunda vez á Nuestro Amo para ver si se aquietaban; y así se ejecutó, saliendo juntamente con el Sr. General que lo teniamos en medio. Luego que salimos á la puerta, el Señor General se hincó con mucha humildad, y con las lágrimas en los ojos les pidíó á todos los indios perdon, como tambien les dijo que les perdonaba todo el reparto. Nada les movió á estos, porque nos rodearon por atrás del palio muchos indios, y echándole mano del pelo dieron en tierra con el Sr. General y con el Padre que tenia el Santísimo Sacramento en las manos, por haber estado el Sr. General acogido de Nuestro Amo, y yo que estuve con un Santo Cristo predicándoles. Y despues de haber cometido este tan lamentable desacato, lo llevaron al Sr. General á la plaza, donde con tan grande inhumanidad lo mandaron degollar con su mismo esclavo, para cu

yo efecto lo habian apresado y amarrado en el rollo á este su esclavo. No hay palabras con que poder esplicar tanta inhumanidad, y lo mas lamentable es no haber tenido estos bárbaros el debido respeto y veneracion á tan Soberana Magestad. A los demas soldados que quedaron los perdonaron, por conocer que ellos no tenian la culpa, y que dicho Sr. General los condujo con engaños, y así los dejaron irse libres, aunque quitándoles cuanto tenian.

No prosigo relacionando todo lo demas acaecido por no molestar

los castos oidos de US. I., y solo lo dejo á la narracion larga que le comunico á mi primo, el Sr. Dean, quien le participará de todo. Tambien doy noticia á US. I., como un soldado mató á otro de un balazo que habia tirado de la iglesia al cementerio, por tirar á un indio, y el soldado que venia á refugiarse á la iglesia cayó muerto. Por cuyo desacato y los anteriores, y que ya no se puede celebrar, he dispuesto mudar el Santísimo Sacramento á la capilla de San Roque, que está en el canto del pueblo, donde continuaré celebrando hasta acabar la que estoy haciendo, que ya la tengo en estado de techarla; y solo espero cesen las aguas, y que esté Nuestro Amo con la decencia debida á tan Soberana Majestad. Para mudarme á la otra capilla pretesté con el mayor disimulo, diciéndoles á estos indios, que la iglesia estaba próxima á caerse; y viendo esta gente que nos mudabamos á San Roque, han tenido mucho sentimiento, diciéndome que todavia la iglesia no estaba en estado de caerse, por haberla yo reparado y compuesto. Entónces les espliqué como no se podia decir misa en la iglesia por los desacatos que se habian cometido, hollando el respeto del Santísimo Sacramento por los suelos, y al ministro que lo tenia en las manos, y que estaba violada del todo; y les he dicho con claridad que yo no tengo facultad para bendecirla, sino que US, I. la tenia; y que mientras que ocurriese á US. I. (para que moviéndose á piedad de esta miserable gente, espero de su benignidad me la concederá) tuviesen paciencia, y que ya ocurria para practicarlo, segun el ritual romano lo manda. No hay tradicion de que esta iglesia hubiese sido consagrada por ningun Sr. Arzobispo ni Obispo, y estoy dispuesto á todo lo que US. I. me instruyese para practicarlo y aquietarlos en alguna manera.

Teniendo el ánimo tan acribillado para poder residir en este su beneficio por tanto alboroto que reinaba, resolví mudarme á uno de los dos anexos; y teniendo la gente noticia de esta mi determinacion, vinieron todos los principales y todos aquellos mas cristianos varones y mujeres, y postrados de rodillas con lágrimas y alaridos, me impidieron la resolucion que tenia; y por aquietar los ánimos, y juntamente el temer el que tal vez pase del cariño al rigor, me he quedado sujeto siempre á las superiores órdenes de US. I., suplicándole, por ahora, me conceda licencia para irme á curar, que há meses estoy padeciendo unos dolores extraordinarios del pecho, que creo de su acreditada piedad me la concederá, quedando yo siempre adicto á sus susperiores preceptos, con fina obediencia y voluntad: con la que quedo pidiendo á Nuestro Señor guarde la importante vida de V. S. I. muchos años. Challapata y Enero 18 de 1781. Ilustrísimo Señor.-B. L. P. de US. I., su mas rendido capellan.

Dr. Juan Antonio Beltran.

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