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quien recomendarle bajo de todo sijilo. Luego que me lleven à la Rioja, pretendo buscar alguna asistencia de hombres voluntarios que me sigan, y caminar por la parte de San Carlos, en cuyo inter podrá US. ordenarme lo que podré ejecutar con esta gente, si viva ó muerta la deberé aprehender, haciéndome de alguna gente y armas ventajosas, pues al presente carezco de uno y otro.

Cerca de los Manantiales del Tucuman, el dia de ayer por la tarde nos encontraron los soldados que van llamados para entregar las casacas y armas, y juntándose con los que me llevan preso, se dieron unos alaridos de vivas que no habia como sufrir, y luego viéndome á mí, á mi Maestre de Campo y Ayudante, me pifiaron con decir: aquí están los cautivos, y me hallo tan sumamente avergonzado, que no sé como desviarme de esta gente, porque no me dan lugar el mas mínimo, y voy gobernado por ellos como les dá la gana.

El bizcocho sobrante de vuelta no los veo tocar, á excepcion de las mulas, que supongo las tiran á fundir, segun carretean en ellas, y hasta aquí no me han dicho que mira tienen en razon al dinero recibido de sueldo anticipado segun mandó V. E. En logrando la ocasion de libertarme de este cautiverio, comunicaré á US. por estenso el estado de las cosas, y con la sumaria informar de lo acaecido para resguardo de mi honor y conducta.

Nuestro Señor guarde á US. muchos años. Rio de Arnillas y Abril 6 de 1781.

Señor.-B. L. M. de US. su atento súbdito y apasionado. Juan José de Villafañe y Dávila. Señor Gobernador y Capitan General D. Andrés Mestre.

Excmo. Señor:

Señor: Por la última que escribí á US. con inclusion de varlas cartas del Cabildo Gobernador de armas y Oficiales reales de esta ciudad, se impondria de la situacion en que se hallaba, y que la mayor parte de la gente comun estaba rebelada, y tan en favor de los indios que los empeñaron á poner en ejecución el proyecto de rendir el fuerte del Rio Negro y pasar inmediatamente á tomarla, cometiendo los execrables insultos que premeditaron. Para reparar este peligro libré las correspondientes órdenes para que se averiguase de qué sujetos procedia este atentado, interin yo daba las convenientes disposiciones de que llegase á tiempo un competente socorro; pero como este me fuese imposible anticiparlo con la gente de Salta por estar divertida en la fortaleza del Chaco y otras quebradas, donde debia poner la mayor fuerza para resistir las invasiones de estos indios que se hallaban conmovidos con la noticia de la sublevacion de Tupac-Amaru, y armándoseme me fué forzoso acudir al asilo de los veteranos, que los consideraba en marcha desde el Tucuman, para que doblasen las jornadas despaché al Correjidor de Chayanta, Capitan de ejército D. Joaquin de Alós, que se hallaba en Salta, para

qué espresase al Comandante D. Cristoval Lopez la urgente necesídad que habia de que adelantase la compañía de granaderos, á fin de contener el furor de los indios y crecido número de cristianos que habia entre ellos. Y con efecto fué tan eficaz su diligencia, que en tres dias y medio caminaron 80 leguas, y habiéndose internado hasta el Rio Negro con las dos compañías de milicianos de Santiago, llegaron á tan buen tiempo que impidieron la reduccion del fuerte que estaba cercado, cuyo comandante se hallaba determinado á cntregarse por habérsele desertado la mayor parte de los partidarios que tenia de dotacion, pasando estos á la faccion de los indios, y se consiguió introducirles socorro; y avanzando á los indios mataron hasta 9, entre ellos dos cristianes de los rebeldes, y solo con la desgracia de haber muerto el capitan de las compañías de Santiago D. José Antonio Gorostiaga de un golpe de lanza, á los cuatro dias de su herida.

Como esta funcion fuese antes de amanecer, tuvieron tiempo á propósito para hacer fuga y refugiarse con la espesura de un monte que dificultó la aprehension; y sin embargo que se hicieron varias diligencias para hacerlos salir, no pudo conseguirse, porque quedaron tan escarmentados que ninguna oferta fué bastante á reducirlos. Quedando encargado el doctrinero en volverlos á reduccion, se puso la tropa en marcha para esta ciudad; pero á pocas leguas que caminamos les alcanzó chasqui del comandante del Fuerte para que retrocediesen, por haber llegado una manga de indios Matacos que venian convocados de los Tobas para unirseles y verificar sus primeras intenciones.

