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PARTE DE D. JOSÉ RESEGUIN AL VIREY DE BUENOS AIRES, SOBRE LA SUBLEVACION DE SANTIAGO DE COTAGAITA.

Excmo. Señor:

Señor: Desde la villa de Tupiza pasé con la tropa de mi mando al pueblo de Santiago de Cotagaita, en donde encontré aprehendidos mas de 60 reos, por las compañías del regimiento de milicias del mismo pueblo, á quien formé causa, y habiendo hallado confesos y convictos á nueve de haber hecho muertes, ser cabezas de motin y haber publicado los edictos de Tupac-Amaru, los mandé ajusticiar, arreglándome á las instrucciones que me tiene dadas Don Ignació Flores; y á los demas les mandé dar 200 azotes, y para escarmiento los tuve durante el castigo presentes.

En la villa de Tupiza se ajusticiaron 23, y el que menos confesaba dos muertes. D. José Vilar aprehendió trece en su destacamento, que habian cometido los delitos mas atroces, como son, querer degollar á su propio cura, haber muerto en la puerta de la iglesia á D. Francisco Carbonel, haber saqueado los minerales de Ubina, con otros infinitas delitos. Los principales de este levantamiento fueron tres hermanos que tomaron los nombres, el uno de Tupac-Amaru los otros dos de Catari, y como los indios siguen con suma facilidad á cualquiera que levanta el grito, consiguieron formar partido y hacer cuantas atrocidades llevo expuestas, acompañadas de trece

muertes.

y

Tambien fué comprendido en los ajusticiados de Tupiza, Pedro de la Cruz Condori, que se apellidaba embajador de Tupac-Amaru. Era gobernador del pueblo de Cerrillos y tenia consigo mas de 4,000 indios: esparcia edictos bastante arreglados: se hacia respetar con teson, y los indios le tenian tanta veneracion que se arrodillaban y postraban en el suelo cuando le veian. A él estaba unido, segun citan casi todas las declaraciones de los reos, el presbítero D. José Vazquez de Velasco, el que ha confesado delante de mí, haber formado algunos edictos en nombre de Tupac-Amaru; y á dos de los reos que fueron al suplicio les habia puesto los evangelios sobre sus cabezas, para que tuviesen felicidad en las empresas de su nuevo rey. Tambien le acusó tenazmente al citado gobernador Pedro de la Cruz Condori, de todo lo que di parte, y se me dió la órden del Sr. Arzobispo de la Plata por medio de D. Ignacio Flores, para que le formase causa, y lo remitiera á disposicion de V. E. á esa capital; pero como era preciso para esto detenerme mucho, he cometido la comision á D. Antolin de Chava, para que remita a V. E. la causa y el reo,

HISTORIA-46

Con las justicias ejecutadas, las prisiones hechas, y los destacamentos que destaqué á todas partes de la provincia de Chichas, las disposiciones y arreglo de las milicias que he dejado á sueldo, entresacando aquellos mozos de mas confianza y vigor, y un destacamento que tambien ha quedado de tropa veterana, á las órdenes de D. Joaquin de Soria en el citado pueblo de Santiago de Cotagaita, queda enteramente pacificada y quieta toda aquella provincia, por donde he tenido la satisfaccion de ver transitar por ella los pasajeros sin el menor recelo, cuando á mi arribo nadie salia de sus pueblos y todos abandonaron sus domicilios, luego que supieron estaba inmediata la tropa con ánimo de seguirla; pero por fin he podido persuadirlos, y hacerlos establecer en sus casas y haciendas con la misma tranquilidad que permanecian antes.

Lo único que puede recelarse es, que los rebeldes de la provincia de Lipes intenten algun insulto contra la de Chichas, porque aquella provincia no ha podido sujetarse; pero estoy persuadido que las fuerzas que quedan arregladas son no solo suficientes para contenerlos, sino para atacarlcs, como lo dejé dispuesto y coordinado, para que lo practicase el destacamento que quedó en el precitado pueblo de Santiago, unido con las milicias de Santiagueños, Suipacha, Tarifa y Mojo, con el fin de ver si se les puede dar un golpe y libertar á la correjidora, à la cual tienen vestida de india, atropellada y llena de miserias, habiendo robado mas de 40,000 pesos, así al Correjidor como á la real hacienda.

Aseguro á V. E. que he tenido particular satisfaccion en ver obrar a la oficialidad y tropa, que han manifestado la mayor constancia convidándose para todo; han sufrido con indecible fortaleza las fatigas de los caminos penosisímos por unas sierras inmensas, muchas veces sin tener que comer ni beber, y aguantando lo destemplado de sus climas con la mayor serenidad y alegría en el semblante.

