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Había frecuentado las universidades de Lima y del Cuzco, donde aprendió lo bastante para descollar entre sus iguales. No contento con el cacicazgo, que era hereditario en su familia, solicitó ser reconocido como descendiente legítimo de los antiguos dinastas del Perú, y había ya conseguido reasumir el título de Marqués de Oropesa que habian llevado sus antecesores (3).

Preocupado con sus ideas de venganza, sintió la necesidad de adquirir renombre, y derramó sus caudales para hacerse de clientes. Se puso tambien en contacto con las personas mas influyentes del clero, á quienes pintaba con los mas vivos colores los vejámenes que sufrian los indios. Movidos por sus quejas, los Obispos de la Paz, del Cuzco, y otros prelados del Perú, las habian trasmitido al Rey por medio de Santelices, Gobernador de Potosí, muy inclinado á favor de los naturales, y cuyos sufragios eran de un gran peso por el crédito que disfrutaba en la corte. Cárlos III, príncipe justo, y magnánimo, había acojido con interés estas súblicas, y para atenderlas con acierto habia llamado al mismo Santelices á ocupar un puesto en su consejo de Indias.

Con tan prósperos auspicios, D. Blas Tupac-Amaru, deudo inmediato de José Grabiel, fué á Madrid á solicitar la supresion de la mita y los repartos. Todo anunciaba un feliz desenlace, cuando la Parca truncó la vida de estos filántropos, no sin sospecha de haber sido envenenados.

Solo y expuesto al resentimiento de los que habian sido denunciados, se resolvió Tupac-Amaru á echar mano de un arbitrio violento. Hallábase de Correjidor en la provincia de Tinta un tal Arriaga, hombre ávido é inhumano, que abusaba del poder para saciar su inextinguible sed de riquezas. Hecho odioso al pueblo á quien tiranizaba, fué esta la primer víctima que le fué inmolada. Bajo el pretexto de celebrar con pompa el dia del Monarca, el cacique le atrajo á Tungasuca, donde en vez de las diversiones que esperaba, fué condenado á espiar sus crímenes en un cadalso. Igual

(3) D. Martin Garcia Loyola, sobrino de San Ignacio y Gobernador de Chile en 1593, casó con Clara Beatriz, Coya, hija única y heredera del Inca Sayri Tupac. De este matrimonio nació una hija que pasó á España, donde se enlazó con un caballero, llamado D. Juan Henriquez de Borga, á quien el Rey concedió el título de Marquesa de Oropesa. De esta rama procedía tambien Tupac-Amaru.

suerte estaba reservada al Correjidor de Quespicancha [4], que salvó la vida, abandonando sus ricos almacenes y mas de 25,000 pesos que tenia acopiados en las arcas del fisco.

Estos despojos, repartidos generosamente entre las tropas, dilataron la esfera de accion de estos tumultos. Los funcionarios públicos, siguiendo el ejemplo de los correjidores, que eran el blanco principal de la animadversion de los pueblos, desamparaban sus puestos, y dejaban libre el campo á los amotinados. Sus filas, que se engrosaban diariamente, presentaron pronto una masa imponente para emprender mayores hazañas. Al sentimiento de venganza, que brotaba expontaneamente de todos los corazones, quiso Tupac-Amaru hermanar otro que lo afirmase y ennobleciese. Dos siglos y medio pasados en la servidumbre, no habian podido borrar de la memoria de los indigenas los recuerdos del gobierno paternal de los Incás; grabados en las ruinas del Cuzco, donde moraban sus dioses y descansaban sus héroes, hacian de esta ciudad el objeto de una superticiosa veneracion; y aquí fué donde se dirijió Tupac-Amaru para inflamar el ardor de sus soldados. Detenido en su marcha por una fuerza de milicianos que se habia organizado en Sangarará, los atacó, y obligó á asilarse en el Templo donde se defendieron hasta sepultarse bajo los escombros del edificio que se desplomó sobre sus cabezas?