Estas novedades me hicieron apresurar mi salida de Salta y habiendo llegado á esta el 16, se me dió noticia que el Comandante D. Cristoval Lopez y Gobernador de armas D. Gregorio Zegada, habian logrado avanzar á dichos Matacos y apresar el número do 65 bien armados, 12 pequeños y 12 mujeres, la vieja que traian por adivina, y que los conducian á la ciudad. Pero considerando el disgusto del vecindario, las ningunas proporciones de asegurarlos y trasportarlos al interior de la provincia, sin un crecido costo de la real hacienda, y que en caso de traerlos era inevitable que escapándose uno u otro se volviesen á sus paises, y sirviesen estos de guia para conducir á los otros por estos caminos, que hasta hoy los tienen ignorados, con los que tendrian en continua alteracion esta ciudad, y finalmente que la intencion de estos fué la de ayudar á los Tobas, y poner en obra sus proyectos, incurriendo en la ingratitud que otras ocasiones, sin hacer aprecio de la compasion con que se les ha mirado siempre, manteniéndolos aun sin estar sujetos á reduccion, y que su subsistencia sería sumamente perjudicial, los mandé pasar por las armas y dejarlos pendientes de los árboles en caminos, para que sirva de terror y escarmiento á los demas; y se ha visto el fruto, pues los Tobas han dado muestras de arrepentimiento, y se han vuelto la mayor parte de ellos á su reduccion.

Conclusa esta diligencia, llamé los autos que se siguieron á 30 cristianos criollos y avecindados en esta jurisdiccion, por cuyas confesiones resulta probada la sublevacion, y averiguado el proyecto de atacar á Jujui y apoderarse de las familias y caudales. En cuya virtud, con dictámen y parecer de mi Asesor Dr. D. Tadeo Dávila se condenaron diez y siete á muerte, en los términos que verá V. E. por la copia de la sentencia adjunta, cuya justicia se ejecutó ayer 23, quedándome el desconsuelo de no haber podido merecer al principal caudillo Quiroga, autor de esta máquina, á un Suarez y a un Erazo, quienes andan prófugos, segun se dice, separados de los indios por el recelo que es regular tengan de ellos por haberlos seducido; pero se han despachado las correspondientes requisitorias en su solicitud, y hallados, procederé conforine á su mérito como tambien á los demas que se vayan aprisionando.

Estos alborotos, y la poca defensa que puede hacer esta ciudad, así por su corto número de vecinos, como por la poca satisfaccion que se tiene del comun de los moradores de su jurisdiccion, y el fundado temor de juzgarse entre los indios hasta 200 ó mas criollos, me ha precisado á dejar de gnarnicion 100 milicianos del Valle: los 50 en el Fuerte del Rio Negro, y los otros 50 en esta ciudad, que irán mensualmente relevándose, pues de otro modo no será fácil resistir cualquiera avenida, y presumo que el miedo haga desamparar á muchos sus casas, y trasladarse á otra ciudad.

Bien considero, Excmo. Señor, necesita esta plaza una compañía de veteranos que la custodie por ser fuerza precisa, pero reflexionando el destino que llevan, no me he determinado á tomar resolucion, y aunque V. E. me reconviene que, conteniendo mi provincia el número de 20,000 individuos de armas, se admira como no puede sacarse el necesario para su defensa, debo representar que solo la experiencia y conocimiento de su condicion y calidad, podria acreditar la ninguna confianza que nos prometen, y que á proporcion es muy corto el de los sujetos de estimacion y verguenza que sepan servir al Rey, y los demas nos hacen tener mas cuidado que los enemigos, sin saber en que consiste la alteracion que ha causado á la gente comun el maldito nombre de Tupac-Amaru.

Yo he tomado cuantas providencias me han parecido útiles á proporcionar las mejores defensas, y aseguro á VÊ. que mi pensamiento está en continua guerra para recapacitar los medios mas ventajosos a sostener una resistencia capaz de escarmentar al enemigo, pero es poca la gente de honor, y muchos los parajes á que necesita descatarse. Por fin, he puesto 200 hombres en la frontera del Chaco, y el fuerte bien municionado: envié 50 á la Quebrada de Toro, y otros tantos á la de Calchaqui para el resguardo de aquellas bocas: y en fuerza de la convocatoria que hizo Dámaso Catari á los pueblos de Rinconada, Cochinoca, Santa, Catalina y Casavindo (de que me dió notica el cura D. Jose Torino), despaché 100 hombres al mando del Sargento Mayor D. Apolinario Arias para que los corriese, y que

dando vuelta viniese á parar hasta la boca de Chichas, á fin de que este refuerzo amedrente los á naturales de dichos pueblos, que sin embargo de la prision de dicho Catari pudieran incomodarnos.

No puedo menos que hacer presente á V. E. el particular mérito que ha contraido en esta ocasion el Comandante D. Cristoval Lopez, tanto por el empeño que se reconoció en la marcha que hizo desde Tapia á Jujuy, como en el avance del fuerte del Rio Negro, que dista de esta 23 leguas: cuyo anhelo y acertadas disposiciones redimieron á estos moradores del furor de los indios y rebeldes, que por instantes esperaban su último fin. Y habiéndole dejado el mando de las armas de esta ciudad al capitan D. Mariano Ibañez, que se adelantó á prevenir las provisiones para la marcha, le desempeñó con honor, tomando las precauciones convenientes á la ciudad, instruyendo, lo mejor que prometia la brevedad del tiempo, á la guarnicion miliciana que quedó, en el manejo de las armas.