A todas estas satisfacciones se me ha agregado el sentimiento de ver atacados de una epidemia de tercianas á mas de una tercera parte de mis valientes soldados, de la que nos hemos libertado los oficiales. Yo hace mas de veinte dias que estoy con ellas, y en resumen solo me han quedado sanos D. José Villar, D. Joaquin de Soria y D. Santiago Moreda; por cuyo motivo hé desistido de entrar en Yura, pueblo alborotado y separado diez y ocho leguas del camino. Pero segun carta que recibo hoy del gobernador de Potosi, me asegura que habian hecho tanta impresion los castigos, y el haberse dejado ver los destacamentos mios en tantas partes, que muchos pueblos que estaban algo conmovidos y que repugnaban pagar los reales tributos, se habian presentado sus gobernadores y curacas, sumisos y obedientes, ofreciendo permanecer quietos y leales.

Esto es cuanto puedo comunicar á V. E. y deseo infinito restablecer cuanto antes mi antigua salud, para obrar con aquella actividad natural á mi génio, en tanto que pido á Dios dilate la vida de

V. E. los muchos y felices años que necesito. Cayza y Abril 15 de 1781.

Excmo. Señor

Excmo. Señor D. Juan José de Vertiz

José Reseguin.

OTRO PARTE DE D. JOSÉ DE RESEGUIN
DE BUENOS AIRES, SOBRE LA SUBLEVACION DE LÀ
PROVINCIA DE TUPIZA.

AL VIREY

Excnio. Señor!

Señor: El dia 13 alcancé el destacamento de D. Sebastian Sanchez y á causa de la sublevacion de esta provincia, no seguí la posta hasta la ciudad de la Plata. Unido á la tropa, tomé el mando de ella, continué la marcha hasta el pueblo de Mojo, en que llegué el 16 á medio dia: en él supe todas las circunstancias de la sublevacion de este pueblo, acaccida la noche del 6 al 7, en que los amotinados incendiaron la casa del Correjidor Don Francisco Javier de Prado, le quitaron la vida, y al siguiente dia continuaron con tanta Inhumanidad, que obligaron á desenterrar el cadáver, le sacaron de la iglesia, y le cortaron la cabeza, é intentaron llevarla á la ciudad de la Plata. Pero el indio gobernador del pueblo de Santiago, Agustin Soliz, se la quitó y la enterró en la iglesia de su pueblo con la debida solemnidad. Tambien fueron vietimas del furor de los sublevados las vidas de D. Luis Velasco, Escribano del Correjidor, la de D. Francisco Serdio, y la de D. Salvador Pasi, hacendado de Salo, á quienes tambien robaron todas sus haciendas y bienes.

Durante la marcha desde Jujui á Mojo, encontré al Marqués del Valle de Tojo, con toda su familia, que iba fujitivo de su casa y hacienda, temeroso de los presentes alboretos. A poca distancia me hizo avisar el cura de Cochinoco y Casabindo, lugares pertenecientes al citado Marqués, que ambas poblaciones estaban "sublevadas. El 14 encontré al cura de Santa Catalina, huido, y á poco rato supe que aquel lugar estaba sublevado, y que se publicaban en él bandos y edictos en nombre de José Manuel Tupac-Amaru: lo mismo ha sucedido en las gobernaciones de Estarca y Tarina, aunque el gobernador de la última no ha querido admitirlos ni obedecerlos, y ha logrado contener su pueblo.

Toda esta fermentacion, y el haber adquirido noticias de que uno de los Cataris queria invadir esta provincia con un cuerpo considerable de indios, me hicieron determinar la detencion de la marcha y concebir la idea de contener á los rebeldes, hasta que Don Ignacio Flores (á quien he despachado un espreso) avise lo que de

bo ejecutar: con la consideracion de que, siendo toda la provincia paso preciso para los correos y demas viajeros de Jujui a Potosí y la Plata, se interceptaba enteramente la comunicacion y se imposilitaba poder dar á V. E. los avisos necesarios y el paso de los víveres que de continuo caminan á las dos ciudades citadas, si los amotinados se apoderaban del tránsito.

