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nos había de tener la osadía de pedir se me otorgara?

Una y mil veces, cuando sea oportuno, cuando las circunstancias y los medios reglamentarios me lo permitan, he de anteponer á todo género de ruegos éste del deslinde de campos en los servicios que hoy corresponden al Ministerio de Fomento, y su distribución en dos organismos ministeriales, sacando á salvo la personalidad, porque esto es esencialísimo para la cultura y buena administración del país, la personalidad administrativa de un Ministerio de Instrucción pública.

No tengo por qué buscar ni traer á cuento comparaciones ajenas fuera de fronteras, que justificarían una vez más esa necesidad; porque, en otro caso, ¿tendríais más que obser. var, señores Senadores, que en países como Rusia, Japón, Turquía y Egipto existen Ministerios de Instrucción pública? No cito estos países ciertamente para degradarlos y ponerlos en condición depresiva de comparación y civilización con los demás.

Pero, en fin, los pueblos, como los hombres, tienen sus edades históricas, sus desarrollos, su concepto social y su civilización, y no es ofensa que así se les considere y compare, haciéndose cargo del sentido general europeo y americano, del mismo sentido cosmopolita, y decir que no han sido estos pueblos los que, por razones históricas, han marchado á la cabeza de la civilización. Pues si estos países han sentido esa necesidad de sacar á salvo la dis

tinción entre los trabajos de obras públicas, la agricultura, la industria y el comercio, y aquellos otros intereses morales que constituyen el alma y el orden psicológico del cuerpo social, ¿cómo es posible que España se mantenga estacionada y en atraso tan lamentable? Aquí, donde vemos siempre, en el examen, en el análisis, aunque siempre breve, de las cifras del Ministerio de Fomento, cuán facilmente se consignan centenares y miles de pesetas en materia de obras públicas, de intereses materiales para cualquier servicio, para cualquier accidente, para cualquier ocasión transitoria, que no vá á vivir tal vez más de un año entre los servicios de la Administración, ¿vamos á vacilar porque haya una cartera más, que. despues de todo, no sería ningún inconveniente para nuestros jefes de la política militante?

Es, pues, evidente que, por respeto á ese clamor de la opinión nacional, por la evidencia de los hechos mismos, por la precisión de alcanzar un puesto decoroso en el concierto de las Naciones civilizadas, por la misma naturaleza de los servicios del presupuesto á que voy á referirme concretamente más adelante, debe proveerse á esta necesidad, y ya que no hayamos tenido la fortuna de aprovechar la autorizada iniciativa de! digno señor Ministro de Fomento que hoy forma parte del Gabinete, por lo que al presupuesto actual se refiere, empecemos una nueva era de esperanza, reanudemos la tradición y contemos con que ese Gobierno ú otro, el actual señor Ministro,

para gusto nuestro, mientras el partido conservador mande, ú otro Ministro de ese partido ó de otro distinto, recogerá esa tradición y acogerá este ruego, y que S. S. con su autoridad, con su buen deseo, con sus entusiasmos y hasta con los crígenes de doctrina que á su señoría caracterizan en su historia política, habrá de venir aquí á consumar la realización de un progreso y de un servicio importantísimo, cual es la distribución de todos los servicios englobados hoy bajo el título de Ministerio de Fomento.

Y no molesto más al Senado con esta primera necesidad que, en orden al asunto, entendía yo que entraña la discusión de este presupuesto.

Apéndice cuarto

Ministerio de Fomento

EXPOSICIÓN

SEÑORA: La organización de los centros ministeriales ha sido desde su orígen como el foco luminoso en que ha venido reflejándose constantemente el desarrollo de la vida nacional. Desde los tiempos de D. Felipe V (para no retroceder á época más remota), que en 1705 organizó el despacho universal en dos Secretarías, fueron éstas sucesivamente aumentándose por el mismo Monarca y por sus egregios hijos D. Fernando VI y D. Cárlos III, según se iban desenvolviendo bajo nuevos y variados aspectos los intereses colectivos del país.

El régimen constitucional exigió una profunda alteración en el carácter que hasta entonces había sido propio de estos centros. Por esto, en la inmortal Constitución de 1812 se instituyeron, en vez de las antiguas Secretarías Regias, siete Ministerios con Jefes responsables, autorizándose á las Cortes para alterar en el porvenir su número y organización. Pero no figuraba entre ellos ni figuró por largo

tiempo después ninguno especial para los asuntos que hoy corren á cargo del Ministerio de Fomento, pues el creado en 1832 con la denominación de Ministerio de Fomento general del Reino, no fué otro que el que poco tiempo después recibió el nombre de Ministerio de la Gobernación, apareciendo por vez primera en 1843 el Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras públicas, que en 1851 cambió su nombre de origen por el que actualmente ostenta.

Los asuntos propios de este Ministerio se hallaban, pues, distribuidos hasta entonces en diversos centros, porque aun no había llegado para ellos el tiempo de una nueva y próspera vida.

Esto, sin embargo, tenía que suceder el día en que la Nación española entrase franca y resueltamente en las amplísimas vías abiertas á la sociedad y al indivíduo por la civilización moderna.

Los principales órdenes en que ésta manifiesta su grandeza, son precisamente aquellos á que corresponden los asuntos cuyo conjunto constituye dicho centro ministerial. De él parte toda la acción con que el Estado puede y debe favorecer, ya por medios directos, ya por medios indirectos, la cultura y el progreso del espíritu humano. Desde aquel centro es también desde donde la Administración pública debe prestar su eficaz auxilio para el desarrollo del progreso industrial y mercantil del país. Al mismo centro, en fin, es á quien viene encomendada la progresiva construcción de las

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