Aquí quedan quince hombres con un sargento enfermos, que pasarán con el primer destacamento que venga, si se hubiesen restablecido. Una compañia que esperaba del partido de Belen, jurisdiccion del Valle, se alzó con insolencia, y otra de la Rioja que llegó hasta Tapia, jurisdiccion del Tucuman, se volvió á ejemplo de los Tucumanos, cometiendo las iniquidades que V. E. verá por la adjunta, cuyos hechos harán creer á V. E. que aunque tiene 20,000 hombres la provincia, son los mas de esta naturaleza é inclinados á la libertad y flojera, de que provienen los mayores daños.

Nuestro Señor guarde la importante vida de V. E. muchos años Jujui y Abril 24 de 1781.

B. L. M. de V. E., su mas atento seguro servidor— Andrés Mestre. Excmo. Señor Virey D. Juan José de Vertiz.

Señor Teniente D. Manuel Padilla.

Muy Señor mio:-Hoy hacen tres dias que he llegado de la reduccion de Santa Rosa, y de las demas de su circuito, donde he hallado mil novedades de los indios, las que me han puesto en grandisimo cuidado, mayormente la de los Atalias, donde han llegado doce indios de tierras adentro, con la novedad que toda la indiada de adentro se halla haciendo flechas y otras armas en abundancia: y dicen estos indios, que han sabido que las de adentro caminan rio arriba á dar socorro al Rey Inca, todo lo cual lo certifica la carta que escribió el P. Lapa á D. Rafael Bacher, dando aviso de dicha novedad ó albororo: á mas que á mí me consta de vista todo lo dicho. Pero como no hay que fiar en la verdad de ellos, pueden correr esta voz siniestra para mejor lograr sus traiciones en estas fronteras, con la corta inmediacion de 14-leguas líquidas, las que para ellos son 14 cuadras, segun se ha reconocido en las averias que han hecho actualmente: pues en una noche han logrado matar en distancias mas latas, segun tenemos visto en las dos que han habido estos dias,

hechas por los indios de Santa Rosa. Y haciéndome presente el gran cargo en que me dejó su Señoria de Capitan Comandante de. estas reducciones, le supliqué que para el cumplimiento de dicho cargo era preciso se me agregasen las compañias de Quiles, Cortaderas y Tajamar, para con ellas apaciguar cualesquier disturbio ó alboroto que entre dichas reducciones pudieran haber: por lo que teniendo noticia cierta que se halla la compañia de U. citada para socorro para el Rio del Valle, he hallado por conveniente que dicha compañia no camine, para que yo auxiliado de ellas y de las demas agregadas á mi cuerpo, pueda apaciguar y contener los atrevidos impulsos de dicha indiada: siendo preciso para ello que luego de vista esta, la encomiende al Sargento Mayor D. Juan Vidal y Linares, quien, inteligenciado de su contenido, determine lo que hallare por conveniente, dándome pronto aviso para mi gobierno, de la que dejo un tanto para lo sucesivo en todo acontecimiento.

Yo celebraré que V. se mantenga disfrutando del cabal beneficio de la salud, la que ofresco á su disposicion para que me mande en esta Hacienda del Remato y Marzo 28 de 1781.

B. L. M. de U. su mas apacionado servidor—

Pedro Corbalan.

SENTENCIA CONTRA LOS REOS DE LA

POBLACION DE JUJUI.

D. Andrés Mestre, Coronel de los Reales Ejércitos, Gobernador y Capitan General de esta Provincia del Tucuman:-Habiendo visto los autos que se han seguido por las justicias de esta ciudad, por la general sublevacion que se ha esperimentado en la mayor parte de la gente ordinaria, quienes sedujeron á los indios de la reduccion de de San Ignacio de Tobas para que la invadiesen: lo que de facto hubieran practicado á no haber advertido las disposiciones en que se hallaban otros vecinos para contrarrestar sus fuerzas: sin embargo de que dichos autos no se hallan conclusos por los términos de derecho: pero atendiendo á que en causas de esta naturaleza, en que se ejecuta el castigo para que sirva de ejemplar, se contenga la sublevacion, no se deben guardar aquellos trámites sino sentenciar, en vista de sus confesiones, las que se hallan tomadas, y por lo que de ellas resulta: Fallo, que debo condenar y condeno a muerte á los siguientes, que fueron los convocadores; unos y otros que voluntariamente se dieron á la parcialidad de los indios para ayudarles á verificar el proyecto de degollar á todos los vecinos de esta ciudad, sin excepcion de ninguno, sino solamente á los del sexo femenino: cuales son, Lorenzo Serrano, Juan de Dios Maldonado, Francisco Rangel, Melchor Ardiles, Diego Avalos, Mariano Galaza, Francisco Rios, Juan José Almasan, Andrés Lopez, Juan Ascencio Mendoza: quienes por la imposibilidad que hay en esta de ejecutar la sentencia que corresponde á sus delitos, serán arcabuceados por detras como traidores del Rey y la Patria. Por lo que serán sacados á uno de los

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