Esta ventaja, poco considerable en sí misma, dió alas á la anarquía, que se propagó hasta la provincia de Chichas. El foco principal de esta nueva insurreccion era Chayanta, donde dominaban los Catari, hombres populares y atrevidos, que estaban quejosos por la indiferencia con que el Virey Vertiz y la Audiencia de Charcas habian oido sus reclamos contra la escandalosa administracion de Alós, correjidor de aquel partido entonces, y promovido despues al Gobierno del Paraguay. Tomás, el mayor de sus hermanos, desairado por el Virey, cuya justicia habia venido á implorar personalmente á Buenos-Ayres, regresó á su provincia, esparciendo la voz de haber conseguido mas de lo que habia solicitado; y este ardid sublevó contra Alós á todos los indios, que se resistian á pagar los tributos y admitir sus repartos.

(4) Escriben comunmente Quispicanchi, que nada significa. El otro nombre se compone de quespi, que en el idioma aymará corresponde á "cosa que brilla," como cristal, piedra preciosa, &c. y de cancha, "corral".

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El Correjidor se vengó con una perfidia, que hizo mas riesgada su posicion. Imputó á Catari la muerte de un recaudador de rentas, y le envió preso á la Audiencia de Charcas. Desde este momento la sangre corrió á torrentes, y la pluma del historiador se retrae de trazar el cuadro espantoso de tantos excesos. En Oruro, en Sicasica, en Arques, en Hayopaya, fueron innumerables las víctimas. En la iglesia de Caracoto la sangre de los Españoles llegó á cubrir los tobillos de los asesinos. En Tapacarí, pequeño pueblo de la pròvincia de Cochabamba, se quiso obligar á un padre á desgarrar el corazon de sus hijos á la vista de la madre: y la repulsa á tan inicuo mandato, fué la señal de su comun exterminio. Nada fué respetado: ni la edad ni el sexo, ni las súplicas, ni los lamentos libraban de la muerte, y una parte de la poblacion sucumbía al furor de la otra.

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Entre tanto los Vireyes de Buenos-Ayres y de Lima trabajaban de consuno para sofocar la insurreccion del Perú. Varias tentativas de los rebeldes se habian malogrado por impericia de los gefes en quienes Tupac-Amaru habia depositado su confianza. Su muger le habia obligado á volver á Tungasuca, para calmar los terrores que le habia causado la noticia de la salida de las tropas de Lima. ¡Triste y singular presentimiento! Con el Mariscal Valle que mandaba esta expedicion, venia el Visitador Areche-ese hombre feróz, que conculcando los derechos de la humanidad, y ultrajando al siglo en que vivia, debia renovar las escenas de los tiempos bárbaros, en la época en que aun vivian Beccaria y Filangieri!

La ausencia de Tupac-Amaru, aunque momentanea, fué señalada por grandes reveses. Sus tropas, que no habian podido penetrar al Cuzco, fueron rechazadas de Puno, y de Paucartambo. Estos contrastes, y la expedicion de Lima que avanzaba á marchas redobladas, le hicieron advertir todo el peligro de la inaccion en que estaba, y de la que le importaba salir cuanto antes.

Su reaparicion excitó el mas vivo entusiasmo, y las poblaciones se agolpaban en el tránsito para aclamarle. Esta vez ciñó las infulas (llantu) que, segun Garcilaso eran las insignias de la dignidad real entre los Incas. Inexperto en el arte de mandar los ejércitos, se enredó nuevamente en el sitio del Cnzco, del que tuvo que desistir segunda vez, no por la resis

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tencia que le oponía la ciudad, sino por el miedo de ser atacado por la fuerza de Valle. En este estado no le quedaba mas alternativa que salir al encuentro de la columna auxiliadora ó retirarse; prefirió este último arbitrio, teniendo á su disposicion un ejército de 17,000 hombres!

Se replegó hácia la provincia de Tinta, donde no tardó en alcanzarlo Valle, al frente de 16,000 hombres. Le aguardó Tupac-Amaru con 10,000, que fueron arrollados en las inmediaciones de Tungasuca. Hecho prisionero con toda su fa milia, fué llevado al Cuzco, donde expió de un modo atroz el deseo de restablecer la dominacion de los Incas, ó mas bien de sustraer á los indios de la baja é intolerable tiranía de los Correjidores.

