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sión de Facultades y grupos del Doctorado. En verdad, que si defraudaba S. S., con sus palabras, las esperanzas que yo tenía respecto al pago de los maestros, no las ha defraudado menos, con las que pronunció acerca de este problema de la reforma universitaria Yo esperaba, que persona de la competencia, de la ilustración que S. S. tiene, al plantearse en el Parlamento esta cuestión, respondería con sus declaraciones á las exigencias de la realidad, que reclaman imperiosamente esta reforma universitaria. Ciertamente que las aspiraciones de las carreras profesionales están satisfechas en España con las Escuelas especiales y las Facultades universitarias, y que aquellos otros servicios, aquella otra organización que yo echaba de menos respecto al cultivo de la ciencia por la ciencia misma, entiende S. S. que están cumplidas con los estudios del doctorado en las Universidades. Tengo la seguridad de que todos los que se interesan por estas cuestiones, echarán de menos en S. S. aquellas indicaciones que, respecto de este punto, todos creímos que iba á hacer, porque es cierto que las exigencias de la enseñanza profesional se llenan con las Facultades y Escuelas especiales, pero ¡en qué grado y en qué condiciones! Yo había indicado, que esas exigencias de las enseñanzas profesionales, debían llenarse de modo que satisficieran las exigencias de las carreras y de las profesiones, y que, por otra parte, debiera separarse de las carreras profesionales, todo lo que pudiera constituir verdadera labor cien

tífica. Parece que S. S. se extrañaba de estas indicaciones; pero una persona tan competente como el Sr. Bosch, no puede ignorar, que ésta es una de las cuestiones que más se han discutido en Francia, con ocasión de la reforma universitaria. ¿Por qué no hacer aquí lo que se hace en Alemania? Yo desearía que este punto de la especulación científica, del cultivo de la ciencia por la ciencia, tuviera el desarrollo que debe tener, si no ha de ser España una excepción en la cultura general del mundo, y para que no lo sea, será preciso que estas aspiraciones, que no pueden tener hoy realización inmediata, tal como está aquí la enseñanza superior en las Universidades, se llenen en la medida y con el desarrollo que deben tener, en bien de la cultura patria, creándose laboratorios, talleres, seminarios, corporaciones, organismos semejantes á los que hay en otras partes dedicados al cultivo de la ciencia, no sólo para satisfacción de los que sientan vocación hacia ella, sino para hacer más intensiva la cultura general del país, lográndose lo que en Francia, lo que en Inglaterra, lo que en Alemania, lo que en todas partes se hace para conseguir ese desarrollo de la cultura é instrucción general, cumpliéndose de esta manera uno de los fines del Estado; cursos libres, conferencias, investigaciones, labor constante y fecunda de los centros docentes que ilustren y fomenten la cultura.

Como éste es punto que, según mi entender, ha de desarrollar con más autoridad y compe

tencia que yo, el señor Salmerón, me parece que bastan estas observaciones para indicar cuál era el objeto que me proponía en la última parte del voto particular; y rogando al señor Ministro de Fomento que me dispense por haberle molestado con estas consideraciones, y á la Cámara que me perdone el tiempo que la he entretenido, me siento repitiendo, como dije ayer, que retiro el voto particular.

A quien corresponda la función de la Enseñanza

Organización de la Enseñanza

Discurso pronunciado en el Congreso de Diputados en la sesión del día 20 de Mayo de 1895

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