Atendiendo, pues, á todas estas circunstancias, y á la necesidad que hay de mantener libre la comunicacion, resolví ponerme en marcha para el Tambo de Moraya, a donde llegué el mismo dia 16 por la tarde, y teniendo allí anticipadas las caballerías necesarias que me facilitó el citado pueblo de Mojo, se mudaron las en que ibamos montados y forcé una marcha de diez leguas para amanecer el 17 sobre aquel pueblo, que hice cercar con cuatro partidas mandadas por oficiales, á fin de que no saliese ni entrase nadie, mientras sorprendia con lo restante de la tropa á los principales agresores del levantamiento. En efecto, antes de las diez del dia se habia conseguido prenderlos todos, y he mandado á D. Santiago Moreda les forme sumaria en términos militares, por carecer este pueblo de sugeto que pueda hacerla con las circunstancias de la justicia ordinaria.

Por D. Juan Domingo de Reguera, que ha llegado ahora fugitivo, y por otros avisos, acabo de saber que Dámaso Catari se hallaba en el ingenio del Oro, distante nueve leguas de este pueblo, y que ha saqueado los minerales de Vetillas, Tatasi, Portugalete y Chocaya, y que en estas correrías han muerto hasta once personas; pero que habiendo sabido la llegada de la tropa, le iban abandonando sus secuaces, y se disponia á hacer fuga con los pocos que le quedaban; por lo que he dispuesto salga inmediatamente D. José Villar con 15 hombres de tropa veterana y 40 de la compañía de la villa de Tarija, y tambien el Sargento Mayor del regimiento de esta villa, con gente de su cuerpo, para que por distintos caminos se reunan y procuren la aprehension del citado Catari, le destruyan la poca gente que le acompaña, y recuperen, si es posible, la plata y alhajas que haya robado.

Incluyo á V. E. algunos de los papeles que he aprehendido esparcidos por los sublevados, y me quedo con los que pueden servir para la formacion de la causa; y como estos indios se conmueven con tanta facilidad á vista de cualquiera papel, pienso escribir á todos los gobernadores, segundas y curacas de los pueblos de esta provincia, exhortándoles a que sean leales vasallos de S. M. y que prendan á cualquiera que se presente con semejantes papeles, y que me lo traigan asegurado, porque de lo contrario esperimentarán el rigor de las armas del Soberano: con lo que espero hacer aprehension de los autores de ellos, pues con solo saber estaba el destacamento inmediato, se han presentado muchos, y me los han entregado voluntariamente.

Tambien he mandado formar inventario de los bienes que se han

podido recojer del difunto correjidor, los que depositaré en poder de D. Manuel Montellano, vecino minero de este pueblo, para que sea responsable de todo, cuando V. E. disponga lo que se debe ejecutar con ellos, y remitiria a V. E. copia de dicho inventario, á no ser que no haya podido concluirse.

De todo tengo dado parte á D. Ignacio Flores, preguntándole lo que quiere que haga con los reos aprehendidos; y en caso sea conveniente pase adelante, la detencion solo habrá consistido en cuatro dias, pues he mandado seguir los equipajes á Santiago de Cotagaita con 50 hombres, al cargo de D. Joaquin Salgado, á fin de que si acaso debe marchar la tropa, pueda en un dia llegar á dicho pueblo, y continuar á la ciudad de la Plata.

Desde luego tengo la satisfaccion de poder participar á V. E., que con solo estas disposiciones he podido contener se sublevasen los pueblos de Mojo, Talina, Tarifa, Santiago y los restantes de la provincia y comunidades de indios inmediatas á esta villa, las cuales estaban en el crítico instante de seguir el pernicioso ejemplo de las demas, por lo que espero que V. E. tendrá á bien la detencion que hago en este pueblo, y me aprobará la conducta que he seguido, habiéndome parecido todo preciso en las actuales circunstancias. Acaban de avisarme que los indios de los Altos quieren juntarse y venir a libertar los reos que tengo asegurados; y sin embargo de que estoy persuadido no se han de atrever á semejante atentado, por el respeto que tienen á la tropa, tomaré las mayores precauciones para evitar todo insulto, y en caso que lo intenten y viese podian hacer fuga por algun accidente, mandaré que les quiten la vida antes que puedan recobrar la libertad.

Inmediatamente que reciba la respuesta de D. Ignacio Flores, me arreglaré á sus disposiciones, y continuaré avisando a V. E. las resultas.

Deseo que Dios guarde la vida de V. E. los muchos y felices años que deseo. Tupiza 18 de Marzo de 1781.

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Señor: Los alborotos del Perú se hicieron al cabo trascendentales á mi provincia, en términos que los ejemplares de Paria, Lipes y

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