Poesías líricas

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G. Hermanos, 1893 - 360 páginas
 

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Página lxi - ¡Cuba! al fin te verás libre y pura como el aire de luz que respiras, cual las ondas hirvientes que miras de tus playas la arena besar. Aunque viles traidores le sirvan, del tirano es inútil la saña, que no en vano entre Cuba y España tiende inmenso sus olas el mar.
Página 208 - Corres sereno y majestuoso, y luego en ásperos peñascos quebrantado, te abalanzas violento, arrebatado, como el destino irresistible y ciego. ¿ Qué voz humana describir podría de la sirte rugiente la aterradora faz?
Página 241 - ... mostróme el despotismo vengativo, y en torno de mi frente, acumulada, rugió la tempestad. Bajo tu techo la venganza burlé de los tiranos. Entonces tu amistad celeste, pura, mitigaba el horror a los insomnios de tu amigo proscripto y sus dolores. Me era dulce admirar tus formas bellas y atender a tu acento regalado, cual lo es al miserable encarcelado el aspecto del cielo y las estrellas. Horas indefinibles, inmortales, de angustia tuya y de peligro mío, ¡cómo volaron! — Extranjera nave...
Página 158 - Corre el tiempo veloz, arrebatando años y siglos como el norte fiero precipita ante sí la muchedumbre de las olas del mar. Pueblos y reyes, viste hervir a tus pies, que combatían cual hora combatimos y llamaban eternas sus ciudades, y creían fatigar a la tierra con su gloria. Fueron: de ellos no resta ni memoria.
Página 156 - Era la tarde; su ligera brisa las alas en silencio ya plegaba, y entre la hierba y árboles dormía, mientras el ancho Sol su disco hundía detrás de Iztaccihual.
Página 185 - Dadme mi lira, dádmela, que siento En mi alma estremecida y agitada Arder la inspiración. ¡Oh! ¡cuánto tiempo En tinieblas pasó, sin que mi frente Brillase con su luz. . . !' Niágara undoso, Sola tu faz sublime ya podría Tornarme el don divino, que ensañada Me robó del dolor la mano impía.
Página 156 - Que en estos bellos campos reina alzada La bárbara opresión, y que esta tierra Brota mieses tan ricas, abonada Con sangre de hombres, en que fue inundada Por la superstición y por la guerra?
Página xxxvi - Es verdad que ha doce años la independencia de Cuba era el más ferviente de mis votos y que por conseguirla habría sacrificado gustoso toda mi sangre; pero las calamidades y miserias que estoy presenciando hace ocho años, han modificado mucho mis opiniones y vería como un crimen cualquier tentativa para trasplantar a la feliz y opulenta Cuba los males que afligen al continente americano.
Página 227 - Por ti, férvido mar, los habitantes De Venus, Marte o Júpiter, admiran Coronado con luces más brillantes Nuestro planeta que tus brazos ciñen; •Cuando en tu vasto y refulgente espejo Mira el sol de su hoguera inextinguible El áureo, puro, vivido reflejo. ¿Quién es, sagrado mar, quién es el hombre A cuyo pecho estúpido y mezquino Tu majestuosa inmensidad no asombre?
Página 160 - Muda y desierta Ahora te ves, Pirámide. ¡Más vale Que semanas de siglos yazcas yerma, Y la superstición a quien serviste En el abismo del infierno duerma! A nuestros nietos últimos, empero Sé lección saludable; y hoy al hombre Que ciego en su saber fútil y vano Al cielo, cual Titán, truena orgulloso Sé ejemplo ignominioso De la demencia y del furor humano.

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