No por esto cesaron los males del Perú. Diego y Andrés, el uno hermano, y el otro sobrino de Tupac-Amaru, segundados por Julian Apaso, sucesor de Tomás Catari, continuaron hostilizando á las tropas y á los pueblos. Los sitios que pusieron á Puno, à Sorata y á la Paz, forman los episodios mas interesantes de este drama. La última de estas ciuda des sostuvo dos cercos, que duraron 109 dias, á pesar de hallarse la ciudad embestida por 12,000 indios, dueños de las avenidas y de todas las alturas que la dominan. En este teatro de desolacion brilló el génio activo de D. Sebastian Segurola, sobre el cual gravitaba la responsabilidad de conservar un numeroso vecindario, reducido á perecer de hambre, ó á entregarse al cuchillo de una horda feroz. Solo la firmeza de este gefe pudo librarlo de tan grande infortunio,

Ni fue menos honrosa la conducta de Valle, Flores, y del mas esforzado de todos, Reseguin. Cuando pasó la frontera de Salta, se halló este oficial en el centro de una gran insurreccion que devoraba la provincia de Chichas. Suipacha, Cotagayta y Tupiza, estaban en manos de los insurgentes, que en esta última ciudad habian imitado el ejer lo de TupacAmaru, ahorcando á su Correjidor. Reseguia con un puñado de bravos restablece el órden, escarmienta á los indios, y los pone en la imposibilidad de volverse á lanzar contra la autoridad pública. Su marcha hasta el Cuzco fué una série continuada de combates y triunfos. Llegó en circunstancias que el sitio de Sorata habia tenido un horrible desenlace. Irritado Andrés Tupac-Amaru de la obstinada resistencia que le hacian sus habitantes, á quienes amagaba con un ejér

cito de 14,000 hombres, recoje las aguas del cerro nevado de Tipuani, y cuando las vió crecer en el estanque que habia formado en un nivel superior á la ciudad, rompe los diques, é inunda la poblacion, destruyendo de un modo irresistible todos sus medios de defensa.

Quedaba la Paz cercada por segunda vez por la famosa Bartolina, muger ó concubina de Catari. Valiéndose del arbitrio empleado contra Sorata, los sitiadores hacen represas en el rio que pasa por la ciudad, y forman una inundacion que rompe s puentes y causa los mayores estragos. Tal vez hubiera tenido que ceder su intrépido defensor Segurola, si no hubiese aparecido Reseguin, que venia á socorrerle con 5,000 hombres llenos de entusiasmo por un triunfo que acababan de reportar en Yaco.

Tantos trabajos habian postrado á este incansable oficial, que por primera vez desde su salida de Montevideo se veia forzado á interrumpir sus tareas. Aun no habia convalecido de una grave enfermedad que le habia asaltado, cuando llega á la Paz la noticia de una fuerza que Tupac-Catari organizaba en las Peñas. Débil y estenuado por sus padecimientos, Reseguin halla en su alma vigor bastante para reanimar sus fuerzas abatidas. Empuña su espada, alcanza á los rebeldes, los derrota, y cual otro Mariscal de Sajonia en la batalla de Fontenoi, entra al pueblo de las peñas cargado en hombros de sus soldados.

Tan leal como valiente, respetaba las personas de los que se habian amparado del perdon ofrecido por el Virey de Lima. Pero un Oidor de Chile que le acompañaba en calidad de consultor, complicando á los indultados en el proceso que seguía de oficio contra Tupac-Catari, mandó prender á todos, é hizo destrozar vivo en la Paz á este caudillo.

De todas las cabezas principales de esta revolucion no quedaba mas que Diego Cristoval Tupac-Amaru, á quien estos rasgos de perfidia hacian desconfiar de las promesas de los españoles. Pero arrastrado de su destino, se dejó persuadir á entregarse voluntariamente al General Valle en su campamento de Sicuani; y no tardó en arrepentirse de esta confianza. Vivía retirado y tranquilo en el seno de su familia, cuando se le asechó y prendió para someterle á un juicio, en que por crímenes imajinarios se le condenó á perecer bárbaramente en un cadalso.

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