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Señores Dipulados

El elocuente discurso que en las últimas horas de la sesión de ayer pronunció el señor Ministro de Fomento, me obliga á molestaros en la tarde de hoy para contestar algunas observaciones del señor Bosch, y recojer las alusiones que me ha dirijido.

Tres puntos principales me propongo tratar esta tarde. Es el primero el relativo á la división del Ministerio de Fomento; se refiere el segundo al criterio del señor Ministro de Fomento en la cuestión del pago de los maestros; y, por último, he de hacer algunas observaciones con relación al último punto de mi voto particular: la reforma de la enseñanza universitaria.

División del Ministerio de Fomento

En sentir del señor Ministro de Fomento, es cuestión nímia la desarticulación del organismo afecto al Ministerio de Fomento que yo presenté al Congreso, apoyándola en fundamentos que, no por exponerlos yo, sino por su propia virtualidad, entendía que eran bastantes para cenvencer al más recalcitrante. De ninguna manera podía yo pretender que por mero capricho, por vanagloria del Ministro que llevara á cabo esta reforma, se hiciera esa división. Si el Sr. Ministro de Fomento recuerda la graduación de los razonamientos en que fundé mi pretensión, no habrá olvidado seguramente que yo dejé claramente marcados los argumentos en que apoyaba esta pretensión. Sostuve en primer lugar que, obedeciendo á la ley de división del trabajo, la reforma se imponía. Afirmé que era imposible que hubiera una inteligencia bastante completa y una actividad susceptible de atender á todas las exigencias del Ministerio de Fomento. Me apoyaba para decir esto en la historia misma del Ministerio de Fomento y recordaba á los señores Diputados que los Ministros de Fomento por esas mismas razones, ó habían sido exclusivamente Ministros de Obras públicas

por haber dedicado su actividad á estos ramos, ó habían sido exclusivamente Ministros de Instrucción pública; y entendía yo, que era una razón fundamental, y no una pretensión baladí, la que yo ofrecía para pedir la división del Ministerio de Fomento.

Pero á mayor abundamiento indicaba la necesidad, por todos sentida, de organizar técnicamente esos servicios y reunirlos en un centro ministerial, y presentaba á la consideración del Congreso lo que había sucedido en España al organizarse la Dirección de Instrucción pública y los datos que aportaba la estadística para corroborar mi tesis, señalando los progresos que bajo el nuevo régimen había tenido la instrucción pública.

Sostenía yo que, llegado el caso de dar la organización, que defendía, al Ministerio de Fomento, así como se había demostrado los beneficios obtenidos en la instrucción pública con la creación de la Dirección, se demostrarían sobradamente la conveniencia, la necesidad y la eficacia de crear el Ministerio de Instrucción pública. Quizá hice mal, y por eso no me entendió bien el Sr. Ministro de Fomento, en no desarrollar estas indicaciones, que someramente presenté á la consideración del Congreso, dejando de traer tras la afirmación la prueba detallada con la estadística en la mano.

Pero ya indiqué, y lo recordará S. S., que temía molestar demasiado la atención de la Cámara sometiéndola al exámen circunstanciado de los datos que arrojaba la estadística de

la Instrucción pública; y limitándome únicamente á hacer indicación de ella, aplacé para otra ocasión el presentar á su consideración esos datos. Ciertamente que no es ésta tampoco la ocasión de hacerlo. Bastará presentar someramente á la consideración del Parlamento las conclusiones que arroja la última estadística publicada por la Dirección de Instrucción pública para comprender la eficacia y la fuerza que tenían los razonamientos que yo iba presentando.

En esta estadística constan los promedios del desarrollo de la Instrucción pública, tanto en concepto de aumento de escuelas, como en el de asistencia de alumnos y gastos de Instrucción pública.

He aquí los avances de esa estadística, publicados recientemente por la Dirección:

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