Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Rectificación

Discurso pronunciado en el Congreso de Diputados en la sesión del día 21 de Mayo de 1895

Señores Diputados:

Más que para rectificar al nuevo y elocuentísimo discurso del señor Labra, me levanto para cumplir el deber de cortesía de agradecerle aquellas frases galantes que ha tenido á bien dedicar á mi discurso de ayer.

Respecto á rectificaciones, ciertamente no son muchas las que tengo que hacer. Hay, sí, una rectificación esencial, y es la de que, sin duda alguna, por no expresarme yo con claridad, por no dominar quizás en la debida medida la palabra para poder dar forma exacta á mi pensamiento, el Sr. Labra, en el día de hoy, me ha atribuído conceptos é ideas que realmente, si su señoría tiene la bondad de leer atentamente mi discurso, verá que, ó los ha interpretado erróneamente, ó he sido yo el que no se ha expresado con la suficiente claridad.

No he pretendido yo, en manera alguna, que aquellos principios que se traen siempre á la discusión de estas cuestiones, á saber: los de la enseñanza obligatoria, gratuíta y laica, sean principios que no tengan importancia y que no

deban ser traídos al debate. Si S. S. recuerda aquellas observaciones principales que hice al comienzo de mi discurso, y tiene en cuenta toda la tendencia que informan las modestas observaciones que en cumplimiento de un deber reglamentario hube de hacer en contestación al discurso del Sr. Labra, verá S. S. que yo reconocía desde luego en mis indicaciones la eficacia y la virtualidad de los principios alrededor de los cuales hay que organizar la enseñanza primaria y han versado siempre sus discusiones.

De lo que yo me congratulé y lo que yo sostuve en el día de ayer, fué que, con buen acuerdo, los individuos de esa minoría habían prescindido ahora de esas cuestiones que tienen un carácter político determina lo, y que vienen siempre á encender las pasiones en estas discusiones parlamentarias para entrar en un terreno mucho más práctico, de resultados más positivos, en el cual podríamos coincidir fácilmente y lograr soluciones beneficiosas para el fomento de la instrucción popular.

Esta fué una nota que quise resplandeciera en todo mi discurso, y que por deficiencias de expresión tuve la desgracia de no lograrlo cuando entendimiento tan perspicaz como el del señor Labra no pudo comprenderlo.

En todo mi discurso verá S. S repetidas veces esta idea: felicitarme de haber prescindido de dar un carácter demasiado abstracto y metafísico á estas discusiones de la primera enseñanza, para entrar en este otro terreno mucho

más conveniente para el fomento de la instrucción, en el que desde luego podemos llegar á soluciones prácticas.

Por eso yo, sacando las consecuencias de esta tesis que dominaba en todo mi discurso, pretendía, no ya poner en contraposición, sino sustituir al principio de la enseñanza obligatoria y gratuita, el de la enseñanza pedagógica retribuida y dirigida por el Estado, al principio de la enseñanza laica, el principio, en mi sentir en estos momentos por todos reclamado, de la enseñanza religiosa; lo que yo dije es que eran aspectos diferentes de estas cuestiones, íntimas y esenciales en los problemas de la enseñanza, y que, prescindiendo de aquel punto de vista abstracto, era más conveniente insistir en este nuevo y más práctico. Por eso yo, siguiendo en esto la conducta de S. S. de plantear, á mi juicio con buen acuerdo, estos problemas en ese terreno práctico, hice una serie de consideraciones ajustándome á ese criterio estudiando y analizando las condiciones de la enseñanza pública en España.

A S: S. no le parece bien este modesto criterio mío... (El Sr. Labra: Al contrario; me parece bien). Que no es puramente mío, porque su señoría no puede negar que esta tendencia, esto que yo llamé reacción espiritualista y religiosa, se siente y se palpa en todas partes al tratar estas cuestiones. Claro es que al Sr. Salmerón quizá le parezcan estas afirmaciones una exageración mía; pero precisamente al oir ciertas palabras del Sr. Salmerón respecto de discu

« AnteriorContinuar »